
Mamporrero. En las yeguadas
militares, era el responsable de tomar con sus manos el miembro viril de un
semental para acompañarlo y dirigirlo durante la monta de la yegua
seleccionada. Esto era necesario dado el considerable tamaño del pene de los
équidos y el riesgo de que un mal cálculo o un excesivo ímpetu pudiera dañar el
órgano copulador de un valioso reproductor.
Ambas profesiones solían ser
desempeñadas por jóvenes aprendices. Aunque mal vistos y poco apreciados por
ganarse la vida con actividades relacionadas con el aparato genital, su labor
era muy necesaria, sin duda. Además, tanto los señoritos como los oficiales, solían
recompensar sus nobles esfuerzos con algunas monedillas o pequeñas prebendas
para apoyar su ascenso social.
Son oficios tradicionales que se
están perdiendo... ¿O no? Creo que si miramos bien a nuestro alrededor, seguro
que todavía podremos encontrar alguno cerca, en nuestras calles, plazas o
incluso en ciertas oficinas públicas.