martes, 26 de abril de 2011

Besatorios

A pesar de que uno de los finales “de película” más famosos de la historia del cine transcurre en un aeropuerto, (concretamente en el de Casablanca…), estas instalaciones distan mucho, en nuestros días, de ser románticas.

Sobre todo para las despedidas, un aeropuerto moderno no podrá nunca competir con una estación de tren tradicional. Eso sí, reiterando lo de tradicional, porque las nuevas instalaciones para los trenes de alta velocidad, cada vez se parecen más, por desgracia, a los aeropuertos.

Solo hay que evocar esa tierna escena, tantas veces vista y algunas veces, afortunadamente, protagonizada, de dos enamorados dándose su último beso de despedida antes de que uno de ellos suba al tren. Desde el estribo, con una mirada tierna y húmeda por las lágrimas, verá como su pareja se va haciendo más y más pequeña hasta perderse al final de esas vías convergentes que, a la vez, les unen y les separan.

En un aeropuerto, sin embargo, la despedida debe tener lugar en un ambiente nada propicio. Normalmente, al borde de una multitud que debe internarse, a través de un laberinto de cintas y postes, en esa tenebrosa sección conocida como “zona de seguridad”. Allí, a la pérdida de intimidad ha de sumarse el hecho de que si uno sigue con la vista al ser querido que se aleja, lo que contemplará es cómo se ve obligado a realizar un poco airoso striptease (pocas personas son capaces de quitarse los zapatos con estilo o seguir siendo elegantes en calcetines…) y, además, a nada que se haya olvidado unas llaves o unas gafas en los bolsillos, tiene muchísimas posibilidades de ver cómo es ignominiosamente cachado/a antes de poder acceder a ese “Olimpo” de la sala de embarque…

Evidentemente, son muchas pruebas que solo un Amor sincero es capaz de superar, no sin dudas y dificultades. Por eso quisiera proponer que, al igual que muchos aeropuertos ya disponen de oratorios multi-confesionales para encomendarse al dios correspondiente antes de subir al avión, se habiliten también “besatorios” para que las parejas puedan despedirse convenientemente antes de separarse por vía aérea.

Y, de igual manera, si no es mucho pedir, sugeriría que se diseñaran los aeropuertos de tal manera que la última imagen que se viera de un ser querido no tuviera que ser cómo sostiene bajo un brazo una bandeja con el cinturón, los zapatos, la chaqueta y el contenido de sus bolsillos, mientras va sujetándose los pantalones con la otra mano…


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