miércoles, 15 de diciembre de 2010

El niño de las flores amarillas

Hoy leía en un periódico local que los políticos de este país parecen todos atrapados por el “dilema del prisionero”. Como en esa prueba, si nadie quiere perder y todos quieren ganar, ocurrirá lo peor para todos. Aunque, como casi siempre, el principal perjudicado será el pueblo haitiano, que ya no sabe si tiene que echarse a la calle para derrocar a un presidente, para denunciar un fraude, para apoyar a un candidato o, simplemente, para expresar toda su rabia acumulada por tantos meses, (y tantos años…), de desidia por parte de todas las instituciones que dicen velar por ellos.

Iba yo pensando en temas tan profundos, cuando me he cruzado con chiquillo de unos cinco o seis años que iba mirando con arrobo unas florecitas amarillas que llevaba en su mano. Quizá se las iría a ensañar a su madre o a una de sus hermanas. He mirado a mi alrededor para ver dónde las había podido encontrar, pero solo he visto escombros y un montón de basura, con un par de cerdos y unas cabras buscando su sustento. Debe ser verdad que solo lo poetas y los niños son capaces de encontrar la belleza en cualquier lugar.

Aunque, tras unas reflexiones tan líricas, he recordado que ese niño, a esa hora, debería estar en la escuela; pero la mitad de los niños haitianos no van a la escuela porque sus familias no tienen dinero para pagar los uniformes y los útiles escolares.

Malos tiempos para la lírica.

No hay comentarios: