sábado, 1 de mayo de 2010

Ladrón de bicicletas

Acabo de ver "El ladrón de bicicletas". Una película italiana de 1948. Considerada un hito en la historia del cine
Tal vez sea, también, una buena película para reflexionar este 1º de Mayo, Día del Trabajo.


Mucho han cambiado las cosas desde los años cuarenta. De la Roma de la posguerra, en blanco y negro, hemos pasado a la Unión Europea de la TDT. Las calles están, generalmente, asfaltadas, y ya no circulan tranvías abarrotados (aunque algunos alcalde"visionarios" se empeñen ahora en recuperarlos para la modernidad).


Pero, sin embargo, podemos encontrar sorprendentes paralelismos.
De la Europa destrozada por una guerra política hemos pasado sentirnos supervivientes de guerras económicas también a escala mundial. Ni una ni otra fueron responsabilidad de las clases trabajadoras, pero en ambos casos, éstas resultan ser las más perjudicadas.
Ahora también, cada mañana, miles de personas buscan un empleo. Antes, al pie de una escalera; ahora, muchas veces, a través de un ordenador.
Hoy en día no acudimos empeñar seis juegos de sábanas (tampoco nos darían nada por ellos...), pero los anuncios de "Compro Oro y joyas", salvan algunas economías.
Si encontramos mañana un trabajo, no nos exigirán que llevemos nuestra bicicleta, ni lo perderemos si nos la roban. Pero nos exigirán "carnet, de conducir, vehículo, propio y disponibilidad para cambiar de residencia"...
Ahora, como entonces, formamos parte de una masa anónima, una estadística. En el mejor de los casos, de "una sincera preocupación por parte de nuestros gobernantes"...


Pero, ¿por qué causan realmente preocupación la falta de trabajo? ¿Porque los parados no consumen tanto como sería deseable? ¿Porque no viajan, no se compran coche o pueden dejar de pagar su hipoteca?
¿O se trata más bien de una cuestión de dignidad personal? En la película puede verse muy claramente expresado ese aspecto en el lenguaje corporal del protagonista. Basta comparar su actitud en la escena al levantarse con su hijo para ir a trabajar, o cuando, finalmente, parece desesperar de poder recuperar su bicicleta y, en consecuencia, su empleo.
Y no sólo es una cuestión de dignidad hacia uno mismo, también, como la película nos muestra, la situación de desempleo tiene implicaciones muy importantes en nuestra relación con los demás. Sobre todo con nuestros seres más queridos. Su apoyo es fundamental para nosotros. Pero cada día sentimos que, precisamente por ese apoyo, se merecen que les demos mucho más por nuestra parte. Y no siempre conseguimos dárselo.

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