domingo, 15 de mayo de 2011

El Amor a la hora del desayuno


Hoy la “mesa del desayuno”, por alguna razón, ha comenzado hablando de política y ha terminado con una discusión sobre el Amor…

Lo de la política era esperable, habiendo sido ayer la toma de posesión del nuevo presidente de Haití. La ceremonia fue retransmitida en directo por televisión, y el mundo entero estaba pendiente todas las palabras, gestos y actitudes de los allí presentes.

La verdad es que, con esa base, no sé cómo terminamos hablando de Amor, pero fue una conversación bien jugosa.

El debate se centró en si existe un concepto de Amor universal, intrínseco al ser humano, o no es sino una construcción cultural, que cambia según los países.

Una de las participantes en la “tertulia” es una policía senegalesa. Ella nos contaba que es su país, cuando dos personas sienten que comienzan a atraerse mutuamente, antes de emprender ningún tipo de relación, por un lado deben dirigirse a la familia del otro para presentarse y, por otro lado, deben indagar entre los amigos y conocidos del otro para estar seguros de que son personas honradas, honestas y de recto proceder. Se trata de saber, lo antes posible, si existen “inconvenientes” o “impedimentos” a su relación, como pudieran ser cuestiones de religión, de condición social o de “casta”. “¿Y el Amor?”, le preguntamos, “¿Qué pasa si, a pesar de todo esas dos personas se quieren?”. “Pues lo que no puede ser, no puede ser”, nos vino a contestar.

Y es que, en su cultura, nos dijo, la familia es sagrada, la familia es lo primero. Y nadie va a querer hacer nunca nada que desagrade a su familia.

Ante eso, yo le planteé un concepto, ya no sé si occidental, europeo o personal: la familia está muy bien; es una base, un apoyo y muchas veces una protección. Pero es algo que nos viene dado, no lo elegimos. Sin embargo, el Amor sí lo podemos elegir; podemos elegir con quién compartir nuestra Vida, y creo que, sin duda, es la decisión más importante que hemos de tomar. Claro que a veces podemos equivocarnos, pero no creo que, por que exista ese riesgo, podamos dejar esa importante decisión en manos de otras personas. Ni siquiera en manos de nuestra familia. Tampoco todas las familias, por desgracia, son “perfectas”. Y, sin negar la importancia de la familia, creo que nos unimos a una persona, no a su familia. Si nos terminamos llevando bien con ella, estupendo. Si no, pues intentaremos, al menos, no discutir mucho…

Ante todo este discurso, mi compañera de mesa cabeceaba y decía “no, no, eso no puede ser”… Claramente estábamos ante un choque cultural. Parece ser que, tal vez, tenga que terminar reconociendo que algo tan trascendental para mí como el Amor, no acaba de ser entendido en todos los lugares de la misma manera. ¿Será una obsesión europea?

En cualquier caso, sea como sea, tenga la forma y los códigos culturales que sean, creo que lo importante es que exista Amor, en todo lo que hacemos.

Tal vez por eso, hace más de dos mil años, Eurípides escribió: “El Amor es lo único que tenemos. La única forma de poder ayudarnos mutuamente”


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