jueves, 24 de febrero de 2011

¿Treinta años no es nada?

Esta semana a todo a mucha gente le ha dado por preguntar qué estábamos haciendo hace treinta años. Los medios de comunicación españoles se han puesto muy pesados “celebrando” el aniversario del intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981.

Yo no tenía nada heroico que celebrar. Pasé la noche estudiando un examen de matemáticas de 2º de BUP que tenía al día siguiente.

Pero la verdad es que resulta curioso recordarse a uno mismo treinta años atrás. ¿Es mucho tiempo? ¿Ha pasado volando? Quizá el tema no sea tanto recordar qué estábamos haciendo en ese momento, sino qué hemos hecho desde entonces. ¿Hemos cambiado? ¿Mucho? ¿Poco? ¿Realmente hemos cambiado? A menudo me planteo que ese muchacho de 1981 sigue viviendo dentro de mí. No sé si soy yo. No sé si sigo siendo él. Pero vive dentro de mí.

A este “juego del recuerdo” podríamos oponer el “juego del futuro”: ¿Qué estaremos haciendo dentro de diez, veinte o treinta años? Si nos lo hubieran preguntado ese 23 de febrero de 1981, ¿habríamos acertado? ¿Estamos ahora haciendo lo que imaginábamos que íbamos a hacer entonces? Estoy convencido de que nadie, o muy pocos, hubieran podido aproximarse siquiera. Yo desde luego, por mi parte, no hubiera podido imaginarme en Haití. Aunque la verdad es que tampoco estoy seguro de que me imaginara aquí hace un año…

A menudo digo que no puedo decir qué estaré haciendo el año que viene. No sé si estoy es un grave problema o una gran suerte. La Vida da muchas vueltas, es cierto. Solo que para algunos las da a mayor velocidad que para otros.

No sé qué será de mi Vida dentro de treinta años. Ni siquiera sé si estaré ya en ese tiovivo… Pero como también suelo decir, tan importante como saber si hay Vida después de la muerte, es intentar que haya Vida antes de la muerte.

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