sábado, 29 de octubre de 2011

Estampas del sábado en Jacmel


Los comentarios de radio durante el desayuno se centran en el último suceso político en Haití. Un diputado, que plantó cara al presidente de la república, fue arrestado, por orden de éste, en el aeropuerto de Puerto Príncipe a su regreso del extranjero, acusado de ser un peligroso delincuente fugado de prisión. Así este país parece tener como única prioridad ahora mismo discernir quien tiene o no la razón en este conflicto entre los poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.
Cuando bajo paseando hasta el centro, veo una pequeña multitud en la calle principal. Entre veinte y treinta jóvenes haitianos están observando cómo dos vietnamitas instalan una gran antena de telefonía móvil en el centro de la ciudad. Por un lado, me recuerda a la típica estampa española de “dos trabajan y veinte miran”. Por otro lado, imagino que muchos de los “mirones” desearían poder trabajar también ellos. Finalmente, es curioso que en Haití casi nadie tiene agua o electricidad en su casa, pero la mayoría de los haitianos disponen de uno o más móviles. Tres compañías se reparten el negocio. La última, la recién llegada Natcom, es propiedad del ejército vietnamita…
Voy al banco. Tengo suerte, no estoy ni una hora. Cincuenta personas en la cola. Tres cajeras. Seis guardias de seguridad. Así es el sistema bancario en Haití.
Me doy una vuelta para visitar una galería de arte. Desde que estoy aquí tengo la idea de comprar un cuadro. El problema es que todavía no estoy seguro de haber encontrado “el” cuadro. 

jueves, 27 de octubre de 2011

La burbuja


Me resulta curioso que tanta gente, que sé que me quiere bien, se preocupe por el hecho de que yo esté aquí.
La verdad es que muchos medios de comunicación ofrecen, lamentablemente, una imagen distorsionada de Haití. Especialmente lamentable ha sido uno reciente que, bajo el título de “Vacaciones en el infierno”, pretendía, parece ser, animar a la gente a hacer “turismo solidario” en este país… Por desgracia, cualquier excusa es buena para que un aprendiz de reportero, con buenas conexiones, venga de paseo por aquí, con un guión preestablecido, al servicio del cual no duda en realizar todos los “ajustes” necesarios para que “la realidad” corresponda a lo que otros le contaron en Madrid…
Mi vida aquí, dista mucho de ser el infierno. Claro que tampoco es el “paraíso de los cooperantes” que pretende reflejarse en otras ocasiones. Es una vida sencilla, un poquito austera, es verdad, pero sin llegar a ser incómodo.
De hecho, a veces me preocupan más algunas situaciones que se están viviendo en otros países. Desde las interminables crisis económicas europeas (unas crisis en las que los únicos que merecen ser “salvados” parecen ser los banqueros…), hasta las cacerías humanas emprendidas por los ejércitos de los países supuestamente más democráticos del mundo, en nombre de la paz y la estabilidad… de las regiones con petróleo…
Aquí tengo la sensación de vivir en una especie de burbuja, una especie de pequeño universo paralelo que, si bien es verdad que me limita un poco, de alguna manera está lleno de esas pequeñas rutinas que me dan una cierta seguridad.
Y cada vez más a menudo me pregunto si no debería, tal vez, salir de esta burbuja y “bajar al barro”… Unirme, junto a todas las personas a las que amo y que me importante, a la lucha para evitar que un miserable grupo de avariciosos e irresponsables especuladores maneje el destino del mundo a través de sus títeres políticos.
Lo malo es que las burbujas, como todos sabemos, no tienen puertecitas, sino que, para salir de ellas hay que reventarlas… Y sé, soy consciente, que la caída desde allí donde esté, puede ser dura.

domingo, 23 de octubre de 2011

Alegorías inexplicables


Este viernes hice un nuevo viaje a Bainet. Tenía algunos asuntos pendientes que tratar allí, y también aprovechamos para mostrar la zona a nuevos compañeros de trabajo.
Volví a ir conduciendo, una vez solucionados los casi interminables problemas burocráticos para matricular el vehículo de la organización para la que trabajo. Una vez más me enfrenté con ahínco a ese duro camino al que parece que tienes que vencer curva a curva, pendiente a pendiente. Un camino cada vez peor, aunque parezca increíble. Cada lluvia arrastra más la tierra, abre profundas grietas, hace aflorar la roca y lo hace cada vez más difícil.
Nadie mantiene los caminos, ni el Estado, ni los ayuntamientos, ni las comunidades por las que pasan. Si las carreteras son el esqueleto que sustenta una nación, Haití parece deshacerse cada día un poco más, A veces da la impresión de que los caminos, más que unir, separan a los pueblos.
Sin embargo, aunque pasé parte del día inmerso en estos pensamientos pesimistas, la tarde me ofreció una sorpresa. Mi colega haitiano me propuso volver por un camino distinto, por una ruta que no conocía; no habitual. Y, de repente, cambié el espíritu de lucha y de dominación de un camino, para dejarme llevar por la actitud de pasear y disfrutar del viaje. En algún momento incluso me reconocí admirando rincones de excepcional belleza; suaves caminos cubiertos de hojas amarillas, como en el otoño de los cuentos…
Y a la vuelta de una curva, al final de una pendiente me encontré con la extraña imagen de un viejo, frondoso y retorcido árbol surgiendo de entre los restos de un viejo tractor… ¿Un símbolo? ¿Una alegoría? ¿Un sueño materializado? Realmente no lo sé; no le encuentro ninguna explicación. Pero tal vez una de las enseñanzas que estoy adquiriendo durante mi estancia aquí es que no todas las cosas tienen una explicación, ni tienen por qué tenerla.

viernes, 21 de octubre de 2011

Un año en Jacmel


Hoy hace un año que llegué a Jacmel.
En todo este tiempo he tenido ocasión de vivir muchas cosas:
Un interminable proceso electoral que ha llevado a la jefatura del estado haitiano a un presidente-cantante o a un cantante-presidente, no se sabe muy bien…
Una epidemia de cólera que se ha cobrado ya la vida de más de 6.000 personas. Una enfermedad introducida por la conducta irresponsable de algunos de aquellos que se supone que están en Haití para “estabilizar” el país…; pero también una enfermedad que si se transformó en epidemia fue por la absoluta dejadez de las autoridades haitianas respecto a su responsabilidad de asegurar unos mínimos servicios de higiene y saneamiento a los hombres y mujeres que habitan este país.
Un huracán y varias alertas ciclónicas; fenómenos naturales que afectan de manera regular este país, eternamente peleado con su Naturaleza…
La incorporación y la “desincorporación” de varios compañeros y compañeras de trabajo; amén de las visitas “de apoyo” de personal de sede, consultores/as, evaluadores/as y voluntarios/as varios/as…
Entre tanto, para romper la rutina, he sido invitado a fiestas de cumpleaños, de bienvenida, de despedida, de salida de vacaciones, de retorno de vacaciones…, todas las excusas que emplea la colonia internacional de cooperantes/as para reunirse en alguna sus residencias para tomar unas cervezas y hablar de lo “dura y penosa” que es nuestra vida aquí…
En algún ratillo, entre fiesta y fiesta, he tenido tiempo de trabajar. Un trabajo que consiste básicamente en convencer a equipos de técnicos/as haitianos/as de que realicen su trabajo de desarrollo con campesinos y campesinas haitianos/as de acuerdo con normas y procedimientos elaborados por equipos de técnicos/as españoles/as que jamás han pisado este país y tendrían, seguramente, serias dudas para localizarlo en un mapa…
En lo personal, he tenido ocasión de conocer a algunas personas muy interesantes y a otras, bastantes, que, como yo, posiblemente están en este mundo solamente porque tiene que haber de todo…
En el momento de cumplir un año en Jacmel, no estoy seguro de cuánto tiempo más me quedaré aquí. Sobre todo porque traje mi cabeza a Haití, pero dejé mi corazón en España.
Tampoco me siento capaz de hacer ahora mismo un balance de si esta estancia ha sido positiva o negativa. Lo que sí sé es que, hace un año, mi destino cambió. Estoy seguro de ello porque puedo verlo cada día en la palma de mi mano.

viernes, 14 de octubre de 2011

La luna llena en el olivar


Hoy he recibido la noticia de la muerte de una buena amiga. Sabía, porque ella misma me lo había contado hace unos pocos meses, que estaba muy enferma.
Ha luchado mucho por vivir, pero finalmente, hoy me comunicaron que “se ha ido esta madrugada cuando la Luna llena iluminaba el olivar y la lechuza volaba por Úbeda”.
Nos conocimos hace muchos, muchos años. Tantos que ya me da un poco de vergüenza decirlo. Formamos un grupo de amigos con el que pasamos un verano inolvidable. Después, la Vida nos separó. Pueblos distintos, historias distintas, trayectorias distintas. Nos vimos pocas veces, pero de esas pocas veces conservamos recuerdos muy bellos.
Fueron primero las cartas, esa antigualla ya casi en desuso, y luego el correo electrónico, los medios que utilizamos para mantener viva la llama de nuestra Amistad.
La Amistad, eso tan mágico y difícil de definir.
Como saben todos los que me conocen “de cerca”, yo soy un tipo raro, y es complicado soportarme mucho tiempo. No se puede decir que tenga muchos amigos o amigas; pero tampoco eso es algo que me haya preocupado mucho nunca. Para mí la Amistad no es una cuestión de cantidad, sino de calidad.
Me considero muy amigo de personas a las que, realmente, no veo muy a menudo. Pero son personas a las que aprecio mucho; personas con las que un día surgió algo hermoso entre nosotros y con las que me he esforzado en conservarlo, pese al tiempo y a la distancia.
Personas con las que, al volver a encontrarme al cabo de los años, no es que nada haya cambiado, sino que todo ha continúa…
La Vida no pudo separarme de Antonia; pero, desgraciadamente, sí me ha separado de ella la muerte.

Hay gente pa to


Estos días están en Jacmel, alejados en mi hotel unos personajes curiosos. Son dos veterinarios canadienses. Dos colegas. Pertenecen a una ONG americana cuya finalidad es proteger la sanidad humana en países pobres… a través de la esterilización de perros y gatos…
La idea es que, controlando las poblaciones de caninos y felinos, se controla también el contagio a los humanos de la rabia y otras zoonosis.
La verdad es que a mí mismo la lógica me parece un poco rebuscada, pero bueno, cosas más raras se han visto por Jacmel, y, al menos esta pareja es bastante simpática.
El asunto es que ellos, como los cirujanos españoles de los que hablé hace algunos días, se han tenido que enfrentar a la realidad de la burocracia estatal y las condiciones de trabajo en Haití.
Han tenido la “suerte” de que, para montar su “clínica móvil”, la Dirección Departamental de Agricultura les ha cedido parte de sus locales… ¿Qué parte? Pues nada menos que un viejo y oxidado hangar que se utilizada como taller de reparación de vehículos y que, tras el terremoto de 2010 quedó convertido en depósito de chatarra y de basura…
Un día entero tuvieron que estar para “habilitar” el “quirófano”…
Esta mañana, casualmente, tenía yo que pasar por ahí y he podido verlos en acción. La verdad es que no les faltan clientes… Pero claro, ¿qué perros y gatos les traen” los que tienen dueños conocidos y viven como “reyes de la casa”… De manera que su teoría de controlar las enfermedades transmisibles a los humanos, difícilmente va a poder funcionar si no trabajan sobre los animales callejeros… Pero claro, para eso, deberían contar con apoyo de las autoridades; y eso…
Espero que, al menos, consigan lo que no lograron los cirujanos: transmitir su experiencia a profesionales locales, que puedan replicar sus conocimientos una vez que esta pareja se haya ido.
En cualquier caso, como decía el gran torero: “Hay gente pa’tó”

lunes, 10 de octubre de 2011

Jugar al póker y ganar


Alguna vez ya he comentado que, para mí, escribir este blog es algo parecido a meter mensajes en una botella y arrojarlos al océano del ciberespacio. No es que esté pidiendo socorro, ni que reclame que nadie venga a rescatarme. Escribo cuando creo que tengo algo que contar y me apetece hacerlo. Nunca me lo he tomado como una obligación, sino como algo parecido a una necesidad.
Por eso, aunque existe un contador de visitas en mi página, nunca me ha preocupado demasiado la magnitud de sus cifras o su velocidad de crecimiento. Cualquier visitante, paseante o curioso/a es bienvenido/a.
Hace tiempo que escuché un chiste muy tonto, pero que forma parte ya de mi “bagaje cultural”:
"Un amigo le dice a otro:
-          - A mí lo que me gusta es jugar al póker y perder”
-          - Será ganar – le dice su amigo
-          - Bueno, es que ganar tiene que ser ya…"
Pues yo estos días he tenido la suerte de “jugar al póker y ganar”… No sólo he tenido ocasión de conocer a uno de “mis lectores anónimos”, sino que ha venido a verme, y, además, es una persona muy especial.
Estos días, el hospital Saint Michel de Jacmel, cuenta con el “refuerzo” de un equipo de cuatro cirujanos y dos anestesistas sevillanos. Profesionales de reconocido prestigio que han decidido dedicar sus vacaciones a trabajar más…
Porque este grupo de andaluces son lo más alejado a unos “turistas solidarios”. No han venido a darse una vuelta y conocer “la realidad del país”, sino que han venido a remangarse y a solucionar problemas. Todos los que puedan mientras están aquí.
Son conscientes de que sólo será “un parche”. Ya han tomado contacto con la “burocracia sanitaria” y comprobado que no es fácil cambiar “inercias” preestablecidas… Pero decenas de personas, hombres, mujeres, niños y niñas, que están teniendo “la suerte” de ponerse en sus manos, conservarán un magnífico recuerdo de su estancia en Jacmel.
He tenido la ocasión de compartir alguna amena tertulia con ellos, y espero, antes de su partida, tener tiempo de mostrarles algo del “encanto” de Jacmel, porque hasta hora, solo han estado, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa…
Es lo menos que puedo hacer por unos lectores; por este "más que repóker de ases”.




miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Educación para la Ciudadanía? (II)


Hoy por la mañana he visto muy pocos niños o niñas camino de la escuela. Es fácil distinguirlos por los uniformes, que son obligatorios tanto en colegios públicos como privados.
¿Por qué no los he visto? Por algo tan triste como que hasta que los padres no pagan, de manera efectiva, los gastos de inscripción y la primera mensualidad, los alumnos o alumnas no tienen “derecho” a asistir a clase. Y, aún entonces, tendrán que acudir con el uniforme, que tampoco es precisamente barato.
Para muchos padres y madres, “la vuelta al cole” es un doloroso calvario en Haití. Se le da mucho valor; en algunos hogares, incluso, se disminuyen las raciones de comida para llevar a los hijos o hijas a la escuela. Pero, aun así, “no alcanza”.
El acceso a la Educación no debería ser cuestión de dinero. La Educación debería ser un derecho, no un negocio. Un país se juega mucho en eso; se juega el futuro.
En Haití se intenta transmitir la imagen de que el nuevo gobierno apuesta seriamente por la Educación. Se habla de grandes cantidades de dinero invertidas y grandes planes para que cientos de miles de niños y niñas puedan ir gratuitamente a clase. Pero, no es solo dinero lo que hace falta. Una vez en la escuela, ¿qué enseñanza van a recibir?
Ayer, el presidente de la república inauguró el curso escolar en una escuela pública de Puerto Príncipe. En la rueda de prensa posterior, un periodista, un tanto incisivo, le hizo un par de preguntas que el presidente no quiso contestar, lo ignoró. Al tercer intento, el primer mandatario sí que contestó al periodista, pero para decirle, delante de todos los asistentes: “si sigues insistiendo, me c… en tu p… madre”… Eso sí, en creole, que tal vez no queda tan violento…
Creo que no acaba de ser un buen ejemplo de comportamiento para los miles de escolares haitianos que esta semana empiezan el curso. La Educación no es sólo cuestión de dinero.

domingo, 2 de octubre de 2011

¿Educación para la Ciudadanía?


Mañana 3 de octubre comienza el curso escolar en Haití. El retorno a las clases se ha retrasado un mes para que pudiera entrar en vigor el plan del gobierno para escolarizar a 772.000 niños y niñas que nunca antes han ido a la escuela.
Fue una de las promesas electorales del ahora presidente de la república, Michel Martelly. Y, sin duda, es una decisión muy loable comenzar a trabajar por la Educación.
Para llevar a cabo esta ingente tarea no se han construido, de momento, nuevas escuelas. Se utilizarán todos los centro públicos (menos del 20% en este país) en doble turno, y, en zonas rurales, donde no hay colegios del Estado, se ha llegado a un acuerdo con algunas confesiones religiosas para hacer lo mismo.
Sí se han reclutado nuevos profesores, a los que se ha dado una formación acelerada (hay que tener en cuenta que este plan de escolarización comenzó a implementarse en el mes de julio…)
En cuanto a los fondos necesarios para asumir los costes de este plan, se han conseguido a partir de una tasa de 1,5 dólares americanos sobre las transferencias de dinero del exterior, y otra de 0,05 dólares americanos por minuto en las llamadas internacionales. De alguna manera, se ha pretendido que sean los haitianos que viven en el exterior, lo que aquí se llama “la diáspora”, quienes paguen la educación de la infancia desfavorecida en Haití.
Además de la escolarización, cada niño (o niña) recibirá una cantidad para hacer frente a los gastos escolares. En la tertulia del desayuno se comentaba hoy cómo iba a repartirse ese dinero. El gobierno ha decidido que cada diputado “apadrine” a 30 escolares, y cada senador a otros 1.000. Es decir, se han entregado a cada cargo electo sobres con la cantidad a entregar y son ellos los que deben encargarse de hacerlo en su circunscripción.
Esto, ya así, en frío, tiene un peligroso tufillo a “clientelismo”. Pero si hemos de creer a las “fuentes generalmente bien informadas” que mantienen al tanto del pulso de la calle a nuestra tertulia, el asunto aún se vuelve más oscuro cuando se fija uno en detalles, como el que la cantidad fijada para cada escolar es de 96 dólares americanos (unos 70 euros), pero ayer, parece ser que uno de los senadores del Sureste comenzó a repartir en Jacmel sobres para gastos escolares a las familias con 1.000 gourdes cada uno (unos 20 euros); eso sí, previa presentación del carnet de su partido político…
Espero que esta persona, al menos, no sea responsable también del programa educativo, y que estos niños y niñas que empezarán la escuela mañana sean en pocos años parte de una nueva generación jóvenes haitianos con nuevos valores y ganas de trabajar realmente por sacar adelante este país.