miércoles, 15 de julio de 2009

Viaje al interior

Estoy en una casa. No la reconozco, pero no se puede decir que sea desconocida para mí.
Recorro sus pasillos y voy abriendo muchas de las puertas que encuentro. Al hacerlo, la mayor parte de las veces solo me asomo a las habitaciones; no entro.
Hay cuartos de todo tipo. Dormitorios donde veo acostados a desconocidos a los que no quiero despertar. Salitas con muebles viejos y pasados de moda. Grandes salones con ventanales a un exterior al que no quiero asomarme. Televisores encendidos ante sillones vacíos, emitiendo imágenes que no soy capaz de entender.

En ocasiones me encuentro con otras personas. A algunas puedo reconocerlas. Han sido importantes para mí en algún momento de mi vida. Otras son perfectos desconocidos o gente a la que ya había olvidado. Algunos de ellos me acompañan en mi constante deambular.

Porque esta es una de las caracteristicas de mi sueño, la sensación de no poder quedarme en ninguna de las habitaciones que descubro; la necesidad de seguir recorriendo incesantemente esa casa, esos pasillos. Sin parar y sin salir nunca al exterior. Lo que haya fuera de la casa no me interesa, solo siento la necesidad de conocer mejor su interior.

Este sueño se repite muy a menudo en mis noches. No suele causarme inquietud ni angustia; aunque sí, a veces, cansancio y hastío.

Creo que la psicología clásica lo interpretaría como un proceso de (re)conocimiento interior, de repaso de nuestro yo. La casa representaría nuestro propio cuerpo y nuestra mente, muchas veces desconocidos para nosotros mismos. De ahi las sorpresas que nos podemos encontrar en el camino...

El Taoísmo propone dedicar un rato al día a recorrer mentalmente el interior de nuestro cuerpo, pero como una especie de terapia preventiva. Se trata del ejercicio de la Sonrisa Interior, que dedica una sonrisa a cada uno de los órganos de nuestro cuerpo, para relajarlos y mejorar así el fluir de la energía vital.

Puede ser un método para desempolvar algunas de las habitaciones, ordenarlas, tirar esos mueblos viejos que ya no sabemos por qué están allí, y hacer que corra aire fresco por esos intrincados pasillos de nuestro complejo interior.


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