jueves, 29 de agosto de 2013

¿Impuesto sobre los sueños?

El gobierno español, por increíble que parezca, quiere cobrar impuestos por el Sol.
Les da igual que se rían de ellos en el resto del mundo. Los españoles, por desgracia, sabemos que a este gobierno, ensoberbecido por su mayoría absoluta, cuando algo de le pasa por la cabeza, lo hace.
¿Qué será lo próximo? ¿Un impuesto sobre el aire respirado? ¿Una tasa de desgaste de aceras? ¿Un medidor obligatorio de deposiciones?
Ayer pensaba que lo más terrible sería que nos aplicaran un impuesto sobre los sueños. Quizá sea la única libertad que nos va quedando en este país, la libertad de soñar una sociedad mejor, un país diferente, otro mundo posible. Un futuro.
Parece algo exagerado, una cosa de todo punto imposible. Pero, la verdad, me da un poco de miedo que, en el fondo, ya lo hayan logrado.
Los mensajes siempre son los mismos: "hacemos lo que haya que hacer", "éstas son las únicas medidas posibles", "no hay otra salida". La sucesión incesante de estos discursos trata de mermar nuestra capacidad de soñar, hasta que ésta desaparezca por completo.
No tenemos un impuesto sobre los sueños, pero sí nos van imponiendo, poco a poco, medidas políticas, laborales y sociales para que dejemos de soñar.
Tal vez nuestra situación sea como la de la rana en la olla de agua caliente:

viernes, 12 de julio de 2013

Ciudadanos, clientes, usuarios o incordios

Esta mañana he ido, como se suele decir, "a hacer unos recados" y he pasado por la puerta del ayuntamiento del pueblo en el que vivo. El edificio ha sido "reinaugurado" hace pocas semanas, tras estar años en obras. El coste de dichas obras, como tantas otras cosas, es difícil de conocer para el común de los mortales, a pesar de haberse realizado con dinero público.
Y eso debe ser lo único público en ese ayuntamiento, pues si uno se asoma desde la calle, lo primero y único que se ve son dos carteles, un tanto cutres, de "prohibido el paso".
Sin duda, la idea de "transparencia" de esta corporación local es colocar las prohibiciones de acceso a sus instalaciones sobre una puerta de cristal...
Para culminar "mis recados" tenía que ir a una agencia de una entidad bancaria a ingresar dinero en efectivo en una cuenta perteneciente a esa precisa agencia de esa misma entidad. 
Ya sabía, por una transacción anterior, que, aunque llevara el dinero en efectivo y lo depositara en el mostrador delante del cajero, me iban a cobrar un euro por "gastos de gestión". 
Lo que ya, en mi opinión ha rizado el rizo hoy es que el cajero no ha cogido los billetes porque "no pueden aceptar dinero en efectivo después de las diez y media de la mañana"... Me daba, eso sí, la opción de hacer una transferencia por internet, por la que me cobrarían dos euros y medio.
Si, como queda claro, los bancos no trabajan para las personas, sino que, más bien, les incomodan, (al menos las que no madrugan...), ¿por qué toda la política parece trabajar al servicio de "salvar" al sistema bancario?
Desde luego, como queda patente en la puerta de nuestro ayuntamiento, a la política también le incomodan los ciudadanos, incluso los que madrugan...
Y es que ya no sé si soy ciudadano, cliente, usuario o un simple incordio...






lunes, 1 de julio de 2013

Pólvora del Rey

Este es el título de mi primera colaboración en "El Agitador", una interesante, variada y muy recomendable web de un grupo autodenominado "Bajoragonesa de Agitación y Propaganda":
"El Agitador" está repleto de interesantes artículos y colaboraciones, relacionados, en principio, con temas cercanos a Caspe, aunque no de manera exclusiva.
Espero estar a la altura del nivel de calidad demostrado hasta ahora en sus páginas y que esta colaboración no sea la última.


jueves, 21 de marzo de 2013

La ridícula idea de no volver a verte

No es fácil definir lo que es este libro. 
Dentro podemos encontrar desde las confesiones más íntimas de la autora a lecciones de física. Por momentos parece un libro de autoayuda mezclado con la biografía de Madame Curie...
Pero quizá, sobre todo, es una historia de Amor y de Muerte. 
Dos palabras, dos términos, dos conceptos, que parecen totalmente enfrentados, totalmente opuestos, totalmente incompatibles.
Pero, como nos va relatando Rosa Montero, dos aspectos consustanciales en nuestras vidas.
Tanto, que tal vez nunca sabremos realmente qué es la Vida hasta que no hayamos conocido realmente qué es el Amor y qué es la Muerte.
Hacernos comprender esta verdad (¿filosófica?, ¿psicológica?, ¿científica?) relatándonos de trayectoria vital de Marie Curie, es, sin duda, una de las más geniales aportaciones del libro.
A través de sus páginas descubrimos que detrás de la adusta expresión de seriedad de la más grande científica del siglo XX, había una mujer enamorada con pasión.
E intercalando fragmentos del diario que Marie Curie escribió tras la muerte de su marido, Rosa Montero, casi sin querer, va desnudando también su alma, su alma enamorada. 
Con una tremenda tristeza, pero también con una gran delicadeza, la autora comparte con nosotros su dolor por la pérdida del ser amado. Esa pérdida que, quizá, sea un duro, muy duro, modo de descubrir cuánto hemos amado.


jueves, 7 de marzo de 2013

Habemus Papam



En pocos días hemos visto cómo el catolicismo quedaba estupefacto cuando su máximo líder, Benedicto XVI renunciaba a su cargo; y el "socialismo del siglo XXI", unos de los pocos intentos de hacer política "de otro modo", se ha quedado sin Hugo Chávez, su creador e impulsor.
Son días de tribulación para todos.
No sabemos todavía de qué modo se iniciará el proceso de sucesión en Venezuela, pero sí conocemos, más o menos, cómo será el Concilio para elegir al nuevo Papa.
En 2005, el director italiano Nanni Moretti, presentó la que a mi modo de ver es la visión más humana y genial del proceso de elección de Pontífice: "Habemus Papam". 
Alguna de sus escenas más divertidas tienen que ver con un torneo deportivo organizado entre los cardenales.
Una vez más he comprobado que la realidad supera a la ficción, pues que me acabo de enterar que estos días se está celebrando en Roma la "Clericus Cup", un mundial de fútbol entre selecciones formadas únicamente por sacerdotes y seminaristas...

lunes, 4 de marzo de 2013

El valor del dinero II

Durante la "Jornada de Economía sin Dinero" a la que asistí el pasado fin de semana, recordé también una de las "costumbres ancestrales" que conocí durante los años que viví en el altiplano de Bolivia.
Es una tierra dura y áspera, donde una de las maneras de sobrevivir es apoyarse en la comunidad. El "trabajo comunitario" es vital para sacar adelante la agricultura, la ganadería y las obras públicas.
En la sociedad andina todos se apoyan, pero también se controlan, continuamente.
Así, si una familia, por alguna razón, prospera económicamente mucho más que sus vecinos, se ve "obligada" a organizar algo así como una "macrofiesta" comunitaria en la que se gastará todo aquello que la hace sobresalir respecto a lo demás, lo compartirá con todos aquellos que le rodean. Así, de alguna manera, se volverá a un "equilibrio" en la comunidad.
Para nuestra "civilización occidental" esto puede llegar a parecer una de las razones por las que los pueblos indígenas andinos no avanzan, no termina de salir del subdesarrollo... Con este tipo de costumbres nadie puede "levantar cabeza" y todo lo que prosperan se lo terminan "gastando en fiestas"...
Realmente no es fácil de entender. 
Pero tampoco me resulta sencillo entender lo que hacemos por aquí. Nuestro sistema capitalista nos enseña, al parecer, que si una empresa, o un banco, prospera tanto, tanto, tanto, que se convierte en lo que los angloparlantes llaman "too big to fall" (demasiado grande para caer), somos los ciudadanos de a pie, la clase trabajadora, los que tenemos que "apretarnos el cinturón" y sufrir toda clase de recortes en nuestros derechos políticos y servicios sociales para "apoyar" a esa gran empresa o ese gran banco cuando alguna "crisis" haga que entren en pérdidas, o disminuyan sus ganancias...
En el altiplano, los vecinos pobres exigen al rico que deje de serlo y reparta con ellos sus ganancias. Aquí,  por lo visto, son los ricos los que exigen a los más pobres que lo sean aún más para que ellos puedan seguir siendo ricos.


domingo, 3 de marzo de 2013

El valor del dinero

Ayer tuvo lugar en el pueblo donde resido una "Jornada de Economía sin dinero". Mientras escuchaba las exposiciones y las experiencias de los participantes recordé una curiosa historia que leía hace algún tiempo:

Es un día tranquilo en un pequeño pueblecito azotado por la crisis económica. Las calles están desiertas. Los tiempos son duros, todo el mundo tiene deudas y todo el mundo vive del crédito.
Ese día en concreto un rico turista alemán llega conduciendo al pueblo, se detiene en el único hotel y deja un billete de 100 euros en el mostrador, diciéndole al propietario que quiere echarle un vistazo a las habitaciones para poder elegir la que más le guste para pasar la noche.
El dueño del hotel le da varias llaves y le invita a subir las escaleras para que vea las habitaciones con tranquilidad. Acto seguido coge el billete y se va corriendo al local de al lado para pagar sus deudas al carnicero. El carnicero coge el billete de 100 euros y corre calle abajo a saldar su deuda con el criador de cerdos.
El ganadero coge el billete y sale a toda prisa a pagar su deuda con el fabricante de piensos. Este último también sale corriendo billete en mano camino de pub para pagar las cervezas que le debe al hostelero. El propietario del pub le pasa el billete inmediatamentte a una prostituta que está sentada en la barra, y que le ha hecho “a cuenta” un par de favorcillos sexuales.
La prostituta coge entonces el billete y sale a toda prisa hacia el hotel para pagarle al propietario el alquiler de las habitaciones. El dueño del hotel sitúa entonces el billete de nuevo sobre el mostrador de modo que el rico turista alemán no sospeche nada.
En ese momento el viajero baja las escaleras, coge el billete de 100 euros, afirma que en el hotel no hay ninguna habitación que le agrade lo suficiente, guarda su cartera y abandona el pueblo.
Nadie ha producido nada. Nadie ha ganado nada. Sin embargo, todo el pueblo ha quedado libre de deudas y sus habitantes miran ahora el futuro con mucho más optimismo. 
¿Cuál es el verdadero "valor del dinero"?

sábado, 2 de febrero de 2013

Las cuentas del PP

Una de las cosas que más me ha llamado la atención de los documentos publicados estos últimos días sobre la contabilidad secreta del Partido Popular (el partido actualmente en el gobierno en España) es la forma misma en la que están realizadas.
Independientemente de a quién o a qué correspondan los papeles publicados, un detalle clave para mí es el de presentarse con los encabezamientos "Debe" y "Haber" tachados y corregidos a mano por "Ingresos" y "Gastos"
Aunque pudiera parecerlo, no se trata de conceptos exactamente equivalentes.
Este error creo que refleja muy bien algunos de los burdos conceptos en los que se basa la política económica del gobierno del PP.
Así, para ellos, en el Presupuesto General de la Nación, partidas como la Educación, la Sanidad o la Investigación, no son sino "Gastos", en lugar de considerar que son parte del "Haber" de este país. No lo consideran algo valioso, sino más bien números que pueden ser "ajustados" (léase "recortados) sin mayor problema... simples apuntes contables que han de cuadrarse...
Del mismo modo, para ellos, para sus cuentas internas, el dinero que reciben de generosos "donativos" de los grandes empresarios son, simplemente, "Ingresos"; olvidando que, realmente, forman parte de su "Debe" y, en consecuencia, se espera que, en su momento, devuelvan "los favores"...

jueves, 24 de enero de 2013

¿Qué fue del "hombre feliz"?

Volvía hoy a casa conduciendo por la autopista, cuando me puse a recordar al "hombre feliz".
Hace algunos años, cuando llegaba al peaje de la autopista de salida hacia el pueblo donde vivo, solía encontrarme siempre en la caseta con el saludo y la sonrisa del empleado del peaje. Cuando uno volvía cansado de trabajar o regresaba agotado tras un largo viaje, resultaban, de alguna manera, reconfortantes ese saludo y esa sonrisa. Tanto es así, que en mi familia empezamos a llamarlo "el hombre feliz". 
La verdad es que resultaba un poco difícil entender de dónde podía venirle la felicidad a alguien que se pegaba todo el día encerrado en una caseta de un metro cuadrado, pero ahí estaba la evidencia: la felicidad tal vez sea una actitud ante la Vida. Y este hombre, la tenía.
Hace tiempo que "el hombre feliz" ya no está en la caseta del peaje. De hecho, hace tiempo que no hay nadie en ese peaje. Ahora muchos llevamos un artefacto electrónico que nos abre automáticamente la barrera (tras descontarnos el importe de la cuenta bancaria, claro), o, si no, un cajón metálico nos reclama nuestra tarjeta de crédito para dejarnos paso libre. En cualquiera de los casos, la empresa concesionaria y nuestro banco se apañan directamente, de forma virtual, sin intermediarios de carne y hueso...
Para mí, es uno de los ejemplos más claros de esa oscura teoría que afirma que en España sobra gente; que la Economía "funciona perfectamente" sin nosotros; que el país puede "salir adelante" sin problemas con muchos menos trabajadores... Esa es una de las explicaciones, probablemente, de la nula preocupación de nuestro gobierno por la cruda realidad cotidiana de seis millones de personas en situación de desempleo: "los mercados" no los necesitan. 
Parece ser que hace tiempo que las grandes fortunas se dieron cuenta de que para ganar realmente dinero no merece la pena meterse en berenjenales de montar empresas y fabricar cosas. Existiendo la posibilidad de participar en los grandes "chiringuitos financieros" que especulan en todo el mundo con cualquier cosa (incluso con las "cosas de comer"...) a golpe de clic de ratón, ¿quién se va a complicar con contratos, cotizaciones sociales, trabajadores protestones, sindicatos...?
En cualquier caso, hoy, al regresar a casa, no podía dejar de pensar en qué habrá sido del "hombre feliz".

sábado, 19 de enero de 2013

Cortejo de gatos


Finalmente, me he decidido. Me han convencido. Esta mañana "el cartero de los gatos" ha llevado un "paquete" a la casa de campo.
He llevado a nuestro gato de piso a que conociera en persona a nuestra gata campestre.
Nada más llegar, ella se ha acercado a saludarle muy interesada. Él, sin embargo, se mostraba asustado y un tanto fuera de lugar. Ante la falta de interés inicial, la gata ha decidido que, "lo primero es lo primero" y se ha puesto a devorar, con el ansia de costumbre, la comida que le habíamos llevado. 
Después, ambos ya un poco más tranquilos, se han dedicado a un recorrido conjunto de los alrededores, siempre, eso sí, manteniendo las distancias. Poco a poco han ido iniciando un diálogo que yo no dudaría en calificar de "cortejo"
La verdad es que, pese a los años que llevo conviviendo con gatos, no domino mucho su lengua (sin embargo, creo que ellos sí entienden perfectamente la nuestra...), pero imagino que la conversación comenzaría con algo clásico, como "¿Vienes mucho por aquí?" o "¿Estudias o trabajas?"; para luego ir derivando a temas más personales como los gustos y aficiones de cada uno, para tratar de ir encontrando puntos en común.
El caso es que hemos visto que la cosa "iba para largo". Pasado un tiempo, he intentado convencer al gato de que nos volvíamos ya a casa, a lo que él me ha contestado con un bufido que quería decir claramente: "¡Anda, déjame un ratito más...!". De modo que hemos decidido dejarlo ahí, "pelando la pava" y volver después de comer.
Cuando hemos regresado a la casa de campo, ambos estaban en paradero desconocido, aunque al poco rato han aparecido los dos. Eso sí, cada uno por su lado. Nos ha costado un poquito convencer al gato de que se dejara llevar de nuevo a su cómoda casita, tras una mañana de aventuras..., pero, finalmente, ha aceptado regresar al hogar.
No puedo decir qué ha ocurrido en el tiempo que los hemos dejado solos. Desconozco si del palique "habrán pasado a mayores".
Como está de moda decir estos días "no me consta"...


El combustible del sistema

Cuenta la leyenda que un ministro español hizo amistad con su homólogo alemán en una de las muchas "cumbres europeas". Al finalizar ésta, el germano invitó a su colega a pasar un fin de semana en su casa de campo.
Una vez allí, el ministro español, abrumado por el lujo y la magnificencia de la vivienda del alemán, no pudo por menos que preguntarle: "Pero, ¿de dónde ha salido todo ésto?; porque, ni con el sueldo de ministro, te da para tanto...". El alemán, tranquilamente, lo llevó a la terraza superior del palacete y le señaló una autopista que se veía a lo lejos. "De ahí.", contestó escuetamente. El español se quedó unos instantes pensando y luego dijo: "¡Ah! ¡Claro!"
Un año más tarde, la cumbre europea de turno tuvo lugar en España, y el ministro español aprovechó la ocasión para devolverle la invitación al alemán. Éste, quedo boquiabierto desde el mismo momento en que atravesaron la puerta de la finca. Una inmensa extensión de jardines, piscinas y pistas de pádel, rodeaba una mansión descomunal. A su lado, la del ministro alemán parecería la caseta del perro... Cuando consiguió cerrar la boca y volver a articular palabras, el anonadado alemán balbuceó: "Pe-pero..., ¿cómo has podido llegar a tener algo así? ¿De dónde ha salido el dinero?" El ministro español, tranquilo y muy seguro de sí mismo, le llevó a la azotea, donde, desde la pista para helicópteros que allí había, la vista podía alcanzar decenas de kilómetros a la redonda. "De ahí ha salido todo", contestó.
El alemán miró, remiró, entrecerró los ojos intentando alcanzar a distinguir el horizonte, y luego dijo: "No veo nada. No hay ninguna autopista, ni tampoco ningún hospital, ninguna universidad..." El español, le dio una palmadita en el hombre de modo displicente y le dijo: "Claro, hombre, claro; por eso..."

jueves, 17 de enero de 2013

El cartero de los gatos

Siempre me han gustado los gatos. A menudo digo que el mundo se divide entre quienes les gustan los perros y quienes aman a los gatos. Y yo soy de gatos.
Creo, además, que un gato no debe comprarse. En mi opinión, la relación que puede llegar a establecerse con un gato está a medio camino entre la amistad y la familia... Y uno no compra amigos ni parientes...
Los gatos no se poseen, te aceptan a su lado. Ahora mismo soy aceptado por dos. Uno de ellos es un gato de piso, con una cierta tendencia a la melancolía y un poquito anoréxico... La otra es una gata de campo, montaraz, glotona y aventurera. 
Ninguno de los dos tiene nombre. Nunca se han visto entre sí. Pero se conocen.
Estos días estoy comprobando que los dos están estableciendo una relación a través mío. De alguna manera me siento el portador de "cartas de amor felinas". Ambos se han vuelto mucho más cariñosos conmigo. Me buscan, me rodean, me olfatean, me ronronean... Soy consciente de que ambos se están conociendo a través de mí y tratan de comunicarse por medio de estas muestras de afecto, que yo transmito en cada viaje entre la casa del pueblo y la del campo y viceversa.
Creo que me he convertido en algo así como "el cartero de los gatos".
No hago más que darle vueltas a la conveniencia o no de facilitar un encuentro "real" entre el gato y la gata. Una especie de "vis a vis". Solo mis profundas convicciones sobre una "paternidad responsable" me hacen dudar...
Por otro lado, esta situación presenta curiosos e interesantes paralelismos con mi historia personal, pues durante bastantes años mi relación amorosa fue "a distancia" y se fue construyendo carta a carta, por lo que la figura de "el cartero" fue un pilar fundamental. Asomarse cada día al buzón; estremecerse al encontrar un sobre con una letra bien conocida; aspirar ese sutil aroma que se desprendía al rasgar el sobre... Esos pequeños placeres, tan incomprensibles para quien no los ha disfrutado, quizá no estén tan alejados de las sensaciones que están viviendo, a través de mi intermediación, mis dos gatos.
Claro que... sé que es maravilloso un tipo de relación así; pero, por experiencia sé también que no todo puede ser una "relación epistolar", sino que, como cantaba Pablo Milanes, "le hacía falta carne y deseo tambien"... 
De manera que sigo pensando en que tal vez no estaría mal "facilitar un encuentro amoroso" entre estos dos "novios por correspondencia". 
Trataré que sea algo especial; tan especial como algunos de esos "momentos inolvidables" que yo he tenido la suerte de disfrutar en mi Vida.

martes, 15 de enero de 2013

El Hobbit, la película.

Debe hacer unos 30 años que leí "El Hobbit", un apasionante relato de J.R.R. Tolkien, que me introdujo en ese universo alternativo, cuyos máximos, pero no únicos, exponentes son los libros "El Señor de los Anillos" o "El Silmarillion". Desde entonces soy un "fan" de Tolkien, e intentado hacer proselitismo de esta "fé" entre mis amigos y familiares.
Cuando Peter Jackson se "atrevió" con la adaptación al cine de "El Señor de los Anillos", me acerqué a ella con una mezcla de expectación y miedo. Expectación por saber si por fin podría "ver" realizados mis sueños en una pantalla de cien, y un cierto miedo de salir desilusionado por que el resultado no estuviera a la altura del relato. 
El mejor y más preciso comentario que he escuchado de la trilogía cinematográfica de "El Señor de los Anillos" es que su director "se había creído la historia"; en consecuencia lo que presentó estaba muy cercano a lo que la mayoría, de una manera u otra habíamos imaginado siempre al leer los libros de Tolkien.
Pues bien, este fin de semana fui a ver la película "El Hobbit", también dirigida por Peter Jackson y salí en una especie de estado de shock.
Ya, de entrada, saber que será otra trilogía me escamaba... ¿Son necesarias tres películas para recrear un cuento de menos de trescientas páginas? 
Me temo que esta vez el director "no se ha creído la historia". Lo único que ha debido creer es que podía seguir "estirando" el éxito, y el indudable gran negocio, de "El Señor de los Anillos" con tres superproducciones más.
Y para mí ese es el problema. Una adaptación al cine de "El Hobbit" no debería ser una superproducción. Se trata de un cuento; una historia sencilla, con un ambiente mucho menos épico que el de "El Señor de los Anillos". Me temo que el director no ha encontrado "el tono" adecuado.
Francamente no me ha gustado. Me siento desilusionado. Me encontré perdido en una historia a medio camino entre un juego de ordenador y un musical de Disney.
Como diría en mi pueblo: "¿Pa'qué tanto?"


sábado, 12 de enero de 2013

Haití, esperanza y diginidad

Hoy hace tres años que la tierra tembló en Haití. 
El 12 de enero de 2010 un terremoto estremeció la isla denominada una vez "la Perla de las Antillas" dejando miles de muertos, centenares de miles de familias sin hogar  y un paisaje terrible de destrucción de todo tipo de servicios e infraestructuras.
Desde el primer momento, la denominada "comunidad internacional" se dispuso a emprender la operación de reconstrucción más grande jamás emprendida en la Historia. Parecía que Haití se convertiría en la gran oportunidad de demostrar lo que la Humanidad es capaz de realizar cuando se siente unida por un verdadero sentimiento de solidaridad. Todos las agencias internacionales, públicas, privadas,  civiles, religiosas, gubernamentales y no gubernamentales, se pusieron manos a la obra.
Todo esto despertó, indudablemente grandes esperanzas en el pueblo haitiano. 
Pasados estos tres años, la "oportunidad" de Haití está claro que no pasó de ser el "experimento" de Haití. Y, para miles de hombres y mujeres que fuimos a trabajar allí durante un tiempo, ha sido "la experiencia" de Haití.
Sin duda todos aprendimos algo. Por un lado, que los diversos organismos internacionales de desarrollo, sean o no gubernamentales, tienen muy diferentes intereses, probablemente muy legítimos todos ellos, aunque el primero y principal pareciera ser el de tratar de justificar la propia existencia de cada uno de ellos. Esto, a menudo, lleva a convertir en una tarea casi imposible una labor coordinada a gran escala. Por eso, finalmente, son las pequeñas iniciativas, "a ras de suelo", "a nivel de calle", "pegadas a la población", las que parecen haber supuesto, realmente, un apoyo real para l@s haitian@s.
De hecho, han sido ell@s quienes más han trabajado, día a día, con su esfuerzo y su sudor para salir adelante. A veces con la ayuda internacional, y otras veces "a pesar de ella".
"Resiliencia" es una palabra que yo, francamente, apenas conocía antes de llegar a Haití. Viene a ser la capacidad de salir fortalecido de una grave adversidad. Creo que esta es, junto con la esperanza en el futuro, pese a todo, la principal característica del pueblo haitiano. Tal vez por eso, l@s haitian@s han seguido levantándose por la mañana todos los días, visitiendo y poniendo lazos en el pelo a sus hijas antes de mandarlos a la escuela. Aún sin saber muy bien qué futuro les espera a esos niños y niñas que caminan con una sonrisa en los labios.
¿Qué recuerdos tengo de Haití, ahora que hace más de una año que he vuelto? Muchos sin duda. Pero, por elegir dos anécdotas, una sería la gran preocupación que vi reflejada en los rostros de mis compañeros de trabajo haitianos cuando llegaron noticias del terremoto de Lorca en 2011, a pesar de que fue infinitamente menos grave que el que eles afectó a ellos...
La otra historia, siempre la cuento, como reflejo de la "dignidad" de l@s haitian@s. Yo, si a media mañana, por alguna razón, me manchaba la camiseta de alguna cosa, seguía con ella puesta hasta el final del día. Mis compañer@s haitian@s, si sufrían ese percance, corrían a sus casas para cambiarse ropa en cuanto podían...
Cuando en España la desesperanza nos pesa en el alma cada mañana al levantarnos. Cuando vemos cómo se desmorona a nuestro alrededor todos los los logros sociales que nuestros padres y madres y madres construyeron con su trabajo y su esfuerzo durante años y años. Cuando tenemos que soportar cómo nuestros gobernantes desprecian la educación y la sanidad públicas... Quizá deberíamos recordar lo que estuvo escribiendo Forges a pie de página en sus viñetas durante muchos meses: "No te olvides de Haití"



martes, 8 de enero de 2013

Una vacante imprevista

Acabo de terminar de leer "Una vacante imprevista", la última obra de J.K. Rowling la escritora  inglesa creadora de la saga de Harry Potter.
En esta ocasión, Rowling abandona por completo el mundo mágico de Hogwarts para ofrecernos varios cientos de páginas de cruda realidad. Su libro nos va introduciendo, poco a poco, en los entresijos de un aparentemente idílico pueblecito del sur de Inglaterra.
Paso a paso vamos viendo cómo esa pequeña sociedad rural alberga en su interior bastantes más miserias humanas de las que podríamos deducir al contemplar sus pulcros jardines y floridas ventanas.
Conforme avanza la obra, se va imponiendo un cierto tono de tragedia griega. La autora va generando en nosotros el convencimiento de que algo grave va a suceder. Algo que trastocará definitivamente las vidas de los protagonistas y sacará a la luz sus secretos más inconfesables.
Al terminar de leer la novela, un sabor especial me vino a la boca. Un sabor muy inglés, tal vez. Mermelada de naranja amarga.
Para mí, este sería un concepto que definiría muy bien esta historia. Un producto amargo, sin duda, pero que no deja de ser una mermelada; es decir algo, en el fondo, con mucho, mucho azúcar... y con "poca chicha"...

viernes, 4 de enero de 2013

Libros al rescate

Esta mañana he visitado un santuario.
No pertenecía a ninguna religión en concreto, pero, sin duda, era un lugar de culto.
Como los verdaderos lugares de culto, no está a la vista de todos, aunque en modo alguno está oculto ni resulta inaccesible.
Al contrario, podemos encontrarlo en pleno centro de la ciudad, a la vista de tod@s. De tod@s aquello@s que, como iniciad@s, sepan verlo y apreciar todo lo que contiene, todo lo que puede ofrecernos.
Se trata de "Libros del Rescate", un local que nos ofrece una cuidada selección de libros de viejo y discos de vinilo. Un aparente anacronismo en este siglo XXI post-apocalíptico, pero que, sin duda, puede albergar gran parte de las respuestas que necesitamos l@s supervivientes al frustrado fin del mundo de 2012... e incluso puede plantearnos nuevas e interesantes preguntas para lo que nos quede de camino.
Personalmente ha sido una experiencia casi mística. Confieso que soy infiel al libro de papel desde que convivo con mi E-reader, pero todavía olfateo con ansia ese aroma de los libros viejos.
Por otro lado, mi hijo es un neo-converso a los discos de vinilo, una pasión que yo nunca tuve, pues mi infancia y juventud solo conoció los "placeres" y vicisitudes de los "cassettes". Sin embargo, estoy apoyando, con una mezcla de ternura y curiosidad, este retorno a los orígenes de la música comercial, en medio de tanto "E-chisme" de obsolescencia controlada...