martes, 27 de diciembre de 2011

Cultura y "pirateria"


El nuevo ministro de Cultura del gobierno de España, en sus primeras declaraciones públicas ha afirmado que este país “no se respeta la Cultura” porque, según él se encabeza el ranking de la “piratería”…
Dejo aparte del tema de que, actualmente, se considere “piratas” a los que comparten música, películas y libros a través de Internet. A otros que, con la sola brújula de su avaricia y a embarcados en oscuras naves llamadas “mercados”, especulan con países enteros, los roban, violan y saquean para luego esconder sus ganancias en islas perdidas del Caribe, se les denomina “agentes financieros”.
Con esa salvedad, debo decir que estoy de acuerdo con el ministro. En España no se respeta la Cultura. Porque no creo que los “creadores” hayan deseado nunca que sus obras estuvieran inmersas en el “tsunami publicitario” en el que se nos suelen presentar.
Me gustaría saber qué opinan los músicos de que sus canciones se presenten como un breve intervalo musical entre la programación normal de las emisoras, que no viene a ser mucho más que anuncios y publirreportajes de grandes almacenes, bancos, y compañías de seguros o telefónicas. Y en las emisoras locales puede ser peor, pues la música aparece entre anuncios de fruterías o talleres de ruedas…
El cine no lo tiene mejor. Pocos directores creo que soportarían sin un ataque de nervios los cortes (despieces, más bien) publicitarios que sufren sus películas. ¿Qué trama, por muy bien hilada que esté, puede soportar diez minutos de anuncios cada cuarto de hora? ¿Y en qué ambiente especial puede conseguir introducirnos un director, si sus imágenes vienen “emparedadas” entre el Burguer King y Media Markt?
Y si vamos a ver la película en una sala de cine, tendremos que soportar también, como “penitencia previa”, anuncios publicitarios o avances de películas que no nos interesan lo más mínimo, pero eso sí, siempre a un volumen ensordecedor.
Los libros, de momento, vienen sin anuncios; pero escritores prestigiosos, algunos de los cuales claman también por el respeto a la cultura, escriben en revistas donde apenas podemos encontrar sus artículos, “hábilmente” envueltos en el celofán de anuncios de colonia y coches de lujo.
Por todo eso, estoy de acuerdo con el ministro, en España no se respeta, en general la Cultura. Por eso, los que queremos escuchar música sin anuncios y ver películas sin interrupciones, tenemos que recurrir, a menudo, a compartirlas con amigos y verlas tranquilamente, en un ambiente adecuado, sin ser asaltados sin piedad por mensajes indeseados que destrozan toda la magia del arte.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Mi viejo Atlas

Cuando era pequeño tenía un Atlas escolar en casa. Pasé muchos ratos de mi infancia dibujando sobre él con un lápiz viajes imaginarios por los cinco continentes.
Siempre me ha gustado viajar. Es un vicio que, de alguna manera, me transmitieron mis padres. Ellos, dentro de sus modestas posibilidades, trataban cada año de llevarnos a sitios nuevos de vacaciones a mi hermana y a mí. Con el tiempo, ese "vicio" se convirtió en pasión y, ya independizado, fui teniendo ocasión de comenzar a hacer realidad algunos de los viajes que diseñé en mi viejo Atlas. 
He tenido la suerte, además, de que muchos de esos viajes han sido por cuestiones de trabajo. Dicho de otra manera, me han pagado por hacerlos.
Desde luego, no he tenido ocasión de recorrer aún todas las rutas trazadas a lápiz en mi infancia; pero sí, quizá, muchas más de las que creía posibles en aquel entonces tumbado en el suelo de mi habitación mirando hojeando sin descanso las gastadas páginas de mi Atlas.
Espero todavía poder hacer realidad muchos de aquellos viajes soñados; pero, con el tiempo, he ido aprendiendo que, en muchas ocasiones, preparando un viaje se disfruta tanto o más que llevándolo a cabo.
Por otro lado, en la actualidad, las compañías aéreas y las medidas de seguridad aeroportuarias están consiguiendo que viajar deje de ser un placer para convertirse en un purgatorio. Para muchas personas, el tiempo que se pasa viajando es una molestia, una incomodidad que debe acabarse lo antes posible. Cuando, muy menudo, en mi opinión, el trayecto pude ser mucho más gozoso y satisfactorio que el destino a alcanzar.
Quizá es por eso que, mientras trato de encontrar, de una vez, un lugar donde echar raíces junto a mis seres queridos, estoy tratando de "sublimar" mi pasión por los viajes con un nuevo proyecto que he dado en llamar "El Gato Viajero". Vendría a ser algo así como tratar de seguir viajando por "personas interpuestas"... Seguir dibujando, ahora virtualmente, rutas a lápiz sobre mi viejo Atlas.


domingo, 11 de diciembre de 2011

El viajar es un placer



Sólo para nostálgicos... 
Amantes de los viajes. Incluso de los viajes al pasado


Domingos diferentes



Aunque el Madrid haya perdido "el clásico"... Aunque sea día de "Operación Retorno"...
Hay maneras diferentes de pasar el domingo. Por ejemplo, cogiendo olivas en una casa rural del Bajo Aragón. La casa de unos buenos amigos: http://www.lodebruno.com/




Nuevos proyectos

¿Por qué esperar al Año Nuevo para iniciar nuevos proyectos?
“No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” nos enseñaron de pequeñitos.
Tras muchos años de desearlo y muchos años de “ir dejándolo”, esta semana hemos dado el paso: hemos comprado una casa en el campo.
No es un castillo, aunque por la llave que nos han entregado lo parece.
No es una ruina, aunque sin duda hay muchas cosas que rehabilitar y muchas mejoras posibles que hacer.
Es una casa con una historia pasada y un futuro por construir.
Es un entretenimiento para mucho tiempo.
Nos quedan muchas jornadas de trabajo; muchas dudas y muchos esfuerzos.
Estamos decididos a dedicarle muchas energías y toda nuestra ilusión.
Como otras muchas cosas de la Vida, sabemos cuándo empezamos pero no cuándo terminaremos.
Pero no nos importa. Seguramente, la Felicidad no está tanto en el objetivo final, sino en disfrutar durante el camino.

martes, 6 de diciembre de 2011

Recortes navideños


El nuevo gobierno que surgirá de las últimas elecciones generales celebradas en España tomará posesión justo antes de Navidad. Con ese motivo, aprovechará para tomar una serie de importantes medidas de carácter socio económico.
Me permitirán que no revele cómo, pero una fuente fidedigna me ha filtrado una de ellas; sin duda, de gran impacto en nuestras vidas.
La cúpula dirigente del partido actualmente hegemónico en España ha mantenido reuniones secretas con los sindicatos UGPN (Unión General de Papás Noeles) y CCMM (Comisiones Mágicas) con el fin de aplicar un severo plan de recortes y austeridad durante las fiestas navideñas, para tratar, de una vez por todas, de que dejen de ser un periodo de derroche sin sentido.
Las medidas, que han sido aceptadas en su totalidad por los sindicatos, se resumen en los siguientes puntos:
Aplicación de un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) sobre los Reyes Magos con las siguientes consecuencias:
  • Rescisión de contrato a Baltasar por no poder presentar papeles que acrediten su residencia legal en España.
  • Melchor y Gaspar perderán sus contratos indefinidos y pasarán a ser considerados fijos discontinuos. Además, dejará de reconocérseles la antigüedad y el complemento de nocturnidad.
Renegociación del contrato con Papá Noel, especialmente en lo relativo al uso de un trineo volador tirado por renos, dado el sobrecoste que ello supone por el pago de horas extras a los controladores aéreos necesarios para tal fin. Así, en lo sucesivo, Papá Noel solo verá autorizado el uso de medios terrestres para realizar su trabajo; una medida que ha sido especialmente bien acogida por CCMM que llevaba décadas acusando a los miembros de UGPN de competencia desleal.
Los miembros de ambos sindicatos (UGPN y CCMM) se comprometen a dejar este año en cada domicilio una “factura informativa” del coste de cada porte, para que los ciudadanos y ciudadanas comiencen a ser conscientes del impacto de sus peticiones y deseos en el creciente déficit del Estado.
Estas medidas, serán de aplicación inmediata en las próximas fiestas navideñas. Aunque los portavoces del nuevo gobierno quieren dejar claro que su adopción no descarta en modo alguno que en años sucesivos sean adoptadas nuevas medidas de recorte presupuestario, entre las que podrían estar la fusión obligatoria de los dos sindicatos (UGPN y CCMM), con nuevas regulaciones de plantilla y la adopción de una única fecha para el reparto de regalos. Esta fecha aún no está decidida, pero se empieza a barajar la del 28 de diciembre.

El gobierno del miedo


En la historia de la Humanidad, los gobernantes han utilizado distintos tipos de miedo para controlar a la población. Básicamente, el miedo a sufrir toda una serie de castigos físicos, más o menos sofisticados, si se desobedecían los designios del señor de turno.
En muchas ocasiones, además, los poderes terrenales se han aliado con los poderes espirituales para controlar a los hombres y a las mujeres a través del miedo a los dioses, que podrían infligirnos toda una serie de penalidades en esta o en otras vidas.
Muy utilizado ha sido también el miedo a lo distinto, a lo diferente, al extranjero. Así, en nuestra historia, nuestros gobernantes nos han enseñado sucesivamente a temer a los bárbaros, a los moros, a los protestantes, a los revolucionarios, a los masones, a los comunistas o a los terroristas.
Pero, con ser diferentes, todos estos miedos que nos han sido inculcados para mantenernos “en orden”, no dejan de basarse en lo mismo, en que alguien vendrá, de manera inesperada y sorpresiva y nos harán daño, mucho daño, a nosotros o a nuestros seres queridos. Para impedirlo, para protegernos de todo mal, tenemos que obedecer al gobernante.
Sin embargo, parece que, progresivamente, nos hemos ido haciendo más descreídos, (o más inteligentes…) y cada vez tenemos menos miedo al enemigo exterior, por lo que, a mi modo de ver, nuestros gobernantes están tratando de controlarnos con un nuevo tipo de miedo; una especie de “enemigo interior”.
No está muy bien definido; ni siquiera tiene un nombre preciso. A veces se le da en llamar “los mercados” o “la economía”. Pero, en todo caso, parece ser tan terrible como cualquiera de los antiguos dioses y tan sanguinario como cualquiera de nuestros enemigos históricos anteriores, ya que no solo pueden acabar con nuestro presente, sino también con nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Si no hacemos caso de todo lo que nos digan nuestros gobernantes, estos nuevos enemigos acabarán con nuestra vida tal y como la conocemos hasta ahora…
Bueno, tal vez no acabarán con nuestras vidas, sino con nuestro “estilo de vida”. Y, en mi opinión, ahí está el quid de la cuestión. ¿Queremos conservar más nuestro “estilo de vida” que nuestras Vidas y las de nuestros hijos? ¿Dejaremos de luchar por lo que creemos que es justo para esta generación y las siguientes porque tenemos que seguir pagando la hipoteca o porque no queremos renunciar a cambiar de coche cada cuatro años? ¿Son estos los nuevos miedos que nos gobiernan?

martes, 22 de noviembre de 2011

Terrorismo económico


Hace ocho años, justo unos días antes de unas elecciones generales, España sufrió el ataque terrorista más cruel de su historia, con el resultado trágico de casi dos centenares de muertos. Tras esos tensos y dolorosos días, los españoles tuvimos que ir a votar y decidimos quiénes serían nuestros gobernantes durante los siguientes cuatro años. Fueron unas elecciones legítimas, pese a que ciertos grupos políticos y mediáticos pusieron entonces en duda la validez del resultado, y han seguido haciéndolo incluso durante todos los años que han transcurrido desde entonces.
Hace unos días, los españoles fuimos convocados de nuevo a participar en unas elecciones generales. Y, nuevamente, la campaña electoral ha estado marcada por actos terroristas. Terrorismo económico, también llamado avaricia, especulación, latrocinio o “presiones de los mercados”. En esta ocasión, los terroristas, seguramente, tampoco estaban “en lejanas montañas”, sino más bien en “despachos cercanos”. Es lo que tiene el terrorismo económico, que para organizarlo y ejecutarlo no hay que esconderse en cuevas, sino que sus artífices pueden pasar su jornada laboral sentados en cómodos sillones de cuero y disfrutando de aire acondicionado. Sin embargo, su objetivo no deja de ser, como el de otros grupos terroristas, doblegar a los gobiernos y ocasionar sufrimiento a ciudadanos inocentes.
La principal diferencia entre estos dos ataques terroristas a la democracia española es que me temo que nadie va a investigar ni llevar a juicio a los responsables de este último atentado. Es más, son muy pocos los ciudadanos, y creo que ningún partido político, los que lo están reclamando.
No creo que debamos dudar de la legitimidad de los resultados de las últimas elecciones. Se han realizado de acuerdo con las reglas de juego que nosotros mismos nos hemos impuesto. Pero sí creo que es el momento de plantearnos comenzar a cambiar esas reglas. Pero eso es algo que, en mi opinión solo será posible si, como se hizo hace ocho años,  se investigan los últimos ataques de terrorismo económico que hemos sufrido, se desenmascara a los culpables, (a todos los culpables, estén donde estén) y éstos son llevados ante los tribunales y juzgados.
Por el bien de nuestra democracia.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Reiniciando mi Vida.


De nuevo en casa. Atrás ha quedado el Caribe. Atrás, pero no olvidado. Sé que va ha sido una etapa importante de mi Vida. Siento que he aprendido algunas cosas. Cosas importantes. Incluso si ahora mismo no soy totalmente consciente de cuáles. No soy capaz de expresarlas con palabras. Pero estoy seguro de que se ha marcado un antes y un después.
No he sentido pena de irme de Haití. Como le decía a una compañera “no he sucumbido al encanto” de la isla, de la “la Perla del Caribe”. Pero, desde luego, no me ha dejado indiferente. Salí de ahí, tranquilo, convencido, decidido a hacerlo. Con una pequeña mochila de recuerdos, pero con un gran equipaje de proyectos.
El último atardecer lo pasé en la Playa de La Saline. En el rincón que otra compañera me invitó a descubrir el primer fin de semana que pasé en Jacmel. Allí donde me aconsejó que fuera siempre que lo necesitara; a ver el mar; a buscar respuestas o a encontrar nuevas preguntas.
Ahora me toca empezar otra vez. REINICIAR. Está claro que muchas cosas no pueden ni deben seguir igual. En mí, en mi familia. En mi entorno cercano. En nuestro país. En nuestro mundo.
No tengo nada claro como hacerlo, pero siento que tengo el ánimo y las fuerzas de hacerlo. Y quiero aprovecharlas.

martes, 15 de noviembre de 2011

Realidad o ficción




Siempre se ha dicho que la realidad supera a la ficción. También se suele afirmar, con un punto de cinismo, que una de las principales normas del periodismo es, o de debería ser, "nunca dejes que la realidad te estropee una bonita historia".

El 11/11/11 el mundo no se acabó como afirmaban algunos. Al contrario, ese mismo días, o mejor dicho, esa misma noche, "La 2 Noticias", considerado por muchos el mejor programa informativo de España, nos anunció, en primicia, que un mundo nuevo estaba naciendo, que esta vez sí, otro mundo era posible, y ahora era el momento.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-2-noticias/2-noticias-11-11-11/1247384/

Vivimos días en que nuestros gobernantes afirman que nos cuentan, ahora sí, la verdad. En los que nos exigen que nos enfrentemos a la realidad, que dejemos de vivir en un sueño.

Lo único que yo quisiera es que nos dejaran a cada uno vivir nuestros propios sueños. Eso y un espacio, una ventanita, para compartirlos con los demás.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Zombis en el purgatorio


Este sábado fui conduciendo solo por primera vez de Jacmel a Puerto Príncipe.
En todo el tiempo que he estado aquí solo he ido a Puerto Príncipe por obligación. Hay quien dice que esa ciudad es el infierno. Yo no estoy de acuerdo.
No creo que pueda ser el infierno una ciudad donde viven cientos de miles de niños. Niños que van a la escuela con sus uniformes limpios y planchados y una sonrisa en los labios. Y donde viven otros miles de niños que no pueden ir a la escuela porque no tienen quién les pague ni les lave y les planche el uniforme, pero, con la misma sonrisa, tratan de ganarse el pan de cada día limpiando coches, por ejemplo.
Pero, sí que es cierto que, Puerto Príncipe es una especie de purgatorio. Un lugar donde millones de almas parecen expiar sus pecados. Pecados que tal vez ellos no han cometido. Pecados tal vez de otros. Tal vez, incluso nuestros propios pecados. Aunque esos pecados no sean los que nos enseñó la Santa Madre Iglesia; sino otros, pero tal vez igual de capitales como el Olvido, el Desinterés o la Apatía.
En cualquier caso, esta vez me dirigía a Puerto Príncipe por placer. Recorrí las procelosas curvas de la montaña de Jacmel al amanecer escuchando algunas de mis canciones favoritas. Puedo asegurar que escuchar “Zombie” de The Cranberries en esas circunstancias, adquiere un sentido especial.
El sábado acudí a Puerto Príncipe por primera vez por placer porque iba a buscar al aeropuerto a mi “sorpresa inesperada de última hora”: a mi hija, que viene a pasar conmigo mis últimos días en Jacmel.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Última luna llena en Jacmel


Esta noche hay luna llena. Y esta será mi última luna llena en Jacmel.
La próxima semana regresaré a España. Habrán sido, si llevo bien la cuenta, 14 lunas llenas en Jacmel.
Llenas de ilusiones y de desilusiones. De recuerdos agradables y de momentos desagradables. De encuentros inolvidables y de reuniones a olvidar. De noches de fiesta y tardes de hospital. De paseos por la playa y días interminables en la oficina.
En resumen, 14 lunas llenas de Vida.
Dejo un país por reconstruir todavía, para regresar a un país por reiniciar. No sé lo que haré a partir de ahora. No tengo la menor idea. Pero sé que lo quiero hacer junto a las personas que quiero. Esas personas que nunca me han dejado de acompañar durante estas 14 lunas llenas, a pesar de que un océano y muchos kilómetros nos separaran.
En Haití creo que ha aprendido algunas cosas. Aunque, tal vez, aún no sea consciente de la mayoría de ellas. Espero poder compartirlas allá donde vaya.
No estoy seguro de haber enseñado algo. Me conformo con no dejar tras de mí un mal recuerdo.
Para la última semana que me queda en Jacmel, el destino me ha deparado una sorpresa de última hora. Un reencuentro inesperado. Tal vez una asignatura pendiente. Un asunto íntimo y personal por solucionar.
Espero que este “Reino de este mundo”, esta “Isla bajo el mar”, este país que basa su cultura en el culto a los antepasados, sea un buen lugar para comenzar a soñar juntos un nuevo futuro.

martes, 1 de noviembre de 2011

De nuevo en Puerto Príncipe.


El lunes 31 había que volver a Inmigración a recoger nuestros permisos de residencia. Aprovecharemos el viaje para hacer otras gestiones en la capital.
No todo el mundo se “haitianiza” en Jacmel. La compañera que viene a buscarme, con la que había quedado a las 4.15 de la mañana, me manda un SMS a las 4.12 para anunciarme que ya me está esperando en la puerta.
Tras recoger al resto de la expedición emprendemos la carretera de Jacmel a Puerto Príncipe. El primer tramo, de carretera de montaña y aún nocturno, transcurren con calma y normalidad. Tanto que en los asientos traseros, el personal duerme ruidosamente.
Al comenzar a acercarnos a la capital el tráfico se hace más denso, hasta volverse decididamente espeso al entrar en Puerto Príncipe. No son ni las 7 de la mañana pero la ciudad bulle: tap tap, camiones, mercados, atascos…
Tras una primera parada en el aeropuerto para dejar a una de nuestras cada vez más habituales “visitas técnicas”, nos dirigimos a Inmigración a recoger nuestro permisos de residencia. Entretenemos la espera observando que el funcionario de turno, además de su rutilante uniforme de “Vacaciones en el mar” lleva cuidadosamente hecha la manicura, con uñas barnizadas incluidas.
Seguimos hasta Petion-ville, el “barrio bien”. Hay que ir de bancos, pero como yo no pinto nada en ese negociado, decido “no hacer bulto” y quedarme esperando en la puerta. A la sombra hace una temperatura estupenda, me siento en las escaleras del banco, cojo postura y me dispongo a recuperar parte del sueño perdido. Me despiertan mis compañeras cuando salen un rato después. Una de ellas me comenta que en esa misma circunstancia en España me habría echado unas monedillas. Pero aquí a nadie se le ocurriría dar limosna a un blanco.
En una de las avenidas vemos cómo dos policías de uniforme están parando a todos los coches. Al llegar a nuestro lado le preguntamos qué ocurre. Nos dice que algo muy importante: “Jesús va a venir, a traernos la Vida Eterna”. Mucho más reconfortados, seguimos nuestro camino.
Tras varias gestiones más, (que incluyen una visita a la oficina técnica de la cooperación española para recoger unos documentos y utilizar sus baños…), emprendemos el camino de regreso. El atasco en el centro de la ciudad comienza a adquirir características de “colosal”. Para pasar el rato decidimos hacer fotos de los tap tap y analizar sus mensajes: “La vida no se acaba”, “Voluntad de Dios”, “Sólo Dios es Todopoderoso”, “Los verdaderos amigos son raros”. Suelen ser bastante repetitivos, aunque algunos, desde luego son solo para iniciados: “Filipenses 3, V, 28” o “Juan 5, 22”
Por fin, logramos salir de Puerto Príncipe y alcanzar la carretera de Jacmel. Esta vez el tramo de carretera de montaña nos lo “amenizan” dos camiones de cascos azules ceilandeses que ascienden los puertos penosamente delante de nosotros y se esperan en las cumbres el uno al otro, suponemos que “por motivos de seguridad”.
A eso de las 5 de la tarde, por fin, estamos otra vez en Jacmel.

Navegación a La Brasilienne


Quedamos a las 6.45. A esa hora solo estoy yo. Los demás llegan a las 7.30. Está claro que esto de los horarios, los blancos se “haitianizan” rápidamente. En un rápido recuento de las provisiones disponibles comprobamos que solo otra pareja y yo hemos caído en traer agua. Se decide enviar una expedición para ir a comprarla. Vuelven media hora más tarde con una docena de botellas de agua y tres docenas de cervezas.
A las 8.15 emprendemos por fin la navegación. Casi hora y media costeando en dirección oeste para llegar a la playa de la Brasilienne. El lugar no es nada del otro mundo y está lleno de pescadores locales y niños jugando. Decidimos emprender otra expedición para buscar un lugar más discreto; pero esta vez tenemos que caminar cargados con la nevera de las cervezas.
Finalmente encontramos un lugar más o menos aceptable, incluso con un pequeño toldo hecho con hojas de palmera para protegernos del ardiente sol. Son poco más de las diez de la mañana, pero comenzamos a emprenderla con los bocadillos y las cervezas.
Pasamos una jornada de pereza total, con tímidas excursiones al agua, atravesando la arena que quema con furia volcánica. Comienzan a aparecer algunos niños que sonríen, entre curiosos y estupefactos ante la imagen de un grupo de blancos tumbados a la sombra y acumulando, cuidadosamente, a un ladito, botellas vacías de cerveza.
Al inicio de la tarde nos rodea un grupo formado por la mayor parte de la población de la zona entre 5 y 75 años. Conversamos en una mezcla de francés, inglés, español y creole, digna de la torre de Babel. Sin duda nuestra locuacidad y don de lenguas se incrementa de manera inversamente proporcional a la cantidad que queda de cerveza.
Sobre las 15 horas decidimos abandonar La Brasilienne. Nuestro embarque no resulta demasiado airoso. La mar ya comienza a estar movida y subimos a la barca casi totalmente empapados. Para quitarnos el susto, decidimos acabar con las cervezas.
El capitán de la embarcación decide hacer la ruta de regreso casi pegado a los acantilados. Pasamos algunos momentos de tensión cuando decide demostrarnos que es capaz de hacer pasar la barca entre un peñasco de diez metros de alto y un arrecife que asoma ligeramente dos metros a la derecha. Una enseñanza del día: con el patrón del barco que ha de traerte de regreso con mar picada, no es conveniente compartir las cervezas.

sábado, 29 de octubre de 2011

Estampas del sábado en Jacmel


Los comentarios de radio durante el desayuno se centran en el último suceso político en Haití. Un diputado, que plantó cara al presidente de la república, fue arrestado, por orden de éste, en el aeropuerto de Puerto Príncipe a su regreso del extranjero, acusado de ser un peligroso delincuente fugado de prisión. Así este país parece tener como única prioridad ahora mismo discernir quien tiene o no la razón en este conflicto entre los poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.
Cuando bajo paseando hasta el centro, veo una pequeña multitud en la calle principal. Entre veinte y treinta jóvenes haitianos están observando cómo dos vietnamitas instalan una gran antena de telefonía móvil en el centro de la ciudad. Por un lado, me recuerda a la típica estampa española de “dos trabajan y veinte miran”. Por otro lado, imagino que muchos de los “mirones” desearían poder trabajar también ellos. Finalmente, es curioso que en Haití casi nadie tiene agua o electricidad en su casa, pero la mayoría de los haitianos disponen de uno o más móviles. Tres compañías se reparten el negocio. La última, la recién llegada Natcom, es propiedad del ejército vietnamita…
Voy al banco. Tengo suerte, no estoy ni una hora. Cincuenta personas en la cola. Tres cajeras. Seis guardias de seguridad. Así es el sistema bancario en Haití.
Me doy una vuelta para visitar una galería de arte. Desde que estoy aquí tengo la idea de comprar un cuadro. El problema es que todavía no estoy seguro de haber encontrado “el” cuadro. 

jueves, 27 de octubre de 2011

La burbuja


Me resulta curioso que tanta gente, que sé que me quiere bien, se preocupe por el hecho de que yo esté aquí.
La verdad es que muchos medios de comunicación ofrecen, lamentablemente, una imagen distorsionada de Haití. Especialmente lamentable ha sido uno reciente que, bajo el título de “Vacaciones en el infierno”, pretendía, parece ser, animar a la gente a hacer “turismo solidario” en este país… Por desgracia, cualquier excusa es buena para que un aprendiz de reportero, con buenas conexiones, venga de paseo por aquí, con un guión preestablecido, al servicio del cual no duda en realizar todos los “ajustes” necesarios para que “la realidad” corresponda a lo que otros le contaron en Madrid…
Mi vida aquí, dista mucho de ser el infierno. Claro que tampoco es el “paraíso de los cooperantes” que pretende reflejarse en otras ocasiones. Es una vida sencilla, un poquito austera, es verdad, pero sin llegar a ser incómodo.
De hecho, a veces me preocupan más algunas situaciones que se están viviendo en otros países. Desde las interminables crisis económicas europeas (unas crisis en las que los únicos que merecen ser “salvados” parecen ser los banqueros…), hasta las cacerías humanas emprendidas por los ejércitos de los países supuestamente más democráticos del mundo, en nombre de la paz y la estabilidad… de las regiones con petróleo…
Aquí tengo la sensación de vivir en una especie de burbuja, una especie de pequeño universo paralelo que, si bien es verdad que me limita un poco, de alguna manera está lleno de esas pequeñas rutinas que me dan una cierta seguridad.
Y cada vez más a menudo me pregunto si no debería, tal vez, salir de esta burbuja y “bajar al barro”… Unirme, junto a todas las personas a las que amo y que me importante, a la lucha para evitar que un miserable grupo de avariciosos e irresponsables especuladores maneje el destino del mundo a través de sus títeres políticos.
Lo malo es que las burbujas, como todos sabemos, no tienen puertecitas, sino que, para salir de ellas hay que reventarlas… Y sé, soy consciente, que la caída desde allí donde esté, puede ser dura.

domingo, 23 de octubre de 2011

Alegorías inexplicables


Este viernes hice un nuevo viaje a Bainet. Tenía algunos asuntos pendientes que tratar allí, y también aprovechamos para mostrar la zona a nuevos compañeros de trabajo.
Volví a ir conduciendo, una vez solucionados los casi interminables problemas burocráticos para matricular el vehículo de la organización para la que trabajo. Una vez más me enfrenté con ahínco a ese duro camino al que parece que tienes que vencer curva a curva, pendiente a pendiente. Un camino cada vez peor, aunque parezca increíble. Cada lluvia arrastra más la tierra, abre profundas grietas, hace aflorar la roca y lo hace cada vez más difícil.
Nadie mantiene los caminos, ni el Estado, ni los ayuntamientos, ni las comunidades por las que pasan. Si las carreteras son el esqueleto que sustenta una nación, Haití parece deshacerse cada día un poco más, A veces da la impresión de que los caminos, más que unir, separan a los pueblos.
Sin embargo, aunque pasé parte del día inmerso en estos pensamientos pesimistas, la tarde me ofreció una sorpresa. Mi colega haitiano me propuso volver por un camino distinto, por una ruta que no conocía; no habitual. Y, de repente, cambié el espíritu de lucha y de dominación de un camino, para dejarme llevar por la actitud de pasear y disfrutar del viaje. En algún momento incluso me reconocí admirando rincones de excepcional belleza; suaves caminos cubiertos de hojas amarillas, como en el otoño de los cuentos…
Y a la vuelta de una curva, al final de una pendiente me encontré con la extraña imagen de un viejo, frondoso y retorcido árbol surgiendo de entre los restos de un viejo tractor… ¿Un símbolo? ¿Una alegoría? ¿Un sueño materializado? Realmente no lo sé; no le encuentro ninguna explicación. Pero tal vez una de las enseñanzas que estoy adquiriendo durante mi estancia aquí es que no todas las cosas tienen una explicación, ni tienen por qué tenerla.

viernes, 21 de octubre de 2011

Un año en Jacmel


Hoy hace un año que llegué a Jacmel.
En todo este tiempo he tenido ocasión de vivir muchas cosas:
Un interminable proceso electoral que ha llevado a la jefatura del estado haitiano a un presidente-cantante o a un cantante-presidente, no se sabe muy bien…
Una epidemia de cólera que se ha cobrado ya la vida de más de 6.000 personas. Una enfermedad introducida por la conducta irresponsable de algunos de aquellos que se supone que están en Haití para “estabilizar” el país…; pero también una enfermedad que si se transformó en epidemia fue por la absoluta dejadez de las autoridades haitianas respecto a su responsabilidad de asegurar unos mínimos servicios de higiene y saneamiento a los hombres y mujeres que habitan este país.
Un huracán y varias alertas ciclónicas; fenómenos naturales que afectan de manera regular este país, eternamente peleado con su Naturaleza…
La incorporación y la “desincorporación” de varios compañeros y compañeras de trabajo; amén de las visitas “de apoyo” de personal de sede, consultores/as, evaluadores/as y voluntarios/as varios/as…
Entre tanto, para romper la rutina, he sido invitado a fiestas de cumpleaños, de bienvenida, de despedida, de salida de vacaciones, de retorno de vacaciones…, todas las excusas que emplea la colonia internacional de cooperantes/as para reunirse en alguna sus residencias para tomar unas cervezas y hablar de lo “dura y penosa” que es nuestra vida aquí…
En algún ratillo, entre fiesta y fiesta, he tenido tiempo de trabajar. Un trabajo que consiste básicamente en convencer a equipos de técnicos/as haitianos/as de que realicen su trabajo de desarrollo con campesinos y campesinas haitianos/as de acuerdo con normas y procedimientos elaborados por equipos de técnicos/as españoles/as que jamás han pisado este país y tendrían, seguramente, serias dudas para localizarlo en un mapa…
En lo personal, he tenido ocasión de conocer a algunas personas muy interesantes y a otras, bastantes, que, como yo, posiblemente están en este mundo solamente porque tiene que haber de todo…
En el momento de cumplir un año en Jacmel, no estoy seguro de cuánto tiempo más me quedaré aquí. Sobre todo porque traje mi cabeza a Haití, pero dejé mi corazón en España.
Tampoco me siento capaz de hacer ahora mismo un balance de si esta estancia ha sido positiva o negativa. Lo que sí sé es que, hace un año, mi destino cambió. Estoy seguro de ello porque puedo verlo cada día en la palma de mi mano.

viernes, 14 de octubre de 2011

La luna llena en el olivar


Hoy he recibido la noticia de la muerte de una buena amiga. Sabía, porque ella misma me lo había contado hace unos pocos meses, que estaba muy enferma.
Ha luchado mucho por vivir, pero finalmente, hoy me comunicaron que “se ha ido esta madrugada cuando la Luna llena iluminaba el olivar y la lechuza volaba por Úbeda”.
Nos conocimos hace muchos, muchos años. Tantos que ya me da un poco de vergüenza decirlo. Formamos un grupo de amigos con el que pasamos un verano inolvidable. Después, la Vida nos separó. Pueblos distintos, historias distintas, trayectorias distintas. Nos vimos pocas veces, pero de esas pocas veces conservamos recuerdos muy bellos.
Fueron primero las cartas, esa antigualla ya casi en desuso, y luego el correo electrónico, los medios que utilizamos para mantener viva la llama de nuestra Amistad.
La Amistad, eso tan mágico y difícil de definir.
Como saben todos los que me conocen “de cerca”, yo soy un tipo raro, y es complicado soportarme mucho tiempo. No se puede decir que tenga muchos amigos o amigas; pero tampoco eso es algo que me haya preocupado mucho nunca. Para mí la Amistad no es una cuestión de cantidad, sino de calidad.
Me considero muy amigo de personas a las que, realmente, no veo muy a menudo. Pero son personas a las que aprecio mucho; personas con las que un día surgió algo hermoso entre nosotros y con las que me he esforzado en conservarlo, pese al tiempo y a la distancia.
Personas con las que, al volver a encontrarme al cabo de los años, no es que nada haya cambiado, sino que todo ha continúa…
La Vida no pudo separarme de Antonia; pero, desgraciadamente, sí me ha separado de ella la muerte.

Hay gente pa to


Estos días están en Jacmel, alejados en mi hotel unos personajes curiosos. Son dos veterinarios canadienses. Dos colegas. Pertenecen a una ONG americana cuya finalidad es proteger la sanidad humana en países pobres… a través de la esterilización de perros y gatos…
La idea es que, controlando las poblaciones de caninos y felinos, se controla también el contagio a los humanos de la rabia y otras zoonosis.
La verdad es que a mí mismo la lógica me parece un poco rebuscada, pero bueno, cosas más raras se han visto por Jacmel, y, al menos esta pareja es bastante simpática.
El asunto es que ellos, como los cirujanos españoles de los que hablé hace algunos días, se han tenido que enfrentar a la realidad de la burocracia estatal y las condiciones de trabajo en Haití.
Han tenido la “suerte” de que, para montar su “clínica móvil”, la Dirección Departamental de Agricultura les ha cedido parte de sus locales… ¿Qué parte? Pues nada menos que un viejo y oxidado hangar que se utilizada como taller de reparación de vehículos y que, tras el terremoto de 2010 quedó convertido en depósito de chatarra y de basura…
Un día entero tuvieron que estar para “habilitar” el “quirófano”…
Esta mañana, casualmente, tenía yo que pasar por ahí y he podido verlos en acción. La verdad es que no les faltan clientes… Pero claro, ¿qué perros y gatos les traen” los que tienen dueños conocidos y viven como “reyes de la casa”… De manera que su teoría de controlar las enfermedades transmisibles a los humanos, difícilmente va a poder funcionar si no trabajan sobre los animales callejeros… Pero claro, para eso, deberían contar con apoyo de las autoridades; y eso…
Espero que, al menos, consigan lo que no lograron los cirujanos: transmitir su experiencia a profesionales locales, que puedan replicar sus conocimientos una vez que esta pareja se haya ido.
En cualquier caso, como decía el gran torero: “Hay gente pa’tó”

lunes, 10 de octubre de 2011

Jugar al póker y ganar


Alguna vez ya he comentado que, para mí, escribir este blog es algo parecido a meter mensajes en una botella y arrojarlos al océano del ciberespacio. No es que esté pidiendo socorro, ni que reclame que nadie venga a rescatarme. Escribo cuando creo que tengo algo que contar y me apetece hacerlo. Nunca me lo he tomado como una obligación, sino como algo parecido a una necesidad.
Por eso, aunque existe un contador de visitas en mi página, nunca me ha preocupado demasiado la magnitud de sus cifras o su velocidad de crecimiento. Cualquier visitante, paseante o curioso/a es bienvenido/a.
Hace tiempo que escuché un chiste muy tonto, pero que forma parte ya de mi “bagaje cultural”:
"Un amigo le dice a otro:
-          - A mí lo que me gusta es jugar al póker y perder”
-          - Será ganar – le dice su amigo
-          - Bueno, es que ganar tiene que ser ya…"
Pues yo estos días he tenido la suerte de “jugar al póker y ganar”… No sólo he tenido ocasión de conocer a uno de “mis lectores anónimos”, sino que ha venido a verme, y, además, es una persona muy especial.
Estos días, el hospital Saint Michel de Jacmel, cuenta con el “refuerzo” de un equipo de cuatro cirujanos y dos anestesistas sevillanos. Profesionales de reconocido prestigio que han decidido dedicar sus vacaciones a trabajar más…
Porque este grupo de andaluces son lo más alejado a unos “turistas solidarios”. No han venido a darse una vuelta y conocer “la realidad del país”, sino que han venido a remangarse y a solucionar problemas. Todos los que puedan mientras están aquí.
Son conscientes de que sólo será “un parche”. Ya han tomado contacto con la “burocracia sanitaria” y comprobado que no es fácil cambiar “inercias” preestablecidas… Pero decenas de personas, hombres, mujeres, niños y niñas, que están teniendo “la suerte” de ponerse en sus manos, conservarán un magnífico recuerdo de su estancia en Jacmel.
He tenido la ocasión de compartir alguna amena tertulia con ellos, y espero, antes de su partida, tener tiempo de mostrarles algo del “encanto” de Jacmel, porque hasta hora, solo han estado, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa…
Es lo menos que puedo hacer por unos lectores; por este "más que repóker de ases”.




miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Educación para la Ciudadanía? (II)


Hoy por la mañana he visto muy pocos niños o niñas camino de la escuela. Es fácil distinguirlos por los uniformes, que son obligatorios tanto en colegios públicos como privados.
¿Por qué no los he visto? Por algo tan triste como que hasta que los padres no pagan, de manera efectiva, los gastos de inscripción y la primera mensualidad, los alumnos o alumnas no tienen “derecho” a asistir a clase. Y, aún entonces, tendrán que acudir con el uniforme, que tampoco es precisamente barato.
Para muchos padres y madres, “la vuelta al cole” es un doloroso calvario en Haití. Se le da mucho valor; en algunos hogares, incluso, se disminuyen las raciones de comida para llevar a los hijos o hijas a la escuela. Pero, aun así, “no alcanza”.
El acceso a la Educación no debería ser cuestión de dinero. La Educación debería ser un derecho, no un negocio. Un país se juega mucho en eso; se juega el futuro.
En Haití se intenta transmitir la imagen de que el nuevo gobierno apuesta seriamente por la Educación. Se habla de grandes cantidades de dinero invertidas y grandes planes para que cientos de miles de niños y niñas puedan ir gratuitamente a clase. Pero, no es solo dinero lo que hace falta. Una vez en la escuela, ¿qué enseñanza van a recibir?
Ayer, el presidente de la república inauguró el curso escolar en una escuela pública de Puerto Príncipe. En la rueda de prensa posterior, un periodista, un tanto incisivo, le hizo un par de preguntas que el presidente no quiso contestar, lo ignoró. Al tercer intento, el primer mandatario sí que contestó al periodista, pero para decirle, delante de todos los asistentes: “si sigues insistiendo, me c… en tu p… madre”… Eso sí, en creole, que tal vez no queda tan violento…
Creo que no acaba de ser un buen ejemplo de comportamiento para los miles de escolares haitianos que esta semana empiezan el curso. La Educación no es sólo cuestión de dinero.

domingo, 2 de octubre de 2011

¿Educación para la Ciudadanía?


Mañana 3 de octubre comienza el curso escolar en Haití. El retorno a las clases se ha retrasado un mes para que pudiera entrar en vigor el plan del gobierno para escolarizar a 772.000 niños y niñas que nunca antes han ido a la escuela.
Fue una de las promesas electorales del ahora presidente de la república, Michel Martelly. Y, sin duda, es una decisión muy loable comenzar a trabajar por la Educación.
Para llevar a cabo esta ingente tarea no se han construido, de momento, nuevas escuelas. Se utilizarán todos los centro públicos (menos del 20% en este país) en doble turno, y, en zonas rurales, donde no hay colegios del Estado, se ha llegado a un acuerdo con algunas confesiones religiosas para hacer lo mismo.
Sí se han reclutado nuevos profesores, a los que se ha dado una formación acelerada (hay que tener en cuenta que este plan de escolarización comenzó a implementarse en el mes de julio…)
En cuanto a los fondos necesarios para asumir los costes de este plan, se han conseguido a partir de una tasa de 1,5 dólares americanos sobre las transferencias de dinero del exterior, y otra de 0,05 dólares americanos por minuto en las llamadas internacionales. De alguna manera, se ha pretendido que sean los haitianos que viven en el exterior, lo que aquí se llama “la diáspora”, quienes paguen la educación de la infancia desfavorecida en Haití.
Además de la escolarización, cada niño (o niña) recibirá una cantidad para hacer frente a los gastos escolares. En la tertulia del desayuno se comentaba hoy cómo iba a repartirse ese dinero. El gobierno ha decidido que cada diputado “apadrine” a 30 escolares, y cada senador a otros 1.000. Es decir, se han entregado a cada cargo electo sobres con la cantidad a entregar y son ellos los que deben encargarse de hacerlo en su circunscripción.
Esto, ya así, en frío, tiene un peligroso tufillo a “clientelismo”. Pero si hemos de creer a las “fuentes generalmente bien informadas” que mantienen al tanto del pulso de la calle a nuestra tertulia, el asunto aún se vuelve más oscuro cuando se fija uno en detalles, como el que la cantidad fijada para cada escolar es de 96 dólares americanos (unos 70 euros), pero ayer, parece ser que uno de los senadores del Sureste comenzó a repartir en Jacmel sobres para gastos escolares a las familias con 1.000 gourdes cada uno (unos 20 euros); eso sí, previa presentación del carnet de su partido político…
Espero que esta persona, al menos, no sea responsable también del programa educativo, y que estos niños y niñas que empezarán la escuela mañana sean en pocos años parte de una nueva generación jóvenes haitianos con nuevos valores y ganas de trabajar realmente por sacar adelante este país.

viernes, 30 de septiembre de 2011

La identidad perdida de una ciudad


La última visita a Puerto Príncipe me ha permitido comenzar a imaginar cómo fue esta ciudad antes del terremoto del 12 de enero de 2010.
Hasta ahora solo la había cruzado para ir o para volver del aeropuerto. Pero esta vez tuve la ocasión de de atravesar su “centro histórico”…, o lo que queda de él.
Calles porticadas, edificios históricos, comercios “de prestigio”, todo eso y más pude entrever. Con los ojos del cuerpo, pero también con los ojos de la imaginación…
Las cicatrices de esta ciudad todavía son muchas. Muchas y muy grandes. No es que la reconstrucción no haya empezado, es que casi no se ha comenzado a desescombrar…
Alguien me decía hace unos días que, para muchos, ese montón de escombros puede ser la única escritura de propiedad que puede presentar para demostrar que alguna vez tuvo una casa. Y por eso se resisten, todavía a retirarlos.
La mayor parte de los registros y archivos oficiales se perdieron también el aciago día del seísmo. Resulta todavía difícil ser consciente del trauma que ha supuesto todo eso para este país. Más allá incluso de las ingentes pérdidas humanas y materiales está la pérdida casi total de la historia, de la identidad social y cultural de la capital de una nación.
Pero hoy he podido, fugazmente, visualizar cómo fue Puerto Príncipe, y creo poder afirmar que, pese a todo, también tuvo un cierto encanto.

Trámites y castidad


Ayer fui a Puerto Príncipe para solicitar el permiso de residencia a la Dirección General de Inmigración. Suponía la culminación de un proceso plagado de requisitos, algunos de cuyos aspectos, sanitarios y bancarios ya he comentado con anterioridad.
Madrugamos mucho, y, esperando que el Señor nos ayudara, como reza el dicho, nos presentamos en el edificio oficial casi antes de que abrieran.
La primera sorpresa nos la dio el policía de la entrada que, muy serio, se dirigió a mis dos compañeras y le dijo que así no podían entrar en un edificio oficial. “Así” era, la una con una camiseta de tirantes y la otra con un vestido también de tirantes, con un cierto escote, eso hay que reconocerlo.
La verdad es que, por un momento, nos miramos y pensamos al unísono que nos habíamos metido en algún agujero espacio-temporal y estábamos, o bien en Teherán, o bien en Zaragoza en los años 40… Pero nunca pensábamos que esto podría ocurrirnos en una capital caribeña…
El asunto es que ellas, para salir del paso, solo disponían de un chal; uno solo. De manera que primero tuvo que entrar una de ellas conmigo, para conocer el camino, y luego salir y “prestarle el chal” a la otra, mientras yo esperaba en el interior…
Una vez en la oficina correspondiente, el funcionario que nos recibió nos explicó, muy serio también, al igual que ellos nos reciben de uniforme, esperan que el público acuda “dignamente vestido”… La verdad es que yo ya empezaba a no tener claro si íbamos a solicitar un permiso de residencia o a ver a la Virgen del Pilar…
Y en cuanto al uniforme del servicio de Inmigración… Una especie de guayabera blanca con galones y botones dorados que no sabía si me recordaba más a las fotos de mi abuelo de camarero o a la tripulación de “Vacaciones en el mar”…
El caso es que no puedo quejarme del trato recibido (al menos yo, que no tuve que ponerme ni siquiera que ponerme un turbante…). La verdad es que fueron en todo momento muy amables con nosotros. A su ritmo, eso sí, pero amables. La verdad es que, al contrario de otras oficinas de Inmigración que he conocido, se respiraba amabilidad por todas partes. A veces incluso, demasiado “cariño”…
En la primera oficina, en la que rellenamos los formularios, todo el mundo, cuando entraba, se saludaba y se besaba castamente. Tal vez porque aquí las funcionarias eran ya todas “de una cierta edad”… Pero en la que fuimos a pagar… Eso parecía Babilonia… En ella trabajaba un grupo mixto de funcionarios y funcionarias entre los veinte y los treinta años, que no tenían ningún reparo en mostrar al público asistente lo “amigos” que eran todos entre sí y lo “bien que se llevaban”… Manitas, jueguecitos, arrumacos, ¡uy! que estrecha es esta puerta para los dos… Al menos, hay que reconocer que, tanto ellos como ellas, iban “dignamente vestidos”.
Bueno, el asunto es que culminamos los trámites de la solicitud; pero, como nada es tan fácil en Haití, tendremos que volver ¡dentro de un mes! a recogerlo.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Pasaporte difuminado


Hoy he tenido que ir a hacer unos trámites a la Dirección General de Inmigración a Puerto Príncipe. Tenía que llevar, como es lógico, mi pasaporte, y me he dado cuenta de que está descolorido… Bueno, más que descolorido se está borrando el dibujo de la tapa: “Unión Europea”…, “España”…, e incluso el escudo, cubierto, como sabemos por una corona real…
Hace unos días, mi contertulio canadiense de los desayunos me preguntaba si yo me sentía europeo. Le respondí que si me hubiera hecho esa pregunta hace cinco años le habría respondido, rotundamente, que sí. Pero ahora, con una Unión Europea inmersa en una crisis que es mucho más que económica y a la que sólo parecen dedicarse estériles discursos de nuestros “eurogobernantes”, mi sentimiento europeísta se está, francamente, difuminando mucho…
Respecto a lo de sentirme español… ¿qué significa, a estas alturas, ser español? Creo que los que menos podemos explicarlo somos la mayoría de los españoles. Creo que fue en el proceso de redacción de la Constitución Española de 1931 que un diputado propuso que empezara con algo así como “son españoles todos los que no pueden ser otra cosa”… Y sin embargo, cada año miles y miles de inmigrantes llegan, de todos los rincones del mundo anhelando adquirir la nacionalidad española. Quizás es verdad lo que dicen que “Dios da pan a quien no tiene dientes…”; aunque yo siempre replico que me parece mucho peor que “dé dientes a quien no tiene pan…”
Y en cuanto a nuestro escudo, reflejo de nuestra historia, y cubierto por una corona real… Bueno, creo que la mayoría de los españoles solo le cogieron cariño cuando, hace algo más de un año se le añadió una pequeña estrella amarilla encima… que significaba que “éramos los campeones del mundo”… Pero esa “gloria” también comienza a difuminarse…
En cualquier caso, creo que lo más importante de mi pasaporte está en el interior, y eso no se está difuminado. Dentro está mi identidad; una identidad personal, única e intransferible. Y dentro está también una pequeña parte de mi historia: viajes, entradas, salidas, tránsitos…

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Nubes


Hoy cuando volvía por la tarde de la oficina he visto ante mí una curiosa agrupación de nubes. De diferentes tipos, de diferentes tamaños y de diferentes colores. Tal vez no tuvieran nada de particular, salvo que en ese momento he sentido que “las he visto”.
Creo que muy a menudo caminamos por nuestra Vida sin “ver”. Recorremos los caminos habituales, nos reunimos en los sitios de costumbre, nos encontramos con personas conocidas, e incluso queridas, pero tal vez no las “vemos”.
Hasta que un día, de pronto, somos conscientes de que están ahí: comenzamos a “verlas”. Nada ha cambiado en los caminos, en los lugares ni en las personas. Sólo ha cambiado algo en nuestro interior: ahora podemos “verlos”.
Con los problemas, de nuestra Vida, de nuestra familia o de nuestro país, puede que pase lo mismo. Están ahí, sentimos que nos acompañan, que pesan sobre nosotros… Pero, habitualmente nos cuesta encontrarles solución… hasta que, tal vez, de repente, nos surge una “iluminación”, una “luz”, una “bombilla”, como en los tebeos, y, gracias a ellas, “vemos”.
Vemos una solución, o, al menos, comenzamos a ver un camino para enfrentarnos a ellos.
¿De qué depende comenzar a “ver”? No lo sé realmente. Pero quiero suponer que, sobre todo de “querer ver”.
Espero que cada vez seamos más los que “queremos ver” una solución, distinta de la que tantos agoreros nos anuncian como la “única”…

lunes, 26 de septiembre de 2011

Tirón de orejas


Acabo de venir del Hospital de Cayes-Jacmel. Es un centro médico regentado exclusivamente por médicos cubanos. Presta servicio gratuito a toda la población de la zona; incluso a los cooperantes extranjeros que residimos aquí…
Cuando venimos a Haití, lo hacemos con un seguro médico internacional que, teóricamente, nos asegura asistencia médica allá donde vayamos. Pero en Jacmel, ahora mismo, si no fuera por los médicos cubanos (hombres y mujeres), no tendríamos dónde ir… La población tiene muy difícil el acceso a los cuidados médicos, ya no sólo gratuitos, sino aún pagando…
Hace un año, cuando llegué, el hospital Sant Michel estaba gestionado por Médicos sin Fronteras y también era un buen lugar al que acudir en caso de necesidad. Pero desde que se fueron en enero, estamos todos en las manos de los cubanos…
Y lo digo literalmente, porque hoy me he puesto en las manos de uno de ellos. Desde hace unos días sentía molestias en el oído izquierdo. El típico asunto al que comienzas no haciéndole caso, pero al final tienes que ir al médico. Hoy, concretamente, sentía la cabeza como dentro de una pecera.
Cuando he llegado al hospital, ¡había un lío…! Un par de docenas de pacientes (y no tan pacientes…) esperando consulta. Me da un poco de vergüenza decirlo, pero los cubanos tienen como norma que si acude otro cooperante, éste siempre tiene preferencia, porque ellos te dicen que “estás en misión y no puedes perder tiempo”…
El caso es que me han atendido enseguida. Lo ha hecho un doctor muy amable, pero con una técnica, digamos un poco “brusca”… Cuando le explicado mi problema, me ha cogido la oreja con las dos manos, ha estirado bien, y se ha asomado dentro diciendo “¿duele?”… Se ve que el otoscopio le parece un invento imperialista… Creo que no me había estirado tanto las orejas desde que cumplí doce años…
Bueno, el caso es que me ha puesto un tratamiento a ver cómo evoluciona lo que me queda de oreja… Y otra peculiaridad de este país, es que no encontrarás mucha variedad de cosas para comer, pero medicamentos… De cada dos puertas, una es una farmacia. Bueno, realmente, “farmacia-colmado-heladería-mercería-todo a 100”… Mira que era raro el antibiótico que me ha mandado, pues en la tienda de enfrente lo tenían…
Así es Haití.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La oficina de Correos


He descubierto que ha vuelto a funcionar la oficina de Correos de Jacmel. Una de las primeras cosas que pregunté al llegar aquí fue si se podían enviar cartas desde aquí.
Las cartas han sido muy importantes en mi Vida. No las del Tarot, que no he consultado nunca, sino esas cosas, que ahora parecen tan exóticas, compuestas de un folio escrito, un sobre donde se mete lo anterior plegado y un sello que se pega encima del conjunto…
Se me dijo que no, que aquí no había servicio de Correos. Y, en efecto, en una de mis primeras excursiones por el centro de Jacmel, encontré lo que había sido la oficina de Correos, pero cerrada y en una de las zonas cuyos edificios fueron más dañados por el terremoto del 12 de enero de 2010.
Sin embargo, en la puerta de ese mismo edificio, ahora hay un minúsculo cartelito que la oficina de Correos se ha trasladado a un edificio cercano. Pregunté a un vecino y enseguida me indicó. Ahí estaba; atravesando una avenida, tras la verja de una de las grandes mansiones con jardín venidas a menos, testimonio de un pasado lejano y ¿glorioso?
En la misma verja de entrada me atendieron casi al unísono dos funcionarias, vestidas con trajes de chaqueta oscuros; pulcras, formales, tan idénticas en todo que costaba distinguirlas. Cuando les dije que quería enviar una carta me dio la sensación de que se alegraban. Cogieron mi carta, la sopesaron en la mano y calcularon el precio con seguridad de expertas. Después, me acompañaron a su oficina.
La oficina de Correos de Jacmel es ahora una tienda de campaña con una minúscula vieja mesa de madera por mostrador. Las funcionarias fueron sacando de pequeñas y ajadas carpetas los sellos necesarios. Sellos que tuvieron que pegar con cola. Cola que tuvieron que raspar del fondo de un viejo bote casi agotado. Con sumo cuidado colocaron los sellos. Después, de una pequeña bolsa de plástico sacaron el aparato para “matar” los sellos... Tras culminar el ritual, nos despedimos los tres con vivas muestras de simpatía. En el fondo, creo que nos reconocimos como miembros de una antigua secta, casi extinguida, en los tiempos de internet, los mails y los “smartphones”…
Me dio la impresión de que mi carta era la única que se recogería ese día. No tengo ni idea de cuánto tardará en llegar. Pero debo confesar que el paso por la oficina de Correos de Jacmel me resultó lo más enternecedor que me ha ocurrido en mucho tiempo en esta ciudad.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La ciencia del sueño


¿Qué son los sueños? ¿Qué es la realidad? ¿Estamos siempre seguros de distinguir los sueños de la realidad? ¿Nuestros sueños se pueden hacer realidad? ¿Qué tenemos que hacer para conseguirlo?
Ten cuidado con lo que sueñas, porque podría hacerse realidad.
Esta película va de eso. Sueños y realidad.
Una película sencilla e íntima. Hecha con los ojos y la sensibilidad de un niño. O de un adulto con ojos de niño. Con ese niño que siempre llevamos dentro, que no deja de soñar y que nunca deberíamos dejar que creciera.
Es como un juego, como una clase de manualidades. Tremenda sensibilidad para contar una historia de Amor ¿real?, ¿soñado?
Puede que soñar sea la mejor manera de enfrentarnos a la crisis. A todas las crisis.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Sueño con precipicio


La otra noche tuve un sueño curioso y un poco inquietante.
Estaba en la ladera de una montaña, subiendo por un camino muy empinado, pero, sobre todo muy estrecho. A mi izquierda tenía una enorme pared vertical y a mi derecha un tremendo barranco, no menos vertical. El camino apenas me permitía avanzar de frente; tenía que hacerlo casi de lado.
Pero no estaba solo. Delante de mí tenía a un grupo de personas. Uno de ellos hablaba de lo maravilloso que era el lugar que encontraríamos arriba, al final del camino. Pero, sin embargo, nadie avanzaba; todos estaban parados. Detrás, tenía otro grupo de personas que me seguía y me miraban como preguntando por qué estábamos parados.
Yo no me sentía cómodo en ese camino; no me sentía seguro. Incluso podría decir que tenía miedo. No tenía mucho interés por seguir en ese camino. Pero no podía retroceder; no había espacio para hacerlo ni para dejar pasar al siguiente. Eso me angustiaba.
Delante de mí no dejaban de decir lo estupenda que sería la vista desde arriba; pero nadie avanzaba. El grupo que tenía detrás me hacía sentir incómodo.
Finalmente, encontré una manera de bajar, atajando por el barranco. Por el camino, perdí una de mis botas; unas botas que tengo hace tiempo. Sin embargo, justo al llegar abajo encontré otra. Era distinta, no era de mi talla, pero la puse para terminar el camino.
Llegué a donde me alojaba. Era un gran hotel o residencia. En la recepción no había nadie, Cada uno tenía que buscar su llave. Yo no lograba encontrar la mía entre las muchas que había. Era la de la habitación 313. Algún detrás de mí dijo que esa habitación no existía.

martes, 13 de septiembre de 2011

La vuelta al cole


Mi hija empieza hoy la Universidad. La verdad es que se lo cuento a todo el mundo, (hasta ponerme quizá, un poco pesado…), por un lado porque estoy orgulloso y, por otro lado, porque estoy algo nervioso. Es un paso importante en la vida y ella lo va a dar, por primera vez en nuestra familia, lejos de casa, comenzando, a la vez que sus estudios, una vida, más o menos independiente. Espero y deseo que todo le vaya bien y conserve durante mucho tiempo la ilusión del primer día.
Mi hijo también, hace unos días, terminó sus vacaciones de verano y retornó al instituto. Está en una edad difícil (para él y para sus padres…), pero sé que se toma el asunto de los estudios muy en serio y espero que, poco a poco, comience a definir una vocación.
Mientras, en Haití, el curso escolar debería haber comenzado esta semana, pero un decreto presidencial ha retrasado ese inicio hasta el mes de octubre. ¿Las razones? Un poco especiales, la verdad.
Durante la campaña electoral que le llevó a ser presidente de la república, Michel Martelly prometió que este nuevo curso escolar 100.000 niños y niñas haitianos, que nunca antes habían sido escolarizados, comenzarían a recibir enseñanza gratuita. A punto de comenzar el curso, ante la realidad de que no podría hacer efectiva su promesa, se ordenó retrasar el comienzo de las clases, para no dejar en mal lugar las palabras del presidente…
El asunto es que por ningún lado se ve que se estén construyendo más escuelas o que se estén formando y/o reclutando a más profesores… Cuando se le plantean al presidente de Haití dudas sobre su plan de escolarización masiva, él responde que no hay problema que todo irá bien porque el dinero está ahí. De hecho se han creado dos nuevos impuestos cuya recaudación deberá ir destinada íntegramente a la educación.
Pero, tal vez, el dinero y las buenas intenciones no sean suficientes para escolarizar a tantos miles de niños…
Me resulta curioso confrontar esta situación con la que se está viviendo en España estos días, también relacionada con la Educación. Para “celebrar” la “vuelta al cole” se ha decidido recortar los presupuestos de educación en algunas comunidades autónomas y despedir a miles de profesores. Sin embargo, se nos dice, no hay que preocuparse, pues la educación de nuestros hijos no va a sufrir y será “mejor que nunca”…
En España tenemos un sistema que ofrece educación gratuita a todos nuestros niños y niñas. Ha costado mucho construirlo, pero puede costar muy poco destruirlo.
Las escuelas no se construyen en dos meses, ni los profesores se forman en cuatro días, por mucho dinero que haya disponible, ni por muchas buenas intenciones que tenga el presidente de Haití.
Pero, también, si en España comenzamos a considerar la educación “un gasto superfluo”, algo que se puede “recortar” sin más, podemos perder mucho, no solo ahora, en esta etapa de “crisis”, sino también en el futuro. En el futuro de todos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

De bancos


Ayer me pasé la tarde en el banco. No en el banco del parque…, pues, por desgracia, en Jacmel no hay parques. Estuve toda la tarde en la principal sucursal bancaria de la ciudad.
Otras dos de las exigencias para solicitar el permiso de residencia en Haití, es presentar un certificado de que tienes una cuenta bancaria personal y presentar un cheque a nombre del Tesoro Público por una cierta cantidad. Ambas cosas las tenían que hacer en mi banco.
Mi banco es realmente “mi banco” desde hace un mes. Hasta ahora no había abierto una cuenta bancaria en Haití. Me he venido “apañando” con el dinero que he traído en cada viaje de vuelta de España. Tampoco gasto tanto. Intento llevar una vida bastante austera aquí. Pero el caso es que para los trámites administrativos necesitaba tener una cuenta y la abrí.
La primera sorpresa es que por hacer un certificado de que tengo una cuenta bancaria a mi nombre, es decir, por rellenar un folio y poner un sello, me cobraron 41,25 dólares de “gastos bancarios”… Está claro que la banca no es una institución de beneficencia, ni en Haití ni en España.
Para elaborar el cheque a nombre del Tesoro Público estuvieron más de una hora. La dificultad estribaba en que mi cuenta es en dólares y el cheque debía ser emitido en gourdes… Para eso había que hacer un cambio de moneda, ¿a qué tasa de cambio?, ¿con gastos o sin gastos? La empleada que me atendía estaba inmersa en un mar de dudas. Dudas que le asaltaban antes de escribir cada cifra o cada dato. Menos mal que, al otro lado del teléfono tenía a “madame Michelle” que le iba dando las orientaciones en cada una de las veintitantas llamadas que le hizo… La chica ya no sabía qué cara ponerme… Al final se arrancó a hablarme un poco en español, pues, me contó, había estudiado Administración de Empresas en República Dominicana.
Finalmente lo conseguimos. Pero, siempre hay un pero, por esta gestión tenía que pagar “un timbre” de 0,20 gourdes… Actualmente, un euro son 52,33 gourdes; es decir, un gourde es algo menos que 2 céntimos de euro. Así, los 0,20 gourdes vienen a ser unos 0,4 céntimos de euro… (64 céntimos de las antiguas pesetas…). Vamos, ¡ná!. Pero tenía que pagarlos, para lo que la señorita, muy amablemente me acompañó a la caja. En todo el tiempo que estoy aquí, solo una vez he visto monedas de 0,50 gourdes, y no me consta que haya monedas más pequeñas… ¿Cómo lo hacíamos? Además, en ese momento, lo más pequeño que llevaba encima era un billete de 25 gourdes. Se lo doy a la cajera. La cajera sonríe nerviosa. No hay monedas. Llama al supervisor. El supervisor piensa un momento, toma el billete de 25 y me devuelve dos de 10. ¡Listo! ¡Solucionado! Me cobra 25 veces más de lo debido, sin ningún problema.
La verdad es que fue una tarde entretenida. Y, sobre todo, en el banco, al menos, se estaba fresquito…

lunes, 5 de septiembre de 2011

Una fiesta en Jacmel


En todo el tiempo que llevo en Jacmel, mis “obligaciones sociales” me han llevado a asistir a unas cuantas fiestas, (la última de ellas este sábado por la noche). Es por eso que creo ya conozco un poco la especial dinámica de este tipo de actos en Jacmel.
Desde un punto de vista eurocentrista, la primera peculiaridad es la de los horarios; aunque este es un tema que ya comenté alguna vez. Se nos cita “a partir de las 7 p.m”. Yo llegué a las 7.50 y no estaban ni los anfitriones… (Afortunadamente, en la casa había otras personas…) Me retiré a las 10.30 y todavía seguía llegando gente a esas horas…
Segunda peculiaridad, la música. Toda fiesta debe contar con un “disc jockey de guardia” y un equipo de sonido con enormes altavoces, que aseguren que todo el barrio se entere de que hay fiesta. Respecto al tipo de música, será siempre música haitiana, “kompa”. En primer lugar porque el “disc jockey de guardia” no traerá nunca otra cosa. En segundo lugar, porque aunque los anfitriones dispongan de otras variedades musicales, el “disc jockey de guardia”, nunca las pondrá. Y, en tercer lugar, porque si, “por error”, suena otra cosa que no sea “kompa”, todos los invitados haitianos harán “boicot” y permanecerán sentados con cara de aburridos…
Esto me da pie para citar la tercera peculiaridad de una fiesta en Jacmel: aunque se celebren, como es normal por las altas temperaturas, en un jardín al aire libre, en las fiestas debe contarse con un número de sillas al menos igual a la cantidad de invitados/as presentes… Al menos igual al número de haitianos… Mi experiencia de asistente a fiestas jacmelianas me ha llevado a dudar seriamente de esa leyenda de que los caribeños llevan el ritmo en la sangre… No he visto un grado mayor de “apalancamiento” ni en mis cumpleaños de adolescencia… El porcentaje de invitados que bailan en una fiesta no suele llegar ni al 10%; un porcentaje compuesto, en su gran mayoría, por los “blancos” asistentes…
Entonces, ¿cuál es el momento de mayor animación de una fiesta? Cuarta peculiaridad: el momento en que se sirve la comida. Ese es el verdadero centro de una fiesta. De hecho, tengo la sospecha de que si aparecen invitados (y “no invitados”…) varias horas después de la hora de convocatoria, es porque vienen de otra fiesta donde ya se acabó la comida… De todos modos, en el tema gastronómico como en el musical, los haitianos tampoco son grandes amantes de los “experimentos”: en la última fiesta había cuatro tortillas de patata que creo que ninguno de los haitianos probó… Afortunadamente no se echaron a perder, pues la colonia de españoles presentes dimos buena cuenta de ellas.