martes, 17 de noviembre de 2009

¡Estás igual!

Ayer me encontré, casualmente, con una compañera de facultad. Hacía como 20 años que nos veíamos. Cuando entró no la reconocí, pero noté que ella se me quedaba mirando. Enseguida me dijo: "Yo a ti te conozco. ¡Si es que estás igual!, ¿Te acuerdas de mí?" Como miento muy mal, no le dije que ella también estaba igual que hace 20 años. De hecho, creo que metí la pata y le dije que claro, que me acordaba de ella, que la había reconocido por la voz...

Pero la verdad es que tenía ante mí a una "señora mayor" bajo cuyo aspecto me costaba reconocer a la muchacha con la que yo había compartido pupitre cuando teníamos 18 años...

Nos pusimos a hablar un poco de lo que habíamos hecho en todo este tiempo, de si teníamos o no familia y esas cosas. A la pregunta de si yo tenía niños, le dije que, bueno, mis hijos eran ya adolescentes; a lo cual ella replicó: "Bueno, niños. Si, al fin y al cabo nosotros todavía somos niños..."

La verdad es que me hizo gracia su razonamiento. Muchas veces yo también lo he pensado. Si bajo ese aspecto de "señora mayor" todavía podemos encontrar a la jovencita universitaria, sin duda, dentro de este cuarentón, pero "con los años bien llevados", todavía habita un niño. Un niño que, por ejemplo, el domingo pasado fue a ver la película de "Viky el vikingo" mientras sus hijos se quedaban en casa estudiando.
A veces me preocupa detectar una cierta obsesión en la sociedad por acelerar el proceso de conversión de los niños en adolescentes y luego de éstos en jóvenes. No soy de los que piense que la infancia es una época idílica, pero creo que todos los procesos de desarrollo necesitan ineludiblemente del factor tiempo. No por vestirnos o por hablar de una determinada manera alcanzaremos antes la madurez.
También me preocupa la otra obsesión, la de ser adultos pero parecer "siempre jóvenes", "forever young". Creo que todas las edades merecen la pena vivirlas, con sus ventajas y sus inconvenientes.
Lo cual no es impedimento para que todos sigamos mimando, de vez en cuando, al niño que habita en nosotros.

No hay comentarios: