jueves, 27 de octubre de 2011

La burbuja


Me resulta curioso que tanta gente, que sé que me quiere bien, se preocupe por el hecho de que yo esté aquí.
La verdad es que muchos medios de comunicación ofrecen, lamentablemente, una imagen distorsionada de Haití. Especialmente lamentable ha sido uno reciente que, bajo el título de “Vacaciones en el infierno”, pretendía, parece ser, animar a la gente a hacer “turismo solidario” en este país… Por desgracia, cualquier excusa es buena para que un aprendiz de reportero, con buenas conexiones, venga de paseo por aquí, con un guión preestablecido, al servicio del cual no duda en realizar todos los “ajustes” necesarios para que “la realidad” corresponda a lo que otros le contaron en Madrid…
Mi vida aquí, dista mucho de ser el infierno. Claro que tampoco es el “paraíso de los cooperantes” que pretende reflejarse en otras ocasiones. Es una vida sencilla, un poquito austera, es verdad, pero sin llegar a ser incómodo.
De hecho, a veces me preocupan más algunas situaciones que se están viviendo en otros países. Desde las interminables crisis económicas europeas (unas crisis en las que los únicos que merecen ser “salvados” parecen ser los banqueros…), hasta las cacerías humanas emprendidas por los ejércitos de los países supuestamente más democráticos del mundo, en nombre de la paz y la estabilidad… de las regiones con petróleo…
Aquí tengo la sensación de vivir en una especie de burbuja, una especie de pequeño universo paralelo que, si bien es verdad que me limita un poco, de alguna manera está lleno de esas pequeñas rutinas que me dan una cierta seguridad.
Y cada vez más a menudo me pregunto si no debería, tal vez, salir de esta burbuja y “bajar al barro”… Unirme, junto a todas las personas a las que amo y que me importante, a la lucha para evitar que un miserable grupo de avariciosos e irresponsables especuladores maneje el destino del mundo a través de sus títeres políticos.
Lo malo es que las burbujas, como todos sabemos, no tienen puertecitas, sino que, para salir de ellas hay que reventarlas… Y sé, soy consciente, que la caída desde allí donde esté, puede ser dura.

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