Laberintos, bibliotecas infinitas, murallas circulares, enciclopedias imaginarias...
El universo de Borges viene a ser el calidoscópico reflejo de una imaginación sin límites. Pero, a la vez, es quizá uno de los escritores que mejor supo expresar las inquietudes cotidianas de todo ser humano.
Jorge Luis Borges gustaba de definirse a sí mismo no como un escritor, sino como un lector. Su avidez por los libros llegó a ser tal, que pienso que un buen día se puso a escribir aquellas historias que le hubiera gustado leer. Así, comenzó a concebir los sueños como sucesos reales y a acercarnos a otras realidades, tal vez, solo tal vez, soñadas. Porque..., ¿somos nosotros los que soñamos o somos nosotros los soñados?...
A partir de ahí, su mente genial pasó a concebir incluso enciclopedias que resumieran todo el saber de las más extrañas culturas de planetas imaginados.
Tiene fama de ser un escritor "difícil". Su erudición abruma y su ironía podría parecer, en ocasiones, cercana a la pedantería. Pero la riqueza de su lenguaje es extraordinaria, pese a que el siempre afirmaba que prefería escribir en inglés.
Todo lo que rodea a Borges es especial. Se quedó ciego, pero fue capaz de ver en su interior mundos enteros, que trató de sacar a la luz. Su aversión por los espejos le llevó a reflejarnos como nadie.
Hace años que leo y releo sus obras y siempre encuentro algo nuevo: imágenes, detalles, matices. Tal vez porque, como él mismo afirma, al leer un libro, lo vayamos modificando con nuestra mente.
Quizá, más que ayudarnos a conocernos mejor, Borges nos ayuda a ser conscientes de lo mucho que el ser humano ignora todavía de sí mismo.
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