La próxima semana regresaré a
España. Habrán sido, si llevo bien la cuenta, 14 lunas llenas en Jacmel.
Llenas de ilusiones y de
desilusiones. De recuerdos agradables y de momentos desagradables. De
encuentros inolvidables y de reuniones a olvidar. De noches de fiesta y tardes
de hospital. De paseos por la playa y días interminables en la oficina.
En resumen, 14 lunas llenas de
Vida.
Dejo un país por reconstruir
todavía, para regresar a un país por reiniciar. No sé lo que haré a partir de
ahora. No tengo la menor idea. Pero sé que lo quiero hacer junto a las personas
que quiero. Esas personas que nunca me han dejado de acompañar durante estas 14
lunas llenas, a pesar de que un océano y muchos kilómetros nos separaran.
En Haití creo que ha aprendido
algunas cosas. Aunque, tal vez, aún no sea consciente de la mayoría de ellas.
Espero poder compartirlas allá donde vaya.
No estoy seguro de haber enseñado
algo. Me conformo con no dejar tras de mí un mal recuerdo.
Para la última semana que me
queda en Jacmel, el destino me ha deparado una sorpresa de última hora. Un
reencuentro inesperado. Tal vez una asignatura pendiente. Un asunto íntimo y
personal por solucionar.
Espero que este “Reino de este mundo”, esta “Isla bajo el mar”, este país que basa
su cultura en el culto a los antepasados, sea un buen lugar para comenzar a
soñar juntos un nuevo futuro.
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