sábado, 19 de marzo de 2011

Que nos pille comidos

He estado los últimos tres días encerrado en un taller de procedimientos administrativos con nuestros socios locales en Haití. Algo realmente apasionante…. Mientras, a nuestro alrededor el mundo no cesaba de moverse: Japón, tras la terrible sucesión de terremotos y maremotos ve ahora como la sombra del desastre nuclear amenaza, de nuevo, a su pueblo. Los movimientos sociales en los países árabes no cesan. Los gobiernos europeos pretenden acabar con la prepotencia del dictador libio recurriendo a la prepotencia de la aviación militar de la OTAN, con lo que puede darse la circunstancia de que el presidente de España, que comenzó su mandato sacando las tropas un país invadido por Occidente, termine su mandato con tropas españolas en “misión de paz” en otro país…

En Haití, la historia tampoco se para. Hoy, a dos días de las elecciones presidenciales, otro ex presidente, Aristide, ha regresado. Los medios de comunicación y algunas poderosas embajadas llevaban semanas anunciando, de nuevo, “el fin del mundo” si esto ocurría. Curiosamente, en su primer discurso, Aristide ha llamado al “amor entre los haitianos”. Este país, sin duda, sigue siendo imprevisible.

Una escena me ha llamado mucho la atención esta mañana. A la hora del descanso para el café durante nuestra reunión, mientras la mayor parte de los haitianos estaban pendientes de la radio, escuchando las primeras palabras de Arisitide al bajar del avión, nuestro traductor, haitiano también, estaba siguiendo por internet el sorteo de la Champions League… Cuando le hemos comentado que nos parecía curioso el hecho, el nos ha resumido su actitud ante la vida: la política de Haití le resulta tan desagradable que prefiere dedicar su tiempo a seguir el fútbol y a pensar cómo conseguir un plato de comida para su familia.

El mundo sigue moviéndose, lo queremos o no. Quizá sea mejor que, pase lo que pase, al menos nos pille comidos.


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