sábado, 14 de mayo de 2011

El progreso y la palmera.

Durante mi última visita a Bainet, tuve ocasión de presentar una escena que, en mi opinión, refleja muy bien algunos de los conflictos que se presentan ante lo que solemos denominar “progreso”.

Para poder trabajar de manera más eficaz y continuada sobre el terreno, una de las primeras actividades que suele emprender nuestra contraparte, (la organización de técnicos haitianos que ejecuta los proyectos), es procurar la instalación de una oficina-vivienda en la zona de trabajo.

En ocasiones, se utiliza alguna casa de la zona que se intenta adaptar a las exigencias del trabajo. En otras ocasiones, si el presupuesto lo permite, se emprende la construcción de un nuevo edificio. Se trata de instalaciones que, una vez finalizado el proyecto del que se trate, serán transferidas a las organizaciones comunitarias de la zona.

Pues bien, para acceder a una de esas oficinas, era necesario hacer cuidadosas maniobras con el vehículo, porque una gran palmera presidía la entrada al patio. No hacía imposible el paso, pero sí exigía calma y paciencia.

Evidentemente, una calma y paciencia que tenía un límite, pues, en mi última visita me encontré con la sorpresa de que se había emprendido la “Operación Palmera”. Se decidió, nunca mejor dicho, “cortar por lo sano” y eliminar obstáculos para los vehículos del proyecto.

Pero no era una tarea fácil. La palmera en cuestión tendría, al menos quince metros de altura. Los medios disponibles no eran muchos: un hacha y una cuerda. Y los riesgos, humanos y materiales, que podría ocasionar una caída descontrolada de la palmera eran importantes.

Pero, había que dejar paso al “progreso”. El proyecto prevé reforestar la zona con unos diez mil plantines de especies frutales y forestales; de manera que una palmera menos quizá no sea un hecho tan significativo…

Como ocurre en España también, uno trabajaba y una docena miraba. Se trataron de tomar las “medidas de seguridad” disponibles… Sobre todo, mantenerse a prudencial distancia… Porque, el resultado de la “Operación Palmera” se mantenía, hasta el final, imprevisible…

Finalmente, la palmera cayó. No exactamente donde se esperaba, pero, en casos como este puede considerarse que la operación ha sido un éxito si no ha habido daños materiales y todos los participantes pueden volver “enteros” a sus casas… El progreso había triunfado.

Sin embargo, tal vez, la palmera, unida a la tierra durante tantos años, tuviera todavía una última palabra que decir… Pasado un rato, cuando ya habíamos abandonado la zona, los técnicos que quedaron allí nos llamaron para decirnos que acaban de notar un pequeño temblor de tierra en la oficina.

¿La venganza de la palmera?


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