domingo, 16 de mayo de 2010

Deformación profesional

Aunque a veces a mí mismo se me olvide, soy veterinario. A mi madre y a sus amigas les hacía más ilusión que estudiase para médico: "Pero si el chaval tiene buenas notas, ¿por qué no estudia mejor Medicina?"
Pero yo se sabe que los hijos muy pocas veces terminan haciendo lo que quieren sus padres.
El caso es que luego, estudiando la carrera, me convencí que Veterinaria por fuerza tenía que ser más difícil que Medicina, pues los médicos trabajan sólo con dos modelos de pacientes, (o con uno sólo y su "versión mejorada"...), y los veterinarios nos tenemos que hacer cargo de multitud de tipos de pacientes: con pelo, con plumas, con dos patas, con cuatro, con cuernos, sin cuernos... Y, además, son pacientes, por lo general, "poco comunicativos". Todo lo más que consigues es que el dueño te diga: "Está triste"; lo cual no acaba de ayudar mucho en el diagnóstico...
Pero algunas cosas sí que tienen en común los médicos y los veterinarios. Una de ellas es el enfrentarse a las situaciones bajo el influjo de la llamada "deformación profesional".
Un ejemplo de esto es cómo, durante las últimas semanas, no para de venirme a la cabeza el tema del "parasitismo" y el "oportunismo".
Se suele hablar muy alegremente de "parásitos" por parte de los profanos, sin saber realmente lo que son y las sutiles estrategias que despliegan en la Naturaleza.
Un auténtico parásito es aquel organismo que vive a costa de otro, sí, pero no de cualquier manera. Al parásito le resulta vital mantener con vida a su "víctima", (normalmente llamada "hospedador"), ya que si ésta muere, él lo hará también, irremediablemente. De esta manera, un parásito se aprovecha de su hospedador, lo debilita, pero se cuida muy bien de mantenerlo vivo.
Existen, sin embargo, otra serie de organismos denominados "oportunistas", que también viven a costa de otras. Pero éstos son, si se me permite la expresión, mucho más "perversos". Para empezar, en condiciones normales con incapaces de "colonizar" un hospedador. Necesitan que éste se encuentre previamente debilitado por otras circunstancias. Y, por otra parte, como sí que son capaces de vivir por sí mismos, no están interesados en mantener con vida a sus víctimas, sino que se dedican a sacarles todo el partido posible, hasta acabar con ellas. Después, esperarán pacientemente otra "oportunidad".
Quizá sea mi deformación profesional lo que me hace mirar la actual situación social y económica con ojos de veterinario. Así, es inevitable que perciba cómo, en muchos estamentos sociales y políticos abundan los "parásitos": seres que indudablemente viven a costa de otros, que trabajan cada día para alimentarles; es decir, para pagarles su sueldo.
Pero eso, con ser preocupante no me parece lo más grave. Lo que realmente me acongoja es la progresiva y aparentemente imparable proliferación de "oportunistas". Se trata de individuos que esperan a que una empresa, una sociedad o un país, estén lo suficientemente debilitados como para lanzarse sobre ellos y devorarlos sin piedad.
Son ellos los que recomiendan recortes sociales, los que exigen "ajustes duros", los que niegan el cambio climático o piden que se supriman las ayudas al desarrollo.
Ganan mucho con cada crisis. Mucho dinero, mucho poder, incluso mucho prestigio. Después, se retiran a sus refugios, alpinos o tropicales, a esperar pacientemente a su próximo "hospedador"...
Quizá la clave sea recordar que los organismos oportunistas sólo pueden aprovecharse de aquellos seres, de aquellas sociedades, que están previamente debilitados.
Debilitados económicamente, pero también moralmente.


No lo olvidemos.


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