Aunque actualmente trabajo en
Madrid, procuro seguir la actualidad de Caspe. Hace algunas semanas, encontré,
en uno de los blogs locales, un artículo titulado “Felicitamos a nuestro compañero Álvaro Clavero”: https://cpcblog.wordpress.com/2014/12/14/felicitamos-a-nuestro-companero-alvaro-clavero/
El cuerpo de la noticia informa
que este “compañero” ha obtenido un
puesto de trabajo en la O.C.A. de Caspe. Casualmente, era un puesto de trabajo
al que ambos nos habíamos presentado, en un lejano marzo de 2012; pero que, al
leerlo, hizo volver nítidamente a mi memoria los acontecimientos de esa mañana:
El 2 de marzo de 2012 tuve
noticia de la oferta de empleo 022012000784 para un capataz agrario
para Caspe: http://empleobajoaragon.blogspot.com.es/2012/03/capataz-agrario-comarca-de-caspe.html.
Me postulé a la plaza y fui convocado al proceso selectivo, que tuvo lugar, a
los pocos días, en la Casa de Cultura de Caspe.
Al inicio de la prueba, un
funcionario del INAEM pasó lista y comprobó que los convocados estábamos presentes.
Al finalizar, una persona se levantó y dijo que a él no le habían nombrado. El
hecho causo extrañeza al representante del INAEM, pues no tenía a nadie más en
la lista. A algunos de los allí presentes, residentes en Caspe, también nos
extrañó que ese señor quisiera presentarse a este proceso selectivo, pues era
alguien bien conocido en la localidad, y sabíamos que su formación académica y
experiencia laboral anterior no tenía nada que ver con el ámbito agrario.
Tras una breve conversación con
el funcionario, el hombre consiguió ser incluido en el proceso de selección.
Los resultados del examen se conocieron a las pocas horas. Ni él ni yo fuimos
seleccionados ese día y yo no le di más importancia al suceso, que, sin
embargo, quedó archivado en mi memoria de experiencias típicamente caspolinas.
El autor del artículo citado continúa
afirmando que “Tu nuevo puesto en la
Administración Autonómica es un trabajo que, al igual que los anteriores que
has desempeñado, has ganado por ti mismo, por tu valía profesional y por tu
capacidad y mérito.”.
Yo me dije, para mí “¡Ay, ay, ay! Calladicos estaríamos más
guapos…” No dudo que este señor pueda tener méritos y capacidades, ya que
todos los tenemos, en un grado u otro. Pero, claro, en este caso, su valía profesional
en el ámbito agrario debería referirse a su capacidad de reflejar en un lienzo
la belleza de los paisajes de nuestro entorno…
Como no me gusta acumular bilis
inútilmente, pasé página (o más bien hice clic) y traté de encontrar noticias
más interesantes.
Pero mira por dónde, hace unos
días soy informado de que el “compañero” Álvaro Clavero carece de “permiso de conducir de la clase B o
equivalente”, uno de los requisitos imprescindibles para ocupar un puesto
de capataz, según aparece en el VII Convenio Colectivo de personal laboral de
la DGA.
“¡Qué extraño!”, me dije, “¿cómo puede ser que alguien haya sido
admitido a ese puesto sin haberse comprobado documentalmente que cumplía dicho
requisito?” Yo mismo, realicé hace tiempo algunas sustituciones en la OCA
de Caspe y tuve que presentar fotocopia de mi permiso de conducir para poder
trabajar, siquiera fuera solo unos días…
Por si acaso la persona que me
informó fuera uno de tantos envidiosos y maledicentes que andan sueltos por
ahí, me preocupé de averiguar si en la Dirección General de Tráfico de Zaragoza
consta un permiso de conducir clase B expedido a nombre de Álvaro Manuel
Clavero Cebrián, con DNI nº 73.***.986 G. Y resulta que no es así.
Llegados a este punto, a mi mente
vienen una serie de cuestiones:
¿Quién incluyó a este señor, con
calzador, en un proceso selectivo para capataz agrario?
¿Cómo se ha ido moviendo la lista
de aspirantes hasta conseguir accediera a dicho puesto?
¿Cómo ha podido ser admitido
finalmente al puesto si no cumple los requisitos para el mismo?
¿El firmante del artículo de
felicitación a su “compañero”, es conocedor
de estas irregularidades?
Como he dicho antes, acepto que
todos tenemos capacidades y méritos. Pero me niego a aceptar que en nuestra
tierra el principal mérito sea ser “Uno
de los nuestros” (http://www.filmaffinity.com/es/film978961.html)
y que eso resulte suficiente para pasar por encima de convenios, decretos,
reglamentos y demás normas que regulan un Estado de Derecho.
No pretendo sentirme un nuevo Frank
J. Wilson o una fusión de Bernstein y Woodward, pero creo que a veces, un
pequeño detalle puede servir para tirar del hilo que nos permita desembrollar
una gran y oscura madeja.
Quisiera dar un paso adelante
para decir “¡Basta! ¡Hasta aquí hemos
llegado!” Nada puede legitimar que un gobierno, sea local, regional o
nacional, siga utilizando prebendalismos caciquiles decimonónicos; ni siquiera el
decir que “otros antes hicieron lo
mismo”.
Reconozco que soy un ingenuo, a
pesar de mi casi medio siglo a cuestas, pero estoy convencido de que otro mundo
es posible. Y otra España. Y otro Aragón. Y otro Caspe. Incluso, en mi
ingenuidad, creo que falta ya muy poco para que la ciudanía consiga por fin
acceder a las instituciones de gobierno “y
limpie los caminos de siglos de destrozos contra la Libertad”…