Mi hija empieza hoy la
Universidad. La verdad es que se lo cuento a todo el mundo, (hasta ponerme
quizá, un poco pesado…), por un lado porque estoy orgulloso y, por otro lado,
porque estoy algo nervioso. Es un paso importante en la vida y ella lo va a dar, por
primera vez en nuestra familia, lejos de casa, comenzando, a la vez que sus
estudios, una vida, más o menos independiente. Espero y deseo que todo le vaya
bien y conserve durante mucho tiempo la ilusión del primer día.
Mi hijo también, hace unos días, terminó sus vacaciones de
verano y retornó al instituto. Está en una edad difícil (para él y para sus
padres…), pero sé que se toma el asunto de los estudios muy en serio y espero
que, poco a poco, comience a definir una vocación.
Mientras, en Haití, el curso
escolar debería haber comenzado esta semana, pero un decreto presidencial ha
retrasado ese inicio hasta el mes de octubre. ¿Las razones? Un poco especiales,
la verdad.
Durante la campaña electoral que
le llevó a ser presidente de la república, Michel Martelly prometió que este
nuevo curso escolar 100.000 niños y niñas haitianos, que nunca antes habían
sido escolarizados, comenzarían a recibir enseñanza gratuita. A punto de
comenzar el curso, ante la realidad de que no podría hacer efectiva su promesa,
se ordenó retrasar el comienzo de las clases, para no dejar en mal lugar las
palabras del presidente…
El asunto es que por ningún lado
se ve que se estén construyendo más escuelas o que se estén formando y/o
reclutando a más profesores… Cuando se le plantean al presidente de Haití dudas
sobre su plan de escolarización masiva, él responde que no hay problema que
todo irá bien porque el dinero está ahí. De hecho se han creado dos nuevos
impuestos cuya recaudación deberá ir destinada íntegramente a la educación.
Pero, tal vez, el dinero y las
buenas intenciones no sean suficientes para escolarizar a tantos miles de niños…
Me resulta curioso confrontar
esta situación con la que se está viviendo en España estos días, también
relacionada con la Educación. Para “celebrar”
la “vuelta al cole” se ha decidido
recortar los presupuestos de educación en algunas comunidades autónomas y
despedir a miles de profesores. Sin embargo, se nos dice, no hay que
preocuparse, pues la educación de nuestros hijos no va a sufrir y será “mejor que nunca”…
En España tenemos un sistema que
ofrece educación gratuita a todos nuestros niños y niñas. Ha costado mucho
construirlo, pero puede costar muy poco destruirlo.
Las escuelas no se construyen en
dos meses, ni los profesores se forman en cuatro días, por mucho dinero que
haya disponible, ni por muchas buenas intenciones que tenga el presidente de
Haití.
Pero, también, si en España comenzamos
a considerar la educación “un gasto
superfluo”, algo que se puede “recortar”
sin más, podemos perder mucho, no solo ahora, en esta etapa de “crisis”, sino también en el futuro. En
el futuro de todos.
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