Hace tiempo que me gustaría saber de dónde viene esa obsesión por construir campos de golf en nuestro país.
Según datos recientes, en España existen cerca de 400 campos de golf, siendo Andalucía la comunidad autónoma que más alberga en su territorio: 96.
Según datos recientes, en España existen cerca de 400 campos de golf, siendo Andalucía la comunidad autónoma que más alberga en su territorio: 96.
Parece ser que el deporte lo inventaron en Escocia, y que, para practicarlo, se necesita un campo de hierba natural al aire libre. Evidentemente es algo que resulta muy fácil de conseguir en Escocia, pero bastante más problemático en la mayor parte de nuestro territorio, tanto por la elevada demanda de agua de riego, como por el uso de pesticidas y fertilizantes que necesitan.
Aun así, en España se escriben cosas como éstas:
"Ambientalmente, el golf, por su gran extensión y capacidad
de adaptación al medio, puede y debe constituir un instrumento
que contribuya a la preservación y mejora de los
valores ambientales y paisajísticos del territorio, tanto del
lugar donde se ubica como de su entorno, en especial de las
zonas degradadas."
El texto es parte del preámbulo de la "Ley reguladora de campos de golf en la Comunidad Valenciana" aprobada el 22 de noviembre de 2006.
Yo no soy jugador de golf, pero me pregunto si los escoceses se plantearían la implementación de 400 playas en su territorio, "por su gran extensión y capacidad de adaptación al medio", así como para "preservación y mejora de los valores ambientales y paisajísticos" de su territorio.
Uno de mis profesores siempre decía que "el sentido común es el menos común de los sentidos". Sólo así puede ocurrir que alguien plantee, a estas alturas "proyectos de desarrollo" como éste en la última costa virgen de Murcia, o este otro en el valle del río Ara, el único río virgen, (no afectado por ninguna presa), del Pirineo.
Me da miedo pensar que no hayamos aprendido nada de la crisis. Siento que, agazapados en la oscuridad de sus despachos, (o quizá, más bien, asoleándose en algún paraíso fiscal), sobreviven terribles dinosaurios hambrientos. No se extinguieron con el hundimiento del sector inmobiliario, ni con los meteoritos de la crisis financiera internacional.
Anacrónicos, pero "bien vivos", esperan otra nueva oportunidad para seguir devorando nuestro territorio.
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