¿Cuántas posibilidades hay de que conozcas a una persona que haya nacido el mismo día, del mismo mes y del mismo año que tú?
¿Y cuántas probabilidades existen de que te traslades a vivir a otro continente y tu vecino de enfrente sea esa persona?
Pues eso me ocurrió a mí hace cuatro años cuando vivía en La Paz (Bolivia).
Tras la sorpresa inicial, traté de encontrar en qué nos parecíamos. Según la astrología, algo deberíamos tener en común al compartir la misma posición de las estrellas en el cielo en el momento de nuestro nacimiento. Por compartir, incluso compartíamos las iniciales de nombre y apellido y ambos teníamos una prfesión relacionado con la ciencias del Vida.
Pero, ¿éramos almas gemelas? Si lo éramos, lo disimulamos muy bien, pues en tres años de vecinos, debimos de hablar media docena de veces. No nos acabábamos de caer simpáticos el uno al otro. Sin embargo, nuestras esposas, curiosamente, se llevaban muy bien entre sí.
Supongo que en el horóscopo, como en otras muchas cosas de este mundo, pesa más tu posición sobre la Tierra, el lugar en el que has nacido, el pasaporte que presentas en el aeropuerto, que cómo se movían los astros sobre tu paritorio hace ya tantos años.
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