domingo, 21 de noviembre de 2010

Un mes



Hoy hace un mes que llegué Haití. Supongo que debería ser capaz de hacer un pequeño balance de este periodo.

La verdad es que desde que estoy aquí el país ha aparecido bastante en los medios de comunicación de todo el mundo.

El mismo día que yo aterrizaba en Puerto Príncipe, saltaba la noticia de la aparición de casos de cólera en Haití. Al principio parecían circunscritos a una zona concreta, pero rápidamente la epidemia se ha extendido y actualmente todos los departamentos del país han registrado casos y, por desgracia, el número de fallecidos no deja de aumentar.

El origen de la enfermedad, desconocida en Haití desde hacía más de cien años, no está demasiado claro. Pero, desde los primeros días, un contingente de “cascos azules” nepalíes ha sido señalado como responsable. Sea o no cierto, el caso es que, en las últimas semanas, la MINUSTAH, la misión de Naciones Unidas destinada a “estabilizar” el país ha sido convertida en un factor de “desestabilización” y se ha visto involucrada en incidentes violentos que han ocasionado algunos muertos y heridos.

Por si fuera poco, a primeros de noviembre el huracán Tomas pasó sobre Haití. Sus fuertes vientos y lluvias torrenciales originaron graves pérdidas en la ya precaria agricultura haitiana y también, por desgracia, se llevó la vida de algunos ciudadanos.

Finalmente, todo este mes ha sido campaña electoral en Haití. El 28 de noviembre deben elegirse presidente de la república, diputados y senadores. Tras el terremoto del 12 de enero, todavía permanecen sin retirar la mayor parte de los escombros de los miles de edificios destruidos, vehículos convertidos en chatarra oxidada siguen en calles en carreteras, más de un millón de personas continúa viviendo en tiendas de campaña y otros refugios “provisionales”. Pero los dieciocho candidatos a la presidencia han conseguido millones de dólares para sus campañas electorales y las ciudades aparecen empapeladas de carteles con sus fotografías. No he conseguido captar ningún mensaje ni ninguna propuesta, más allá de “vótame a mí en lugar de a ese otro”. Como dato “curioso”, solo dos de esos candidatos, no tienen antecedentes penales o causas pendientes con la justicia.

¿Y qué hago yo en medio de todo esto? Buena pregunta. Me alegro de que me haga usted esa pregunta… Bueno, en primer lugar vivir. Afortunadamente no me he visto afectado personalmente por nada de todo lo anterior. Bueno, sí. Esta mañana, sobre las seis de la mañana me ha despertado un festejo electoral cercano, con la música a todo volumen…

Vine aquí a trabajar con una ONG de cooperación al desarrollo; pero los que me conocen ya saben que suelo aclarar que esto poco tiene que ver ni con ser misionero, ni con ser “Indiana Jones”… Se trata, simplemente, de apoyar a otras organizaciones, en este caso haitianas, conocedoras de la realidad y necesidades de la población de su país a conseguir fondos para que puedan llevar a cabo acciones concretas que palien la situación de pobreza y vulnerabilidad en la que viven miles de familias. En nuestro caso concreto, se trata de familias campesinas, aún más olvidadas si cabe por su gobierno y la mayoría de los organismos internacionales.

Pero la mayor parte del trabajo en sí es un trabajo de oficina: diseño de proyectos, reuniones con técnicos locales, revisión de informes y justificantes económicos,… Yo todavía no he tenido ocasión de salir al campo, en parte porque el huracán arruinó un poco más las ya arruinadas carreteras de este país. De modo que, hasta ahora llevo una vida tranquila y un poquito rutinaria. Vivo en un hotel, muy sencillo pero que me ofrece todo lo que necesito: habitación limpia, baño completo, desayunos y cenas, lavado de ropa e incluso acceso a internet. La mayor parte de los días voy del hotel a la oficina, caminando unos diez minutos, y de la oficina al hotel.

He conocido a la mayor parte de la colonia hispana en Jacmel, que no son mucho más de una docena, y a una parte del resto de los europeos. Con ellos he salido alguna vez a tomar una cerveza o a hacer alguna pequeña excursión a las playas cercanas. Sus personalidades son muy variadas, desde adictas al trabajo, hasta verdaderas “bon vivants”…

Las nuevas tecnologías (bueno, realmente ya no tan nuevas…), me permiten estar en contacto continuado con mi familia y con algunos amigos, y compartir algunas de las pequeñas cosas que me van ocurriendo.

¿He aprendido algo en este último mes? Quizá varias cosas, pero difíciles de explicar. A pesar de la imagen catastrófica que llega a España de este país, veo todos los días niños y niñas limpios y sonrientes camino de su escuela. Incluso viviendo al lado de los escombros de lo que fue su casa, mucha gente encuentra momentos para escuchar música alegre y cantar. ¿Se trata de irresponsabilidad o de confianza en un futuro mejor? ¿El futuro por fuerza ha de ser mejor porque el presente ya no puede ser peor?

Ha pasado un mes, pero todavía tengo muchas preguntas sin respuesta sobre Haití.


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