viernes, 27 de noviembre de 2009

Economía sostenible

El concepto de "desarrollo sostenible" fue empleado por primera vez por Gro Harlem Brundtland, primera ministra de Noruega en 1987. Se define como "aquel que permite satisfacer las necesidades actuales sin poner en peligro las de las generaciones futuras".

El gobierno español acaba de presentar una Ley de Economía Sostenible con una serie de medidas a corto y medio plazo para tratar de reconducir de algún modo a la economía y también la sociedad española.

Como de costumbre, la oposición mayoritaria se ha apresurado a despedazar el proyecto aún antes de que pueda ver la luz. Dicen estar contra el aborto pero parece que no quieren dejar que en España nazcan ideas nuevas.

A partir de lo que he leído hasta ahora, no creo que este proyecto por sí solo vaya a cambiar la economía del país, pero sí me parece que plantea cosas interesantes, asuntos sobre los que conviene empezar a hablar.

¿Es un país más desarrollado cuanto más frío hace en sus cines en verano? ¿Tiene sentido poner calefacción en establecimientos públicos que tienen las puertas abiertas de par en par? ¿Por qué ofrecer desgravaciones por compra de vivienda a quien gana más de cien miel euros al año?

En lugar de facilitar los despidos, como piden a gritos los "neocons", se tratará de impulsar la creación de empleo simplificando trámites y licencias para la apertura de nuevos negocios y obligando a las administraciones públicas, especialmente a los ayuntamientos, a pagar sin demoras a sus acreedores...

Por otro lado, se formaliza el compromiso por alcanzar el objetivo 20/20/20 de la UE: reducir un 205 las emisiones de CO2, aumentar un 20% el rendimiento energético y producir, al menos, un 20% de la energía de fuentes renovables antes del 2020. Aquí, las medidas propuestas abarcan acciones desde el gobierno, pero también apoyan, con desgravaciones fiscales, las iniciativas individuales de renovación de viviendas para mejorar su eficiencia energética y el consumo racional de agua.

Está claro que las leyes, por sí solas, no cambian el mundo. Sí lo hacen los movimientos sociales. Creo que va siendo hora de que nos creamos todos que "otro mundo es posible" y arrimemos el hombro para construirlo. Por el camino quizá descubramos nuevos paradigmas, como el del "decrecimiento sostenible", pero no pienso que debamos tenerle miedo a ello, si eso implica que, en generaciones futuras, todos los seres humanos alcancen, por fin, una vida digna.

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