sábado, 22 de agosto de 2009

Europa en movimiento

Casi improvisadamente decidimos viajar a Londres para participar en una especie de reunión familiar.
Otros parientes llevaban meses preparando el viaje, y aprovecharon las ofertas de las compañías aéreas de bajo coste para llegar a Inglaterra. Pero, a última hora, los precios tampoco se diferencian mucho de los de las líneas aéreas "normales", sobre todo teniendo en cuenta la pérdida de derechos del pasajero que suponen: tanto por llevar maletas, tanto por pagar con tarjeta, etc.
Además, como siempre nos ha gustado ser originales, tomamos la decisión de ir por tierra, en nuestro coche.
Partimos en una de las noches de insoportable calor que nos ha regalado el mes de agosto, pero ya al cruzar los Pirineos el tiempo cambió y comenzó a hacerse más llevadero.
Conforme comenzó a amanecer, comprobamos que no estábamos solos atravesando Francia. Era un fin de semana de finales de verano y media Europa estaba allí.
A pesar de la crisis, millones de turistas europeos siguen pasando sus vacaciones en la costa española. Y, cuando emprenden el regreso, tienen que atravesar Francia.
Allí, en el área de servicio de Orleans, estaba la verdadera Europa Unida. Belgas, holandeses, franceses, alemanes, españoles, e incluso británicos, unidos en un objetivo común: almorzar. Todos, sin distinción de raza, nacionalidad u opción política, con una sola ilusión: encontrar una plaza de aparcamiento y una mesa para sentarse.
Nosotros lo conseguimos. No en vano los españoles ya somos europeos de pleno derecho. Capaces incluso de comer a las doce del mediodía.
Durante la comida, mientras contemplaba por la ventana el fascinante espectáculo de esa Europa en movimiento, recordé un libro que leí hace mucho tiempo: "Los autonautas de la cosmopista". Es el relato de un viaje que emprendió Julio Cortazar con su esposa. Decidieron cruzar Francia de norte a sur por autopista, pero parando y pernoctando en cada una de las áreas de descanso. Así, un recorrido que puede durar doce horas, les llevó un mes.
Es un libro curioso, que me permito recomendar a todos aquellos que se hayan visto inmersos este verano en algún atasco, retención o zona de tráfico lento en la autopista. Nos mostrará que siempre hay otros modos de enfrentarnos a un viaje.

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