domingo, 22 de mayo de 2011

Nueva excursión a La Baguette

Esta mañana hemos ido de excursión, otra vez, a la Playa de La Baguette.

El Centro Meteorológico de Haití había anunciado fuertes lluvias para todo este fin de semana. Sin embargo, parece que su “bola de cristal” debía estar un poco empañada, pues apenas cayeron cuatro gotas la tarde del sábado…

Hay un dicho francés que afirma que “la vida pertenece a los que se levantan muy temprano”, tal vez por eso también, nuestra jornada de domingo, que empezó muy temprano, transcurrió, finalmente, sin incidentes meteorológicos y nos cundió bastante.

El mar en la bahía de Jacmel estaba incluso, pese a las predicciones oficiales, más tranquilo que nunca.

El objetivo de esta excursión, además de dar a conocer el lugar a otros y otras colegas cooperantes, era visitar las ruinas de un antiguo fuerte francés. Como había que caminar un ratillo, decidimos que el madrugón nos favorecería, pues las andadas a mediodía comienzan a ser penosas en esta época.

El fuerte francés en cuestión, no es que estuviera en ruinas, es que casi había que adivinarlo… Los muros estaban completamente derruidos, e incluso los imponentes cañones estaban semienterrados. De todos modos, la vista sobre la bahía de Jacmel, era, además de “estratégica”, impresionantemente bella.

La segunda parte de la excursión estaba dedicada a volver a la zona de pequeñas cascadas que ya conocíamos, y que ahora, con la época de lluvias, presentaban un poco más de caudal.

Para hacer de “guía-acompañante” en este tramo, tuvimos a un curioso personaje que había trabajado unos años en República Dominicana y hablaba una curiosa mezcla de castellano y creole. Merced a esa circunstancia, y a sus incansables ganas de conversar, disfrutamos de una serie de curiosas anécdotas.

Cuando llegamos a la “zona de baños”, decidió establecer un sistema de “turnos”, porque, como dijo “un cristiano debe respetar a las mujeres, y dejarlas solas cuando se van a bañar…”

Para el camino de vuelta, decidió enseñarnos un “atajo”… Un atajo que duraba el doble que el camino normal, pero que le permitió dos cosas. Por un lado, irnos pasando por las casas de todos sus parientes y amigos, como el que dice “mira lo que me he encontrado hoy…” y por otro lado, le permitió rellenar su cantimplora, no de agua precisamente… Cuando lo hizo, no dudó en invitarnos, amablemente, a beber, pero solo a los hombres… supongo que en este caso, “un cristiano debe respetar también a las mujeres…”

Un poco antes de comer, tuvimos él y yo una interesante conversación sobre el tráfico de drogas. Según sus palabras, “eso es algo que, en todo país, no gusta al jefe”, pero también es algo que se vende “en todo lado”, y, sobre todo, en Miami, donde es muy difícil entrarla en avión, pero “ya tu sabes, en barco es más fácil”… Creo que, al ser ellos hombres de mar, quizá sepan de lo que hablan…

La jornada finalizó, como ya es de rigor, con sesión de baño en el mar y “un frugal almuerzo” a base de langostas a la parrilla, antes de regresar a Jacmel.


No hay comentarios: