jueves, 24 de enero de 2013

¿Qué fue del "hombre feliz"?

Volvía hoy a casa conduciendo por la autopista, cuando me puse a recordar al "hombre feliz".
Hace algunos años, cuando llegaba al peaje de la autopista de salida hacia el pueblo donde vivo, solía encontrarme siempre en la caseta con el saludo y la sonrisa del empleado del peaje. Cuando uno volvía cansado de trabajar o regresaba agotado tras un largo viaje, resultaban, de alguna manera, reconfortantes ese saludo y esa sonrisa. Tanto es así, que en mi familia empezamos a llamarlo "el hombre feliz". 
La verdad es que resultaba un poco difícil entender de dónde podía venirle la felicidad a alguien que se pegaba todo el día encerrado en una caseta de un metro cuadrado, pero ahí estaba la evidencia: la felicidad tal vez sea una actitud ante la Vida. Y este hombre, la tenía.
Hace tiempo que "el hombre feliz" ya no está en la caseta del peaje. De hecho, hace tiempo que no hay nadie en ese peaje. Ahora muchos llevamos un artefacto electrónico que nos abre automáticamente la barrera (tras descontarnos el importe de la cuenta bancaria, claro), o, si no, un cajón metálico nos reclama nuestra tarjeta de crédito para dejarnos paso libre. En cualquiera de los casos, la empresa concesionaria y nuestro banco se apañan directamente, de forma virtual, sin intermediarios de carne y hueso...
Para mí, es uno de los ejemplos más claros de esa oscura teoría que afirma que en España sobra gente; que la Economía "funciona perfectamente" sin nosotros; que el país puede "salir adelante" sin problemas con muchos menos trabajadores... Esa es una de las explicaciones, probablemente, de la nula preocupación de nuestro gobierno por la cruda realidad cotidiana de seis millones de personas en situación de desempleo: "los mercados" no los necesitan. 
Parece ser que hace tiempo que las grandes fortunas se dieron cuenta de que para ganar realmente dinero no merece la pena meterse en berenjenales de montar empresas y fabricar cosas. Existiendo la posibilidad de participar en los grandes "chiringuitos financieros" que especulan en todo el mundo con cualquier cosa (incluso con las "cosas de comer"...) a golpe de clic de ratón, ¿quién se va a complicar con contratos, cotizaciones sociales, trabajadores protestones, sindicatos...?
En cualquier caso, hoy, al regresar a casa, no podía dejar de pensar en qué habrá sido del "hombre feliz".

sábado, 19 de enero de 2013

Cortejo de gatos


Finalmente, me he decidido. Me han convencido. Esta mañana "el cartero de los gatos" ha llevado un "paquete" a la casa de campo.
He llevado a nuestro gato de piso a que conociera en persona a nuestra gata campestre.
Nada más llegar, ella se ha acercado a saludarle muy interesada. Él, sin embargo, se mostraba asustado y un tanto fuera de lugar. Ante la falta de interés inicial, la gata ha decidido que, "lo primero es lo primero" y se ha puesto a devorar, con el ansia de costumbre, la comida que le habíamos llevado. 
Después, ambos ya un poco más tranquilos, se han dedicado a un recorrido conjunto de los alrededores, siempre, eso sí, manteniendo las distancias. Poco a poco han ido iniciando un diálogo que yo no dudaría en calificar de "cortejo"
La verdad es que, pese a los años que llevo conviviendo con gatos, no domino mucho su lengua (sin embargo, creo que ellos sí entienden perfectamente la nuestra...), pero imagino que la conversación comenzaría con algo clásico, como "¿Vienes mucho por aquí?" o "¿Estudias o trabajas?"; para luego ir derivando a temas más personales como los gustos y aficiones de cada uno, para tratar de ir encontrando puntos en común.
El caso es que hemos visto que la cosa "iba para largo". Pasado un tiempo, he intentado convencer al gato de que nos volvíamos ya a casa, a lo que él me ha contestado con un bufido que quería decir claramente: "¡Anda, déjame un ratito más...!". De modo que hemos decidido dejarlo ahí, "pelando la pava" y volver después de comer.
Cuando hemos regresado a la casa de campo, ambos estaban en paradero desconocido, aunque al poco rato han aparecido los dos. Eso sí, cada uno por su lado. Nos ha costado un poquito convencer al gato de que se dejara llevar de nuevo a su cómoda casita, tras una mañana de aventuras..., pero, finalmente, ha aceptado regresar al hogar.
No puedo decir qué ha ocurrido en el tiempo que los hemos dejado solos. Desconozco si del palique "habrán pasado a mayores".
Como está de moda decir estos días "no me consta"...


El combustible del sistema

Cuenta la leyenda que un ministro español hizo amistad con su homólogo alemán en una de las muchas "cumbres europeas". Al finalizar ésta, el germano invitó a su colega a pasar un fin de semana en su casa de campo.
Una vez allí, el ministro español, abrumado por el lujo y la magnificencia de la vivienda del alemán, no pudo por menos que preguntarle: "Pero, ¿de dónde ha salido todo ésto?; porque, ni con el sueldo de ministro, te da para tanto...". El alemán, tranquilamente, lo llevó a la terraza superior del palacete y le señaló una autopista que se veía a lo lejos. "De ahí.", contestó escuetamente. El español se quedó unos instantes pensando y luego dijo: "¡Ah! ¡Claro!"
Un año más tarde, la cumbre europea de turno tuvo lugar en España, y el ministro español aprovechó la ocasión para devolverle la invitación al alemán. Éste, quedo boquiabierto desde el mismo momento en que atravesaron la puerta de la finca. Una inmensa extensión de jardines, piscinas y pistas de pádel, rodeaba una mansión descomunal. A su lado, la del ministro alemán parecería la caseta del perro... Cuando consiguió cerrar la boca y volver a articular palabras, el anonadado alemán balbuceó: "Pe-pero..., ¿cómo has podido llegar a tener algo así? ¿De dónde ha salido el dinero?" El ministro español, tranquilo y muy seguro de sí mismo, le llevó a la azotea, donde, desde la pista para helicópteros que allí había, la vista podía alcanzar decenas de kilómetros a la redonda. "De ahí ha salido todo", contestó.
El alemán miró, remiró, entrecerró los ojos intentando alcanzar a distinguir el horizonte, y luego dijo: "No veo nada. No hay ninguna autopista, ni tampoco ningún hospital, ninguna universidad..." El español, le dio una palmadita en el hombre de modo displicente y le dijo: "Claro, hombre, claro; por eso..."

jueves, 17 de enero de 2013

El cartero de los gatos

Siempre me han gustado los gatos. A menudo digo que el mundo se divide entre quienes les gustan los perros y quienes aman a los gatos. Y yo soy de gatos.
Creo, además, que un gato no debe comprarse. En mi opinión, la relación que puede llegar a establecerse con un gato está a medio camino entre la amistad y la familia... Y uno no compra amigos ni parientes...
Los gatos no se poseen, te aceptan a su lado. Ahora mismo soy aceptado por dos. Uno de ellos es un gato de piso, con una cierta tendencia a la melancolía y un poquito anoréxico... La otra es una gata de campo, montaraz, glotona y aventurera. 
Ninguno de los dos tiene nombre. Nunca se han visto entre sí. Pero se conocen.
Estos días estoy comprobando que los dos están estableciendo una relación a través mío. De alguna manera me siento el portador de "cartas de amor felinas". Ambos se han vuelto mucho más cariñosos conmigo. Me buscan, me rodean, me olfatean, me ronronean... Soy consciente de que ambos se están conociendo a través de mí y tratan de comunicarse por medio de estas muestras de afecto, que yo transmito en cada viaje entre la casa del pueblo y la del campo y viceversa.
Creo que me he convertido en algo así como "el cartero de los gatos".
No hago más que darle vueltas a la conveniencia o no de facilitar un encuentro "real" entre el gato y la gata. Una especie de "vis a vis". Solo mis profundas convicciones sobre una "paternidad responsable" me hacen dudar...
Por otro lado, esta situación presenta curiosos e interesantes paralelismos con mi historia personal, pues durante bastantes años mi relación amorosa fue "a distancia" y se fue construyendo carta a carta, por lo que la figura de "el cartero" fue un pilar fundamental. Asomarse cada día al buzón; estremecerse al encontrar un sobre con una letra bien conocida; aspirar ese sutil aroma que se desprendía al rasgar el sobre... Esos pequeños placeres, tan incomprensibles para quien no los ha disfrutado, quizá no estén tan alejados de las sensaciones que están viviendo, a través de mi intermediación, mis dos gatos.
Claro que... sé que es maravilloso un tipo de relación así; pero, por experiencia sé también que no todo puede ser una "relación epistolar", sino que, como cantaba Pablo Milanes, "le hacía falta carne y deseo tambien"... 
De manera que sigo pensando en que tal vez no estaría mal "facilitar un encuentro amoroso" entre estos dos "novios por correspondencia". 
Trataré que sea algo especial; tan especial como algunos de esos "momentos inolvidables" que yo he tenido la suerte de disfrutar en mi Vida.

martes, 15 de enero de 2013

El Hobbit, la película.

Debe hacer unos 30 años que leí "El Hobbit", un apasionante relato de J.R.R. Tolkien, que me introdujo en ese universo alternativo, cuyos máximos, pero no únicos, exponentes son los libros "El Señor de los Anillos" o "El Silmarillion". Desde entonces soy un "fan" de Tolkien, e intentado hacer proselitismo de esta "fé" entre mis amigos y familiares.
Cuando Peter Jackson se "atrevió" con la adaptación al cine de "El Señor de los Anillos", me acerqué a ella con una mezcla de expectación y miedo. Expectación por saber si por fin podría "ver" realizados mis sueños en una pantalla de cien, y un cierto miedo de salir desilusionado por que el resultado no estuviera a la altura del relato. 
El mejor y más preciso comentario que he escuchado de la trilogía cinematográfica de "El Señor de los Anillos" es que su director "se había creído la historia"; en consecuencia lo que presentó estaba muy cercano a lo que la mayoría, de una manera u otra habíamos imaginado siempre al leer los libros de Tolkien.
Pues bien, este fin de semana fui a ver la película "El Hobbit", también dirigida por Peter Jackson y salí en una especie de estado de shock.
Ya, de entrada, saber que será otra trilogía me escamaba... ¿Son necesarias tres películas para recrear un cuento de menos de trescientas páginas? 
Me temo que esta vez el director "no se ha creído la historia". Lo único que ha debido creer es que podía seguir "estirando" el éxito, y el indudable gran negocio, de "El Señor de los Anillos" con tres superproducciones más.
Y para mí ese es el problema. Una adaptación al cine de "El Hobbit" no debería ser una superproducción. Se trata de un cuento; una historia sencilla, con un ambiente mucho menos épico que el de "El Señor de los Anillos". Me temo que el director no ha encontrado "el tono" adecuado.
Francamente no me ha gustado. Me siento desilusionado. Me encontré perdido en una historia a medio camino entre un juego de ordenador y un musical de Disney.
Como diría en mi pueblo: "¿Pa'qué tanto?"


sábado, 12 de enero de 2013

Haití, esperanza y diginidad

Hoy hace tres años que la tierra tembló en Haití. 
El 12 de enero de 2010 un terremoto estremeció la isla denominada una vez "la Perla de las Antillas" dejando miles de muertos, centenares de miles de familias sin hogar  y un paisaje terrible de destrucción de todo tipo de servicios e infraestructuras.
Desde el primer momento, la denominada "comunidad internacional" se dispuso a emprender la operación de reconstrucción más grande jamás emprendida en la Historia. Parecía que Haití se convertiría en la gran oportunidad de demostrar lo que la Humanidad es capaz de realizar cuando se siente unida por un verdadero sentimiento de solidaridad. Todos las agencias internacionales, públicas, privadas,  civiles, religiosas, gubernamentales y no gubernamentales, se pusieron manos a la obra.
Todo esto despertó, indudablemente grandes esperanzas en el pueblo haitiano. 
Pasados estos tres años, la "oportunidad" de Haití está claro que no pasó de ser el "experimento" de Haití. Y, para miles de hombres y mujeres que fuimos a trabajar allí durante un tiempo, ha sido "la experiencia" de Haití.
Sin duda todos aprendimos algo. Por un lado, que los diversos organismos internacionales de desarrollo, sean o no gubernamentales, tienen muy diferentes intereses, probablemente muy legítimos todos ellos, aunque el primero y principal pareciera ser el de tratar de justificar la propia existencia de cada uno de ellos. Esto, a menudo, lleva a convertir en una tarea casi imposible una labor coordinada a gran escala. Por eso, finalmente, son las pequeñas iniciativas, "a ras de suelo", "a nivel de calle", "pegadas a la población", las que parecen haber supuesto, realmente, un apoyo real para l@s haitian@s.
De hecho, han sido ell@s quienes más han trabajado, día a día, con su esfuerzo y su sudor para salir adelante. A veces con la ayuda internacional, y otras veces "a pesar de ella".
"Resiliencia" es una palabra que yo, francamente, apenas conocía antes de llegar a Haití. Viene a ser la capacidad de salir fortalecido de una grave adversidad. Creo que esta es, junto con la esperanza en el futuro, pese a todo, la principal característica del pueblo haitiano. Tal vez por eso, l@s haitian@s han seguido levantándose por la mañana todos los días, visitiendo y poniendo lazos en el pelo a sus hijas antes de mandarlos a la escuela. Aún sin saber muy bien qué futuro les espera a esos niños y niñas que caminan con una sonrisa en los labios.
¿Qué recuerdos tengo de Haití, ahora que hace más de una año que he vuelto? Muchos sin duda. Pero, por elegir dos anécdotas, una sería la gran preocupación que vi reflejada en los rostros de mis compañeros de trabajo haitianos cuando llegaron noticias del terremoto de Lorca en 2011, a pesar de que fue infinitamente menos grave que el que eles afectó a ellos...
La otra historia, siempre la cuento, como reflejo de la "dignidad" de l@s haitian@s. Yo, si a media mañana, por alguna razón, me manchaba la camiseta de alguna cosa, seguía con ella puesta hasta el final del día. Mis compañer@s haitian@s, si sufrían ese percance, corrían a sus casas para cambiarse ropa en cuanto podían...
Cuando en España la desesperanza nos pesa en el alma cada mañana al levantarnos. Cuando vemos cómo se desmorona a nuestro alrededor todos los los logros sociales que nuestros padres y madres y madres construyeron con su trabajo y su esfuerzo durante años y años. Cuando tenemos que soportar cómo nuestros gobernantes desprecian la educación y la sanidad públicas... Quizá deberíamos recordar lo que estuvo escribiendo Forges a pie de página en sus viñetas durante muchos meses: "No te olvides de Haití"



martes, 8 de enero de 2013

Una vacante imprevista

Acabo de terminar de leer "Una vacante imprevista", la última obra de J.K. Rowling la escritora  inglesa creadora de la saga de Harry Potter.
En esta ocasión, Rowling abandona por completo el mundo mágico de Hogwarts para ofrecernos varios cientos de páginas de cruda realidad. Su libro nos va introduciendo, poco a poco, en los entresijos de un aparentemente idílico pueblecito del sur de Inglaterra.
Paso a paso vamos viendo cómo esa pequeña sociedad rural alberga en su interior bastantes más miserias humanas de las que podríamos deducir al contemplar sus pulcros jardines y floridas ventanas.
Conforme avanza la obra, se va imponiendo un cierto tono de tragedia griega. La autora va generando en nosotros el convencimiento de que algo grave va a suceder. Algo que trastocará definitivamente las vidas de los protagonistas y sacará a la luz sus secretos más inconfesables.
Al terminar de leer la novela, un sabor especial me vino a la boca. Un sabor muy inglés, tal vez. Mermelada de naranja amarga.
Para mí, este sería un concepto que definiría muy bien esta historia. Un producto amargo, sin duda, pero que no deja de ser una mermelada; es decir algo, en el fondo, con mucho, mucho azúcar... y con "poca chicha"...

viernes, 4 de enero de 2013

Libros al rescate

Esta mañana he visitado un santuario.
No pertenecía a ninguna religión en concreto, pero, sin duda, era un lugar de culto.
Como los verdaderos lugares de culto, no está a la vista de todos, aunque en modo alguno está oculto ni resulta inaccesible.
Al contrario, podemos encontrarlo en pleno centro de la ciudad, a la vista de tod@s. De tod@s aquello@s que, como iniciad@s, sepan verlo y apreciar todo lo que contiene, todo lo que puede ofrecernos.
Se trata de "Libros del Rescate", un local que nos ofrece una cuidada selección de libros de viejo y discos de vinilo. Un aparente anacronismo en este siglo XXI post-apocalíptico, pero que, sin duda, puede albergar gran parte de las respuestas que necesitamos l@s supervivientes al frustrado fin del mundo de 2012... e incluso puede plantearnos nuevas e interesantes preguntas para lo que nos quede de camino.
Personalmente ha sido una experiencia casi mística. Confieso que soy infiel al libro de papel desde que convivo con mi E-reader, pero todavía olfateo con ansia ese aroma de los libros viejos.
Por otro lado, mi hijo es un neo-converso a los discos de vinilo, una pasión que yo nunca tuve, pues mi infancia y juventud solo conoció los "placeres" y vicisitudes de los "cassettes". Sin embargo, estoy apoyando, con una mezcla de ternura y curiosidad, este retorno a los orígenes de la música comercial, en medio de tanto "E-chisme" de obsolescencia controlada...