lunes, 7 de marzo de 2011

La capacidad de soñar



Uno de los temas de conversación en la tertulia del desayuno de hoy era la afirmación de la anfitriona de que los haitianos solo hablan de su pasado, pero son incapaces de sentarse a imaginar su futuro. Lo dice una persona que lleva más de cuarenta años compartiendo su vida con haitianos. Yo no puedo apoyar o contradecir esa afirmación, porque, como repito a menudo, me queda mucho camino todavía para llegar a comprender lo que pasa por la cabeza de la gente que me rodea en este país. Pero, en mi opinión, sería muy grave no ser capaz de imaginar un futuro; no solo por el componente de desesperanza, (o al menos de falta de esperanza), que eso conlleva, sino porque supondría una cierta incapacidad de soñar.

Para mí, soñar es una de las partes más importantes de nuestra Vida. Tanto soñar dormidos, como soñar despiertos. Pese a que la mayoría de las veces nuestros sueños no se hacen realidad, estoy convencido que el solo ejercicio de soñar, de imaginar, de crear nuevas realidades, es lo más sano que puede ocurrirle a nuestras mentes.

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Supongo que esa es una de tantas mentiras que, a fuerza de ser repetidas, se convierten en verdad. Aunque reconozco que en países en una situación tan crítica como Haití, la tentación de creerlo puede ser irresistible. Pero, ¿cómo alcanzar un futuro mejor si no somos capaces ni de imaginarlo, ni siquiera de hablar de él? La mayoría de los planes para Haití hablan de reconstrucción, de rehabilitación, de volver a dejar el país como estaba antes del terremoto del 12 de enero de 2010. De alguna manera, parece ser la fecha en la que se acabó la historia.

Pero la historia es tenaz; se resiste a acabarse, como nos demuestran los titulares más recientes de las noticias de mundo. En algunos países, grupos de personas, jóvenes y no tan jóvenes, se han puesto, no solo a imaginar un futuro, sino también se han levantado para ir a buscarlo. ¿Por qué eso no puede ser posible también aquí?

¿Y por qué eso no puede ser posible también en España? Hace tiempo que me da la impresión de que mi país también vive un poco demasiado obsesionado con su pasado. En la literatura, en el cine, en la política… ¿Hemos perdido también los españoles la capacidad de soñar? Quiero pensar que no.

1 comentario:

ayla dijo...
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