jueves, 21 de marzo de 2013

La ridícula idea de no volver a verte

No es fácil definir lo que es este libro. 
Dentro podemos encontrar desde las confesiones más íntimas de la autora a lecciones de física. Por momentos parece un libro de autoayuda mezclado con la biografía de Madame Curie...
Pero quizá, sobre todo, es una historia de Amor y de Muerte. 
Dos palabras, dos términos, dos conceptos, que parecen totalmente enfrentados, totalmente opuestos, totalmente incompatibles.
Pero, como nos va relatando Rosa Montero, dos aspectos consustanciales en nuestras vidas.
Tanto, que tal vez nunca sabremos realmente qué es la Vida hasta que no hayamos conocido realmente qué es el Amor y qué es la Muerte.
Hacernos comprender esta verdad (¿filosófica?, ¿psicológica?, ¿científica?) relatándonos de trayectoria vital de Marie Curie, es, sin duda, una de las más geniales aportaciones del libro.
A través de sus páginas descubrimos que detrás de la adusta expresión de seriedad de la más grande científica del siglo XX, había una mujer enamorada con pasión.
E intercalando fragmentos del diario que Marie Curie escribió tras la muerte de su marido, Rosa Montero, casi sin querer, va desnudando también su alma, su alma enamorada. 
Con una tremenda tristeza, pero también con una gran delicadeza, la autora comparte con nosotros su dolor por la pérdida del ser amado. Esa pérdida que, quizá, sea un duro, muy duro, modo de descubrir cuánto hemos amado.


jueves, 7 de marzo de 2013

Habemus Papam



En pocos días hemos visto cómo el catolicismo quedaba estupefacto cuando su máximo líder, Benedicto XVI renunciaba a su cargo; y el "socialismo del siglo XXI", unos de los pocos intentos de hacer política "de otro modo", se ha quedado sin Hugo Chávez, su creador e impulsor.
Son días de tribulación para todos.
No sabemos todavía de qué modo se iniciará el proceso de sucesión en Venezuela, pero sí conocemos, más o menos, cómo será el Concilio para elegir al nuevo Papa.
En 2005, el director italiano Nanni Moretti, presentó la que a mi modo de ver es la visión más humana y genial del proceso de elección de Pontífice: "Habemus Papam". 
Alguna de sus escenas más divertidas tienen que ver con un torneo deportivo organizado entre los cardenales.
Una vez más he comprobado que la realidad supera a la ficción, pues que me acabo de enterar que estos días se está celebrando en Roma la "Clericus Cup", un mundial de fútbol entre selecciones formadas únicamente por sacerdotes y seminaristas...

lunes, 4 de marzo de 2013

El valor del dinero II

Durante la "Jornada de Economía sin Dinero" a la que asistí el pasado fin de semana, recordé también una de las "costumbres ancestrales" que conocí durante los años que viví en el altiplano de Bolivia.
Es una tierra dura y áspera, donde una de las maneras de sobrevivir es apoyarse en la comunidad. El "trabajo comunitario" es vital para sacar adelante la agricultura, la ganadería y las obras públicas.
En la sociedad andina todos se apoyan, pero también se controlan, continuamente.
Así, si una familia, por alguna razón, prospera económicamente mucho más que sus vecinos, se ve "obligada" a organizar algo así como una "macrofiesta" comunitaria en la que se gastará todo aquello que la hace sobresalir respecto a lo demás, lo compartirá con todos aquellos que le rodean. Así, de alguna manera, se volverá a un "equilibrio" en la comunidad.
Para nuestra "civilización occidental" esto puede llegar a parecer una de las razones por las que los pueblos indígenas andinos no avanzan, no termina de salir del subdesarrollo... Con este tipo de costumbres nadie puede "levantar cabeza" y todo lo que prosperan se lo terminan "gastando en fiestas"...
Realmente no es fácil de entender. 
Pero tampoco me resulta sencillo entender lo que hacemos por aquí. Nuestro sistema capitalista nos enseña, al parecer, que si una empresa, o un banco, prospera tanto, tanto, tanto, que se convierte en lo que los angloparlantes llaman "too big to fall" (demasiado grande para caer), somos los ciudadanos de a pie, la clase trabajadora, los que tenemos que "apretarnos el cinturón" y sufrir toda clase de recortes en nuestros derechos políticos y servicios sociales para "apoyar" a esa gran empresa o ese gran banco cuando alguna "crisis" haga que entren en pérdidas, o disminuyan sus ganancias...
En el altiplano, los vecinos pobres exigen al rico que deje de serlo y reparta con ellos sus ganancias. Aquí,  por lo visto, son los ricos los que exigen a los más pobres que lo sean aún más para que ellos puedan seguir siendo ricos.


domingo, 3 de marzo de 2013

El valor del dinero

Ayer tuvo lugar en el pueblo donde resido una "Jornada de Economía sin dinero". Mientras escuchaba las exposiciones y las experiencias de los participantes recordé una curiosa historia que leía hace algún tiempo:

Es un día tranquilo en un pequeño pueblecito azotado por la crisis económica. Las calles están desiertas. Los tiempos son duros, todo el mundo tiene deudas y todo el mundo vive del crédito.
Ese día en concreto un rico turista alemán llega conduciendo al pueblo, se detiene en el único hotel y deja un billete de 100 euros en el mostrador, diciéndole al propietario que quiere echarle un vistazo a las habitaciones para poder elegir la que más le guste para pasar la noche.
El dueño del hotel le da varias llaves y le invita a subir las escaleras para que vea las habitaciones con tranquilidad. Acto seguido coge el billete y se va corriendo al local de al lado para pagar sus deudas al carnicero. El carnicero coge el billete de 100 euros y corre calle abajo a saldar su deuda con el criador de cerdos.
El ganadero coge el billete y sale a toda prisa a pagar su deuda con el fabricante de piensos. Este último también sale corriendo billete en mano camino de pub para pagar las cervezas que le debe al hostelero. El propietario del pub le pasa el billete inmediatamentte a una prostituta que está sentada en la barra, y que le ha hecho “a cuenta” un par de favorcillos sexuales.
La prostituta coge entonces el billete y sale a toda prisa hacia el hotel para pagarle al propietario el alquiler de las habitaciones. El dueño del hotel sitúa entonces el billete de nuevo sobre el mostrador de modo que el rico turista alemán no sospeche nada.
En ese momento el viajero baja las escaleras, coge el billete de 100 euros, afirma que en el hotel no hay ninguna habitación que le agrade lo suficiente, guarda su cartera y abandona el pueblo.
Nadie ha producido nada. Nadie ha ganado nada. Sin embargo, todo el pueblo ha quedado libre de deudas y sus habitantes miran ahora el futuro con mucho más optimismo. 
¿Cuál es el verdadero "valor del dinero"?