sábado, 23 de julio de 2011

Países perfectos e imperfectos

A menudo, cuando le cuento a la gente que trabajo en Haití, me dicen: “Podías haberte buscado un país mejor para vivir…” Y supongo que mucha gente cree, opina y siente que posiblemente Noruega sea un país estupendo para vivir… De hecho, encabeza los rankings de Índices de Desarrollo Humano y su capital, Oslo, ha sido calificada como una de las más habitables y respetuosas con el entorno natural…

Por eso nos han impactado tanto los sangrientos acontecimientos del 22 de julio. Sobre todo porque han dinamitado nuestra convicción de que hay países “perfectos” y “seguros”. Todos aceptamos que haya “ciertas cosas” que pasen en “ciertos países; pues forma parte de su “normalidad”… Pero, al menos hasta ayer, creíamos que hay lugares “donde nunca pasa nada…”

Por otro lado, desde hace unos años, cuando ocurre algún atentado de apariencia irracional e indiscriminada, (suponiendo que pueda hablarse de atentados racionales…), inmediatamente se nos presenta la sombra amenazadora del “enemigo exterior”, cuando, como en este caso, “el mal” está entre nosotros… Nuestra sociedad es la que ha incubado “el huevo de la serpiente”…

Finalmente, el asesinato de más de 80 jóvenes noruegos es, sin duda, inadmisible; pero pareciera que la muerte diaria de cientos de personas anunciada por la FAO, la mayoría de ellos niños, en lugares como Somalia, forma parte de “su normalidad”, y apenas merece ocupar espacio en los periódicos, ni tiempo en los telediarios.


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