domingo, 2 de agosto de 2009

Valores paisajísticos

Creo que no soy la primera persona que define la costa mediterránea española como un acantilado de hormigón. A pequeños pueblos costeros se les prometió un enriquecimiento rápido si renunciaban a su cultura y a sus valores tradicionales. Al final. los que más medraron fueron los cuatro caciques de siempre y una docena de indocumentados amigos suyos.
Para llegar a esos centros turísticos, se han construído importantes infraestructuras, como autovías y ferrocarriles de alta velocidad, a través de valles y montañas. Los túneles y desmontes que esas obras han provocado dejarían boquiabiertos a faraones y emperadores chinos.
Si alguien se aburre por el camino, dispone de campos de golf de 18 hoyos en plena estepa o parques acuáticos en lugares donde la media de precipitaciones anuales es igual a la de Tombuctú.
Cada vez quedan menos lugares donde poder encontrarse frente a frente con la Naturaleza. Para conservarlos, las comunidades autónomas mantienen departamentos de Medio Ambiente y Agencias de Protección de la Naturaleza y Gestión Ambiental.
Acabo de leer la Resolución de una de estas agencias autonómicas, que afirma que la restauración de una masía en un L.I.C. (Lugar de Importancia Comunitaria), "actualmente en estado ruinoso, provocará la pérdida del valor paisajístico, al modificar sustancialmente los usos actuales que se desarrollan en el entorno".
Algo se me ha perdido por el camino. ¿Los valores paisajísticos que queremos conservar son los cientos y cientos de masías y aldeas enteras en ruinas que yacen en nuestras montañas? ¿Preserva mejor los valores paisajísticos la autorización de construcción de macro complejos turísticos que la recuperación del patrimonio humano y cultural que dio vida a nuestros montes, antes de que fueran abandonados por sus habitantes, atraídos por los cantos de sirena del desarrollismo salvaje.
A estas alturas de la fiesta, nadie puede pretender que el medio natural europeo se mantenga salvaje, pues hace cientos de años que es como es por la acción humana; de hombres y mujeres que criaron allí a sus hijos y les enseñaron un modo de vida responsable y respetuoso con su entorno.
Seré el primero en respetar y apoyar todas las reglamentaciones que sirvan para proteger la escasa Naturaleza que nos queda; pero también quisiera participar en la recuperación de un patrimonio cultural que, por verguenza incluso, no podemos permitir que se derrumbe día a día, piedra a piedra, teja a teja.


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