martes, 28 de diciembre de 2010

La horita haitiana

Uno de los conceptos menos universales es la puntualidad. Hay países en los que ser puntual es parte de inexcusable de la buena educación. Sin embargo, existen otros en los que el acudir a una cita a la hora prefijada puede ser mal visto, o, al menos suponer una situación un tanto ridícula, como puede ser que nadie sino tú haya acudido o que, en el caso de una invitación a una casa, ni los anfitriones estén preparados.

En Haití parece manejarse el concepto de la “horita haitiana”. Es algo un tanto surrealista, porque ya no solo se trata de falta de puntualidad, sino que condiciona la realización real de las actividades previstas. Creo que básicamente se trata de una especie de acuerdo: “Vale, si os empeñáis en quedar un día y a una hora determinada, lo hacemos; pero realmente haremos lo que mejor nos parezca.”

De todos modos, la “horita haitiana” no es patrimonio exclusivo de los nacidos en esta tierra, pues he podido comprobar que los extranjeros también la adoptan fácilmente.

Como muestra, puedo hacer un recuento de mis citas de los últimos días. El viernes quedamos a cenar a las ocho de la tarde. A las ocho y cuarto llamamos a unos invitados; no dicen que ya están viniendo. Como a las nueve todavía no habían llegado todavía, les volvemos a llamar. Nos dicen que sí, que ahora viene, que lo que ocurre es que se habían quedado dormidos…

Sábado. Nos invitan a una cena “a partir de las seis”. Decidimos acudir a las siete y media. Aparecemos en medio de una especie de debate político con unas cincuenta personas reunidas. Finalmente, la cena se sirvió a las diez y media.

Domingo. Soy invitado a una barbacoa en una casa de la playa. A partir de las doce. A las doce y media llamamos a los anfitriones para confirmar el lugar. Prácticamente les sacamos de la cama. No nos esperaban. Llegamos al lugar, ni casa, ni playa, ni barbacoa…

Lunes. Hay convocada una sesión de formación a las nueve de la mañana para unas sesenta personas. A las diez solo han acudido veinte. El almuerzo es servido puntualmente a las diez y media, pero el trabajo no comienza hasta las once.

Para terminar, solo aclarar que en el primer y tercer caso, todos los implicados eran extranjeros.

El reloj de la catedral de Jacmel quedó detenido en el momento del terremoto del 12 de enero. Pero estoy convencido que muchos otros relojes de este país están parados desde bastante tiempo antes.

No hay comentarios: