sábado, 12 de enero de 2013

Haití, esperanza y diginidad

Hoy hace tres años que la tierra tembló en Haití. 
El 12 de enero de 2010 un terremoto estremeció la isla denominada una vez "la Perla de las Antillas" dejando miles de muertos, centenares de miles de familias sin hogar  y un paisaje terrible de destrucción de todo tipo de servicios e infraestructuras.
Desde el primer momento, la denominada "comunidad internacional" se dispuso a emprender la operación de reconstrucción más grande jamás emprendida en la Historia. Parecía que Haití se convertiría en la gran oportunidad de demostrar lo que la Humanidad es capaz de realizar cuando se siente unida por un verdadero sentimiento de solidaridad. Todos las agencias internacionales, públicas, privadas,  civiles, religiosas, gubernamentales y no gubernamentales, se pusieron manos a la obra.
Todo esto despertó, indudablemente grandes esperanzas en el pueblo haitiano. 
Pasados estos tres años, la "oportunidad" de Haití está claro que no pasó de ser el "experimento" de Haití. Y, para miles de hombres y mujeres que fuimos a trabajar allí durante un tiempo, ha sido "la experiencia" de Haití.
Sin duda todos aprendimos algo. Por un lado, que los diversos organismos internacionales de desarrollo, sean o no gubernamentales, tienen muy diferentes intereses, probablemente muy legítimos todos ellos, aunque el primero y principal pareciera ser el de tratar de justificar la propia existencia de cada uno de ellos. Esto, a menudo, lleva a convertir en una tarea casi imposible una labor coordinada a gran escala. Por eso, finalmente, son las pequeñas iniciativas, "a ras de suelo", "a nivel de calle", "pegadas a la población", las que parecen haber supuesto, realmente, un apoyo real para l@s haitian@s.
De hecho, han sido ell@s quienes más han trabajado, día a día, con su esfuerzo y su sudor para salir adelante. A veces con la ayuda internacional, y otras veces "a pesar de ella".
"Resiliencia" es una palabra que yo, francamente, apenas conocía antes de llegar a Haití. Viene a ser la capacidad de salir fortalecido de una grave adversidad. Creo que esta es, junto con la esperanza en el futuro, pese a todo, la principal característica del pueblo haitiano. Tal vez por eso, l@s haitian@s han seguido levantándose por la mañana todos los días, visitiendo y poniendo lazos en el pelo a sus hijas antes de mandarlos a la escuela. Aún sin saber muy bien qué futuro les espera a esos niños y niñas que caminan con una sonrisa en los labios.
¿Qué recuerdos tengo de Haití, ahora que hace más de una año que he vuelto? Muchos sin duda. Pero, por elegir dos anécdotas, una sería la gran preocupación que vi reflejada en los rostros de mis compañeros de trabajo haitianos cuando llegaron noticias del terremoto de Lorca en 2011, a pesar de que fue infinitamente menos grave que el que eles afectó a ellos...
La otra historia, siempre la cuento, como reflejo de la "dignidad" de l@s haitian@s. Yo, si a media mañana, por alguna razón, me manchaba la camiseta de alguna cosa, seguía con ella puesta hasta el final del día. Mis compañer@s haitian@s, si sufrían ese percance, corrían a sus casas para cambiarse ropa en cuanto podían...
Cuando en España la desesperanza nos pesa en el alma cada mañana al levantarnos. Cuando vemos cómo se desmorona a nuestro alrededor todos los los logros sociales que nuestros padres y madres y madres construyeron con su trabajo y su esfuerzo durante años y años. Cuando tenemos que soportar cómo nuestros gobernantes desprecian la educación y la sanidad públicas... Quizá deberíamos recordar lo que estuvo escribiendo Forges a pie de página en sus viñetas durante muchos meses: "No te olvides de Haití"



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