domingo, 6 de febrero de 2011

Desayuno carnavalesco

Desde hace unas semanas he sido aceptado en la “mesa familiar” de madame Claudy. La dueña del hotel y su marido desayunan todos los días con algunos clientes. El encuentro, que según una regla no escrita, tiene lugar a las siete de la mañana, se aprovecha para hacer un repaso informal a los acontecimientos del país. Es una especie de tertulia matinal que, además, cuenta muy frecuentemente con la presencia de “La Gacette”. Este es un personaje muy curioso, que se dedica a recorrer Jacmel recogiendo noticias y/o rumores y transmitiéndolos a las personas a las que pueden interesarles. Según madame Claudy, este hombre nunca ha tenido otro oficio conocido que ese. A cambio de su labor, recibe pequeñas cantidades de dinero con las que, parece ser, ha conseguido enviar ya a dos hijos a la universidad.

Hoy nos hemos dado cuenta que la “mesa familiar” cuenta con representación de cuatro continentes, pues los invitados somos un canadiense, un chino, una mujer de Mali (malinesa, maliense, malineña, maliñola…) y un español. Ahora buscamos ansiosamente un australiano para completar la muestra continental.

Uno de los temas de hoy eran los carnavales. Se comenzó hablando de la preocupación entre las autoridades sanitarias por el hecho de que estas fiestas puedan incrementar los casos de cólera. Al comenzar a comparar cómo se celebran los carnavales en las distintas partes del mundo, el canadiense afirmó: “Pues yo he visto imágenes de los Carnavales en España y son realmente espectaculares. Miles de personas desfilando, con disfraces muy curiosos. Pero, sobre todo, lo más impresionante, es lo bien vestidas y lo muy adornadas que llevan a las imágenes de la Virgen”…

Me tocó dedicar un rato a intentar explicar las diferencias entre los carnavales y las procesiones de Semana Santa. Algo que puede no resultar tan obvio visto desde la distancia y las diferencias culturales. Evidentemente, poco tiene que ver el desenfreno del carnaval de Río, por ejemplo, con la solemnidad de una procesión sevillana. Pero si analizamos algunas esencias del carnaval, como ser otros por un día, podremos llegar a pensar que no hay tanta separación. Todos sabemos cuánta gente en España solo es religiosa en los “grandes momentos”, para los que está dispuesta a gastar lo que haga falta por llevar “un paso” o “vestirse de romano”. Y ya, si incluimos en el análisis, eventos como la peregrinación al Rocío, las diferencias pueden no estar nada, nada, claras.

En fin, que ha sido un desayuno entretenido.

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