miércoles, 8 de diciembre de 2010

La Casa Roja

Cuando hace unos meses me planteé la posibilidad de venir a trabajar a Jacmel, comencé a consultar internet para saber más sobre este lugar, como una persona de mi tiempo que soy. (Enseguida he aprendido que la mayor parte de las cosas que conviene saber de Jacmel no parece en la red; pero eso es otra historia…)
Localizando la situación de la ciudad con Google maps, encontré también fotos de sus calles y sus edificios. Uno de los que más me llamó la atención fue la Maison Rouge, “la Casa Roja”, uno de los testimonios emblemáticos de su pasado de floreciente ciudad comercial del siglo XIX.

Jacmel ha tenido un antes y un después con el terremoto del 12 de enero. Todas sus infraestructuras básicas y gran parte de los edificios oficiales quedaron destruidos o seriamente dañados.
Sin embargo, el deterioro de su patrimonio monumental ya había comenzado años antes del seísmo. De hecho, justo este año estaba previsto incluir a Jacmel en la lista de la UNESCO de Ciudades Patrimonio de la Humanidad. Un patrimonio ya en peligro.
Así pues, llegué a Jacmel con la imagen de la Casa Roja en mi retina. Pero hasta el domingo pasado no la encontré. Pero el tardar tanto en descubrirla no fue porque estuviera escondida. Había pasado varias veces por delante sin darme cuenta. No fue capaz de verla. Su imagen actual, su ajado esplendor, no se corresponde con la imagen ideal que tenía en mi mente.
Hoy he tenido la ocasión de visitarla; de entrar en ella; de recorrer sus habitaciones. Me sentía casi inmerso en una novela de García Márquez, sintiendo mucho más de cien años de soledad entre sus paredes.
Y, sin embargo, no estaba sólo.
La cooperación española ha instalado allí una escuela-taller, para que jóvenes haitianos aprendan un oficio a la vez que colaboran con su trabajo a la rehabilitación del edificio.
Hoy era un día tenso en las calles de Jacmel y de todo el país. Anoche fueron publicados los resultados electorales. Unos resultados que nadie cree, que a nadie contentan y que solo parecen servir para que miles de personas salgan a la calles a dar rienda suelta a su rabia contenida. Rabia por tanta dejadez e inoperancia, por parte de su gobierno y por parte de las instituciones internacionales responsables de apoyar a ese gobierno.
Sin embargo, en la Casa Roja se respiraba calma y sosiego. Hoy, un día en el que muchos colegios y comercios han cerrado, los alumnos de la escuela-taller acudieron bien temprano. Le pidieron a la directora que, por favor, les permitiera trabajar. En medio de toda esta incertidumbre ellos preferían pasar el día pensando en otra cosa; aprendiendo, practicando, soñando, tal vez, con un futuro mejor para ellos y para este país.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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