viernes, 19 de agosto de 2011

Diario del Congo

He comenzado a leer “El diario del Congo” de Ernesto “Che” Guevara.

Suelo reconocer mis pecados, y uno de ellos es sentir, todavía, una cierta atracción por ese personaje. No sé si calificarla de romántica, nostálgica o simplemente, de irracional. Durante mis años en Bolivia tuve ocasión de trabajar en la zona de los Valles Cruceños, donde el Che intentó organizar una guerrilla revolucionaria, un “nuevo Vietnam” en el corazón de Sudamérica, y donde solo consiguió encontrar, finalmente, la muerte.

Allí pude conocer y visitar algunos de los “santuarios del Che”: la escuelita de La Higuera, la lavandería del hospital de Vallegrande o la fosa donde su cada permaneció veinte años “desaparecido”…

También pude conocer allí a los “nuevos revolucionarios” cubanos. Universitarios, sobre todo médicos, que se educaron bajo el lema “seamos como el Che” y que ahora trabajan en todos los lugares allí donde hace falta trabajando en cooperación. Pues, tal vez, como tuve ocasión de compartir durante una charla con un médico cubano en el “Museo del Che” de Vallegrande, la cooperación internacional sea “la guerrilla” de nuestros tiempos.

Tal vez por eso, en la lectura del “Diario del Congo” encuentro tantos paralelismos con mi trabajo en Haití. Desde el idioma, (un francés que luego se demuestra bastante inútil para comunicar con la población…), hasta la ausencia de liderazgos políticos claros, pasando por una dudosa capacidad de una organización eficaz de las tareas… También, desde el “lado guerrillero”, nos encontramos en ambas situaciones con cierta “falta de espíritu revolucionario” y con la presencia de gran cantidad de “mercenarios” en nuestras filas…

Como el Che, trato de que no cunda el desaliento, así como de realizar frecuentes charlas “doctrinales” entre mis compañeros locales, tratando de imbuirles de una auténtica “moral revolucionaria”, con “el espíritu de sacrificio de un auténtico guerrillero” como principal norma de comportamiento. Todo ello, “a pie de obra”, tratando de no dar, en ningún momento una impresión de superioridad, sino de compañerismo; pues, al igual que reconoce el Che en el Congo, yo también soy consciente que puedo aprender muchas cosas de mis compañeros locales “en la lucha”.

Un curioso paralelismo más. Ernesto Che Guevara estaba escribiendo sus diarios en el Congo en los mismos días en que yo nacía…


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