martes, 10 de mayo de 2011

La Bassin Bleu


Uno de los atractivos turísticos más célebres en los alrededores de Jacmel es la Bassin Bleu. Se trata de una zona de pequeñas pozas y cascadas situada a pocos kilómetros de la ciudad. Sin embargo, aún no había encontrado la oportunidad de acercarme hasta allá.

El sábado pasado, una amiga de otra organización decidió que no quería dejar pasar su último día en Jacmel, antes de volver definitivamente a España, sin conocer la Bassin Bleu. Y yo decidí que no dejaría pasar esa oportunidad. Así que, caballerosamente, me ofrecí a acompañarla.

El camino hasta allí no estuvo exento de emociones. Algunas derivaban de que, realmente no conocíamos el camino y no es este un país que se caracterice por la profusión de sus indicaciones en sus carreteras. De manera que, contrariando las más acendradas costumbres masculinas, no tuvimos más remedio que ir preguntando en cada desvío o cruce de caminos.

Otra emoción vino dada del hecho de que para llegar allí hay que cruzar “la grand riviere de Jacmel”, y el concepto “puente”, no acaba de instalarse en la red de caminos haitiana. Así que estuvimos un buen rato mirando al río, observando todos los vehículos que pasaban (coches, camiones y motos) hasta decidir que, pese a que el río estaba bastante crecido, “si ellos pasaban, nosotros podríamos hacerlo también”.

Pero bueno, cruzamos el río, encontramos el camino (no sin dar un cierto rodeo, eso sí) y por fin llegamos al “parking” de la Bassin Bleu. Porque sí, al final del camino nos encontramos con el primer aparcamiento de pago que me he encontrado en este país. Además, uno tiene que inscribirse y dejar sus datos a la entrada. A la pregunta de “¿para qué?”, se nos contesta que “por si pasa algo…”. Por si eso no fuera bastante intranquilizador, se nos dice que debemos aceptar los servicios de un guía local, que se presenta llevando a cuestas una gran soga. Ante un nuevo “¿para qué?”, nos explican que hay una parte del camino que debemos bajar con esa cuerda…

El camino recorre una zona de espesa vegetación y de rumorosos riachuelos. El paisaje es uno de los más bonitos con los que me he encontrado hasta ahora; pero no deja de causarnos cierta inquietud el tipo de la soga…

Finalmente, el paso con la cuerda no era para tanto. Apenas diez metros de descenso por una pared con abundantes puntos de apoyo. Y el “apuro” merecía la pena, pues justo después nos encontramos con la famosa Bassin Bleu.

La cascada y el entorno son sin duda espectaculares. El único problema es que, como en los días anteriores había llovido bastante, ese día era más bien la “Bassin marron”.

Pero bueno, así tengo una excusa para volver en otra ocasión y conocerla en toda su “azulez”…


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