miércoles, 1 de septiembre de 2010

Encuadernaciones

Hoy he vuelto a encuadernar libros.
Hace ya muchos años tuve el privilegio de que un viejo artesano, a punto de jubilarse, me iniciara en los secretos de la encuadernación y restauración de libros.
Transformar un puñado de hojas de papel en un libro es un pequeño arte. La primera vez que uno se enfrenta a la tarea queda sorprendido, no de su complejidad, sino de la variedad de acciones a realizar. Tiene una parte de diseño y otra de costura, pero con toques también de carpintería. Es algo delicado y sutil, pero que comienza con una sierra en la mano...
Me gusta encuadernar libros.
De un tiempo a esta parte se escucha que el libro, como lo conocemos hoy, tiene los días contados. Se supone que los formatos electrónicos lo harán desaparecer de las estantería y de los centros de estudio.
Bueno. Hace pocos meses compramos un E-reader. Es un dispositivo electrónico especialmente diseñado para leer libros electrónicos. Todo el que ha intentado leer un libro de más de cien páginas en un ordenador sabe lo incómodo y cansado que es. Sin embargo, hacerlo en un E-reader es muy agradable. Se puede llevar a cualquier sitio en cualquier momento, y permite disponer al instante de cientos de libros y documentos. Además de la comodidad, supone un considerable ahorro de papel y de gastos de transporte. Sin da, será uno de los electrodomésticos del futuro.
Pero, ¿esto quiere decir que los libros de papel van a desaparecer? Creo que no. Y esto no lo pienso sólo desde la perspectiva de un nostálgico que todavía está dispuesto a dedicar su tiempo a encuadernar libros a mano.
De la misma manera que, pese a que veamos la mayor parte de las películas en casa, nos apetece, de vez en cuando, sumergirnos en la sugerente oscuridad de una sala de cine; también, pese a la comodidad de los E-reader, es difícil renunciar para siempre a ese placer tan sutil que supone el pasar las hojas de un libro.
Sin duda ambos formatos están destinados a coexistir y complementarse.

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