miércoles, 1 de junio de 2011

El coche viejo

La conversación del desayuno de esta mañana iba de dolores.

La dueña del hotel, y anfitriona de la “tertulia del desayuno”, cumplió setenta años hace poco. Aunque se maneja relativamente bien, no deja de tener sus achaques y todas las mañana toma unas cuantas pastillitas para aliviar sus males.

Estuvimos hablando un rato de cómo enfrentarse al dolor. Hay personas que podría decirse que gustan de “regodearse” en sus dolores, “disfrutarlos”, “saborearlos” y, sobre todo, “compartirlos” con todos los que les rodean; diríamos que “se hacen propaganda” de lo mucho que les duele todo…

Otras personas, sin embargo, se diría que “no hacen caso” a sus dolores. Tratan de “pensar en otra cosa” y de “hacer como si nada”… No es que por eso, seguramente, les duela menos, pero, intentan, en todo momento, hacer una vida “normal”.

Yo, sobre la marcha, elaboré una teoría según la cual nuestro cuerpo vendría a ser como un automóvil, como el vehículo que se nos entrega al nacer para movernos por la Vida. Lo primero que tenemos que hacer es aprender a conducirlo…; y, como conductores novatos, a veces cometemos errores y sufrimos accidentes. Pero, poco a poco, nos vamos haciendo con los mandos y comenzamos a disfrutar del viaje de la Vida.

Con el tiempo, este vehículo va sufriendo desgastes, va haciendo ruiditos, comprobamos que ya no corre tanto como antes, que se recalienta mucho si hacemos largos viajes sin descansar, que ya no resulta conveniente sacarlo mucho por las noches…

Claro que, porque el coche ya no sea tan nuevo ni tan bonito como la principio, no vamos a quedarnos en casa… No vamos a abandonar el viaje de Vida porque ya no viajemos en el “último modelo”. Creo que debemos, poco a poco, seguir aprendiendo a conducirlo, descubriendo, esos “truquillos” que hay que utilizar en todo vehículo “usado”, para sacarle, en todo momento, el máximo partido posible.

Siempre, sin olvidar, eso sí, que debemos cuidarlo muy bien, sin olvidar alguna que otra “revisión técnica”, porque, al contrario de lo que ocurre con los automóviles de verdad, en el caso de nuestro cuerpo, por mucho dinero que tengamos, por mucho que ahorremos, no vamos a poder conseguir comprar uno nuevo.

Ni siquiera otro de “segunda mano”…


No hay comentarios: