martes, 26 de abril de 2011

¿El frío es un lujo?

La vida te da sorpresas, como dice la canción.

Después de pasar en España unas vacaciones de Semana Santa caracterizadas por un clima más bien fresquito, lo que menos me esperaba era que mi vuelo de regreso al Caribe y mi noche de estancia en Miami estuvieran marcados por una circunstancia inesperada: ¡he pasado frío!

Desconozco si la IATA tiene alguna norma sobre las temperaturas mínimas que deben regir el interior de los aviones destinados al transporte de viajeros humanos, pero estoy casi seguro de que, si existen, en esta ocasión se incumplieron. Mi compañera de asiento pasó casi todo el vuelo envuelta no en una, sino en dos mantas, asomando solamente la nariz de vez en cuando…

Al llegar a Miami, un tanto destemplado ya, la situación no era mucho mejor. En interior de la terminal reinaba un ambiente similar al que debe reinar en el exterior de la de Oslo en invierno…

Por circunstancias de las conexiones de mis vuelos había decidido pasar una noche en el hotel del aeropuerto. Lo primero que hice al tomar posesión de mi habitación fue apagar el aire acondicionado… y, aun así, tuve que dormir bien tapado, con el edredón hasta las orejas.

Dejando aparte las implicaciones ecológicas del uso inmoderado del aire acondicionado, yo no sé quién ha llegado a considerar que el frío es un lujo…

Tras este gélido viaje, el reincorpórame sudando a mi trabajo en Jacmel, casi, casi me ha supuesto encontrar algo de “calor de hogar”…


No hay comentarios: