miércoles, 12 de enero de 2011

Un año después


Hoy hace un año que la tierra tembló en Haití. Acabó con la vida de más de 200.000 personas, pero también con las ilusiones de todo un país de más de diez millones de personas. Más de 1.300.000 personas perdieron su hogar y pasaron a vivir en tiendas de campaña durante meses y meses. En estos precarios refugios han pasado dos temporadas de lluvias y un huracán. Desde hace unos meses luchan diariamente por no caer enfermos de cólera.

A día de hoy, un año después, Naciones Unidas hace números y declara que “sólo” 810.000 personas siguen viviendo en campos de desplazados. Hoy también, uno de los principales diarios españoles lleva a su portada que Haití es un país “desolado y violento”.

Yo nací en Zaragoza; una ciudad que en estos momentos debe rondar los 810.000 habitantes. Los zaragozanos tenemos fama de gente pacífica y honrada; pero no ceso de preguntarme hoy cómo se comportarían mis paisanos si llevaran un año de “camping forzoso”, soportando el cierzo, la niebla y los cuarenta grados del largo verano del valle del Ebro viviendo bajo una lona, sin trabajo, haciendo sus necesidades en una letrina y escuchando a sus representantes políticos decir que tendrán que pasar varios años antes de que puedan aspirar a volver a tener una casa.

¿Realmente seguiríamos siendo gente pacífica y honrada?

¿Podemos decir que es violento un país en el que, a pesar de todo, las madres siguen despertando a sus niños temprano, lavándoles, vistiéndoles y peinándoles para que vayan a la escuela?

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