sábado, 5 de diciembre de 2009

Un lugar donde vivir

Grandes historias pueden dar lugar a malas películas. Pero pequeñas historias pueden desarrollarse en una muy buena película.
Ese es, en mi opinión el caso de "Un lugar donde vivir" ("Away we go"), la última película del director Sam Mendes.
Una pareja joven trata de encontrar el mejor ambiente para criar a la hija que están esperando. Se consideran inmaduros, algo fracasados e incapaces de afrontar algo tan trascendente por sí solos; de modo que emprenden un viaje para visitar a sus familiares y amigos más cercanos, buscando apoyo y algo así como un modelo de comportamiento familiar.
Se nos van presentando así algunos de los estereotipos de familia considerados como "normales" o, al menos, "habituales".
En ese viaje por encontrar "su lugar en el mundo", Burt y Verona, la pareja protagonista, descubren que lo más importante ya lo tienen: se quieren. Pueden que no tengan clara ninguna otra cosa, pero, sobre esa base, tal vez sean capaces de edificar su existencia de una manera más sólida que otras parejas, aparentemente más triunfadoras, modernas o "cool".
El lugar más hermoso para vivir tal vez no esté en las montañas de Alaska, en la cosmopolita Montreal o junto a las playas de Florida. Pero seguro que está junto a la persona que amamos realmente, si hemos tenido la suerte de encontrarla.


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