Una pareja tuvo un hijo sano y hermoso; pero, conforme fue creciendo se dieron cuenta de que el chico no hablaba. Lo llevaron a los mejores médicos del país, pero todos les dijeron que no encontraban ningún problema. Por lo demás, el niño, se desarrollaba con toda normalidad. Tan es así, que la familia se acostumbró a hacer vida normal, aceptando la situación. Un buen día, cuando el muchacho era ya adolescente, a la hora de comer, de repente, dijo a sus padres: "la sopa está fría". Los padres, locos de alegría lo abrazaron y el dijeron: "Hijo, ¿cómo es que no has hablado hasta ahora?", a lo que el joven respondió: "Es que, hasta ahora, todo había sido perfecto".
Es una historia muy vieja y un poco tonta, pero que me ha venido a la cabeza estos días de la "Primavera Valenciana".
Se dice a menudo que los jóvenes españoles no se mueven, no se movilizan. Tal vez, en gran medida, sea culpa nuestra. Culpa de toda una generación de padres que nos hemos esforzado en intentar que todo sea "perfecto" para nuestros hijos.
Nuestros padres trabajaron por darnos a nosotros todo lo que ellos no tuvieron; por conseguir que nosotros fuéramos lo que ellos no habían podido ser.
Nosotros hemos intentado que ese "estado del bienestar" por el que lucharon nuestros padres, no se desvaneciera; pero, tal vez, al intentar "corregirlo y aumentarlo", al tratar de dar a nuestros hijos "más y mejor", hemos "estirado el brazo más que la manga", creyéndonos las teorías del crecimiento sin fin... y algo comienza a "crujir" en el sistema...
Y ahora nos damos cuenta de que nuestros jóvenes, a los que creíamos "mudos", sí que saben salir a la calle a reclamar sus derechos, cuando se encuentran con la sopa, o con el instituto frío...
Espero que sepamos aprovechar ocasiones como estas para encontrar juntos otros caminos. Otra senda alternativa a ese "único camino" por el que nos quieren llevar los políticos y "los mercados".
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