sábado, 29 de enero de 2011

La piel de leopardo

¿En qué ciudad puede encontrar uno una piel de leopardo tirada en medio de la calle?

Posiblemente no sea esta la cosa más rara que le puede pasar a uno en Jacmel. Hoy en el desayuno me contaban que una empresa coreana quiere instalar servicio de internet por fibra óptica en la ciudad. Será curioso ver como levantan las calles para colocar los cables y, de este modo, tenemos alta tecnología, pero no alcantarillado…

Pero últimamente uno no gana para sorpresas en este país. Uno de sus antiguos dictadores, Duvalier, volvió hace unos días; tras gastarse en Europa lo que robó de las arcas del Estado haitiano, vuelve a su país a asegurarse una tranquila jubilación. Está claro que no confía en nuestro “Estado del Bienestar”, y quizá hace bien. Otro de sus gobernantes más polémicos, Aristide, tras años de exilio en África del Sur, se rumorea que ya está en Cuba, listo para volver, también al país… Supongo que, como ciudadano de un país donde los dictadores han muerto de viejos y en su cama, haría mejor en no criticar estos temas, pero, resulta cuando menos extraño.

Tal vez la piel de leopardo represente, de alguna manera al espíritu de este país. El primero en rebelarse contra la esclavitud. Vencedor de la superpotencia de la época. Financiador de Bolívar y otros próceres de la independencia americana… Un fiero leopardo que, con el paso del tiempo, de tantas guerras, tantas luchas, tanta pérdida de sangre, se ha ido quedando en los huesos, sin garras, sin dientes… Apenas le queda la piel. Una piel noble y hermosa, eso sí, pero que ya nadie parece apreciar en estos tiempos de supremacía de “los mercados”.

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