Hoy he desayunado con la noticia
de que RENFE ha suspendido con nocturnidad y alevosía el servicio del tren
nocturno conocido como “Expreso Costa Brava”. (http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/renfe-suprime-sin-publicidad-tren-nocturno-madrid-4080733)
Con él desaparece una de las
últimas conexiones ferroviarias entre Madrid y Barcelona por vía convencional. El
AVE fagocita progresivamente a sus hermanos mayores. Dentro de poco no quedarán
en España más que trenes de alta velocidad… y altísimos precios. El progreso no
entiende de nostalgias…, ni tampoco, parece ser, de rentabilidades (http://economia.elpais.com/economia/2015/03/26/actualidad/1427367930_711155.html
)
Los azares de la vida me han
llevado a ser un usuario habitual del AVE Zaragoza-Madrid; pero creo que puedo
decir que debo casi todo lo que soy al Expreso Costa Brava. Hace más de treinta
años que lo conocí. Él me llevó a “la
movida”, pero, sobre todo, me ayudó a encontrar el Amor y mantenerlo vivo
durante años antes de unirme a quien ahora es mi esposa.
Aparte de eso, en el Expreso
Costa Brava pasé algunas de las veladas más inolvidables de mi Vida. Sueños y
pesadillas, entre el duermevela y la exaltada lucidez. Compartimentos que
podían ser como el camarote de los Hermanos Marx o pasillos con escenas dignas
de “la Lista de Schindler…” Amistades eternas de una sola noche o fríos silencios
en la estepa castellana.
Ya no existen esas cálidas
despedidas al pie del estribo del vagón o esos amorosos encuentros mañaneros
aún con la legaña puesta. Ahora uno debe despedirse en la estación al estilo
aeropuerto, momentos antes de pasar por un escáner que nos supone criminales en
potencia. La persona amada ya no puede acompañarnos hasta el vagón. Debemos ir
solos, rumiando esa separación con un grupo de desconocidos, como ovejas hacia
un destino incierto.
Hace ya muchos años que no he
utilizado el Expreso Costa Brava, ese tren al que tanto debo. Por eso, su
desaparición me ha dejado un regusto agridulce en el café del desayuno. El
recuerdo dulce de tanto buenos momentos pasados y el presentimiento agrio de
haber sido, quizás, un poco responsable de su triste final.
¡Adiós, Expreso Costa Brava!
Nunca te olvidaremos.