miércoles, 3 de noviembre de 2010

Con el Presidente de Haití


Hoy he asistido a una reunión en Jacmel convocada por el presidente de la república de Haití. Se convocaba a todas las organizaciones, nacionales e internacionales relacionadas con protección civil y prevención de riesgos y desastres.

El evento tenía lugar en el hotel más chic de la ciudad. Tan chic que el joven mototaxista al que le pedí que me llevara no lo conocía. Por cierto, el muchacho hablaba español porque había trabajado de jornalero en República Dominica. Se excusó conmigo porque había aprendido el idioma en el campo y “no hablaba fino”.

Al llegar al hotel era notoria, como es lógico, la presencia de fuerzas de seguridad. También, como es habitual, potentes todoterrenos abarrotaban el aparcamiento. Yo me bajé, lo más discretamente que pude, del ciclomotor que me traía.

Llevando como llevo apenas diez días en Jacmel, no conocía a nadie, ni nadie me conocía a mí. Lo que ocurre es que Egido, mi veterana compañera, está de viaje de trabajo en República Dominicana y me tocó a mí asistir a la reunión. Pero aquí no me ocurrió como ayer en el cementerio. Un europeo, aunque no vaya vestido de etiqueta, sino con un polo y zapatillas, siempre es bienvenido en estos actos, porque representa a “un financiador”, es decir, al dinero.

La reunión se anunciaba en la invitación como “a partir de las 10.30”, y eso ya me mosqueó un poco. Llegué a acostumbrarme al concepto de “hora boliviana”, que significaba que los bolivianos siempre vivían un meridiano más allá que los demás, y por eso acudían siempre una hora tarde… En Haití, la hora es un concepto más bien de “realismo fantástico”. El presidente y su numeroso séquito apareció a eso de las doce y nadie se extrañó y nadie se excusó tampoco.

A favor del presidente de la república debo decir que tuvo un detalle que no he visto muchas veces. Nada más entrar se dirigió a saludar y a estrechar la mano de todos y cada uno de los presentes, los conociera o no los conociera, como era, evidentemente, mi caso.

Al tenerlo a mi lado me pareció más bien un modesto jubilado, pequeño, pacífico, suave de formas, un puntito decrépito. Pero, como todo en Haití, creo que esa sensación mía era más bien engañosa. En cuanto cogió el micrófono se transfiguró en político. El objetivo de la reunión era poner de relieve la eficiencia y la coordinación de los servicios de protección civil haitianos, incluso teniendo en cuenta que, en la mayor parte de los casos, dependen del apoyo de los medios materiales puestos a su disposición por organismos internacionales y ONGs. Todo esto quedó bien recalcado de cara a la numerosa prensa asistente al acto. Mientras, los representantes internacionales callaron y un miembro de otra ONG me dirigió un discreto gesto de escepticismo.

Y es que no puede olvidarse que pese al cólera, pese a tantas tareas de reconstrucción aún sin comenzar en el país, Haití está inmerso en una larga campaña electoral que debería culminar en las elecciones del próximo 28 de noviembre.

Sea quien sea quien gane, espero que pueda, por fin, ofrecer un futuro mejor al pueblo haitiano.


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