Hoy cuando volvía por la tarde de
la oficina he visto ante mí una curiosa agrupación de nubes. De diferentes
tipos, de diferentes tamaños y de diferentes colores. Tal vez no tuvieran nada
de particular, salvo que en ese momento he sentido que “las he visto”.
Creo que muy a menudo caminamos
por nuestra Vida sin “ver”. Recorremos
los caminos habituales, nos reunimos en los sitios de costumbre, nos
encontramos con personas conocidas, e incluso queridas, pero tal vez no las “vemos”.
Hasta que un día, de pronto,
somos conscientes de que están ahí: comenzamos a “verlas”. Nada ha cambiado en los caminos, en los lugares ni en las
personas. Sólo ha cambiado algo en nuestro interior: ahora podemos “verlos”.
Con los problemas, de nuestra
Vida, de nuestra familia o de nuestro país, puede que pase lo mismo. Están ahí,
sentimos que nos acompañan, que pesan sobre nosotros… Pero, habitualmente nos
cuesta encontrarles solución… hasta que, tal vez, de repente, nos surge una
“iluminación”, una “luz”, una “bombilla”, como en los tebeos, y, gracias a
ellas, “vemos”.
Vemos una solución, o, al menos,
comenzamos a ver un camino para enfrentarnos a ellos.
¿De qué depende comenzar a “ver”? No lo sé realmente. Pero quiero
suponer que, sobre todo de “querer ver”.
Espero que cada vez seamos más
los que “queremos ver” una solución,
distinta de la que tantos agoreros nos anuncian como la “única”…
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