domingo, 14 de agosto de 2011

Sueños infantiles

Hoy en mi paseo matutino me ha dado por fijarme en los niños con los que me iba cruzando por el camino. En qué hacían, cómo jugaban…

Me he encontrado a tres niños jugando en medio del camino a lo que hacía años que no veía: a las canicas. Lo que ocurre es que ellos no tenían esas bolitas de cristal con las que nosotros jugábamos cuando éramos pequeños. Ellos jugaban simplemente con piedras…

Otro niño jugaba a acarrear piedras con su camión de plástico. Un camión hecho con la parte inferior de un bote de plástico y tres tapes rojos como ruedas… (Si, tres. O el cuarto se perdió o el “artesano” no encontró más disponibles…)

Un niño de unos seis años a lo que jugaba era a cuidar de su hermanito de dos. Al menos no daba la impresión de que hubiera ningún adulto cerca al cargo de ellos.

Finalmente, un sudoroso adolescente de unos trece o catorce años pedaleaba bajo el ardiente con una bicicleta BMX del mismo modelo (y de la misma época seguramente…) de las que salían en la película “E.T.”…

¿A qué juegan los niños en España? Ahora, desde luego, juegan poco en la calle. Suelen estar bien “protegidos” en nuestras casas, bajo la “supervisión” de un adulto… Aunque, en muchas ocasiones ese “adulto” sea el programador del canal de televisión correspondiente, el “responsable” de contenidos de internet o el diseñador de video juegos para la Playstation… Asomados siempre a una pantalla, nuestros hijos conocen mucho más del mundo ¿real? que los niños haitianos, que solo conocen el mundo que ven pasar por la puerta de sus casas o de las tiendas de campaña donde viven.

Parecen infancias y adolescencias muy distintas, pero tal vez no tanto. En ambos casos se enfrentan a grandes incertidumbres. La mayoría de los niños haitianos todavía no saben seguro si irán a la escuela en septiembre. Los españoles, sí, (aunque con la que está cayendo, ya no sé si poner la mano en el fuego…). Pero todos ellos, a ambos lados del Atlántico se enfrentan a un futuro incierto. Los padres les decimos que estudien mucho porque así tendrán más posibilidades en la vida, aunque, mientras lo decimos, tanto los padres españoles como los haitianos, nos sentimos profundamente incapaces de asegurarles que esas posibilidades existan realmente.

Se habla de “generaciones perdidas”… ¿Cuántas ya realmente? Creo que son más bien energías desaprovechadas, ilusiones frustradas…, muchos sueños con un duro despertar. Suponiendo que nuestros niños no se hayan olvidado de soñar...

¿Somos capaces realmente de darnos cuenta de cuánta responsabilidad tenemos? Individualmente y como sociedad. Creo que debemos meditarlo bien cada uno, y unirnos después para luchar juntos y exigir también responsabilidades a las instituciones políticas y sociales que hemos creado y que no responden al mandato que les fue otorgado. Y todo esto, tanto en el Caribe como en el Mediterráneo…



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