Hoy me ha ocurrido un caso curioso con mis hijos. Mientras comíamos estábamos oyendo las noticias por la radio. anunciaban que el paro en España ha vuelto a subir, hasta situarse alrededor de los cuatro millones de personas.
En ese momento, mi hija me pregunta: "pero, ¿esos cuatro millones de personas, antes dónde trabajaban?"
En ese momento, mi hija me pregunta: "pero, ¿esos cuatro millones de personas, antes dónde trabajaban?"
Yo, les respondo al momento: "pues, en todas las empresas que han cerrado..."
Entonces, mi hijo entra en la conversación con una observación: "pero, si en España no parece que haya ocurrido ninguna catástrofe y todo sigue funcionando, ¿eran tan imprescindibles todas las empresas que han cerrado?"
Creo que es el análisis económico más certero que he escuchado en los últimos años.
La mayoría ya estábamos de acuerdo en que la crisis económica tiene su origen en gran parte en la burbuja inmobiliaria. En nuestro país se estaban construyendo muchas más viviendas de las que realmente hacían falta, por un mero afán especulador.
Pero también habrá que reconocer que esas voces que nos recuerdan, cual molesto Pepito Grillo, que estamos a la cola del mundo desarrollado en cuanto a productividad, o que necesitamos una política seria de I+D+I, algo de razón van a tener.
Si todas las ayudas económicas del gobierno van a ir a tratar de levantar de nuevo sectores obsoletos, como, por ejemplo, la construcción o el automóvil tradicional, no vamos más que a repetir viejos errores.
El apoyo a una economía alternativa, basada en la investigación de, por ejemplo, nuevas formas y aplicaciones de las energías renovables, debería ir más allá de las palabras y llegar, ya, de inmediato, a los hechos.
Y quizá, también deberíamos comenzar a escuchar más y mejor a nuestros hijos. No están tan alienados ni son tan pasotas como creemos a menudo.
Y quizá, también deberíamos comenzar a escuchar más y mejor a nuestros hijos. No están tan alienados ni son tan pasotas como creemos a menudo.
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